Tiene que ser una adicción... Confieso que no puedo parar de ver los capítulos de las primeras temporadas de "The west wing". Sin duda esta serie que cuenta las peripecias presidenciales del ficticio Jeb Battlett, presidente demócrata de los Estados Unidos, y de todo su equipo ocupa un lugar principal en mi particular Olimpo de las Series... Siempre un peldaño por debajo de la inmensamente fantástica "The wire" (lo cual refuerza mi rotundo amor por ella), pero siempre arriba.
Y no la puedo amar absoluta y adolescentemente porque, y del mismo modo que el suboficial de Billy Budd Marinero, a veces sus personajes se me aparecen demasiado angelicales, demasiado estupendos en su distante percepción apolínea. Para mi mirada hay un inquietante punto de sombra que con su incómoda vibración impide que mi felicidad como espectador sea completa. Son demasiado perfectos, demasiado estupendos incluso en sus imperfecciones.
A veces tanta palabra precisa, tanta sonrisa perfecta me estraga. Y hecho en falta un poco de imperfección perfectamente vista y me sobran algunos momentos de exceso en lo hagiográfico, en lo sublime que hace que sus protagonistas se conviertan en completos iconos de sí mismos.. pero éste es un detalle. Apenas una nube en el inmenso cielo azul, porque "The West Wing" es una de las grandes realizaciones de está edad de oro de la ficción televisiva y por derecho propio debe figurar en el mascarón de proa donde figura lo mejor de lo mejor.
La serie lo tiene casi todo... Presenta al espectador un mundo relativamente poco conocido, el de la Casa Blanca, y lo hace de una forma creíble y realista. Consigue un importante efecto dramático mostrándonos un mundo perfecto de políticos honestos superpuesto a un mundo que imaginamos y sabemos no tan perfecto. Emociona ese podría ser, como también emocionan y divierten unos personajes admirablemente construidos y que se relacionan y expresan aun más admirablemente, con talento seductor, en un continuo e incesante tiroteo verbal con maneras de "screwball comedy" en el que, cuando parece imposible, cada réplica es aún más brillante y mejor. Y todo ello puesto sobre un lecho de historias y tramas que siempre tienen que ver con el problema de ocupar el puesto que se ocupa y con la responsabilidad de gobernar desde la perfección intentando someter a un mundo que no lo es tanto, algunas de ellas resultan inolvidables por lo emocionantes que resultan como la del veterano muerto de frío que llevaba puesto el abrigo de Toby Ziegler.
Quizás no lo tenga casi todo... Seguramente lo tiene todo.
Cercana a la perfección... donde vive "The wire".
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