jueves, enero 07, 2010
















Un sitio poco conocido de Atenas es el cementerio de Kerameikos, que empezó a serlo alrededor del 1.200 antes de Cristo.

Allí fue donde Pericles recitó la famosa Oración Fúnebre que Tucidides recoge en su "Guerras del Peloponeso". En su interior discurren lo poco que queda de las antiguas murallas de Atenas y se encuentran los restos de la puerta sagrada por donde empezaba la ruta secreta de Eleusis y sus misterios.

Es un lugar recóndito y precioso, lleno de antiguas tumbas con inscripciones funerarias, algunas de las cuales son auténticos poemas elegíacos y, para mi gusto, el más hermoso es éste:

"Sostengo aquí al amado hijo de mi hija,
aquel que tuve en mis rodillas cuando vivíamos
y veíamos la luz del sol
y ahora, muerto, también le sostengo"

La inscripción tiene dos mil años, pero los sentimientos que encierra son eternos.

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