miércoles, febrero 10, 2010














THE HURT LOCKER

Mark Boal, el guionista de "The Hurt Locker", estuvo un tiempo asignado a una unidad de artificieros del ejército norteamericano en Irak. El resultado de sus experiencias y de su mirar es esta historia que Kathryn Bigelow ha sabido dirigir con habilidad y talento, entre otras cosas concediendo a la imagen una personalidad casi documental que vampiriza todos los aromas de realidad que este concepto trae consigo transfiriéndolos a la historia para reforzarla como artefacto narrativo.

Como tal "The hurt locker" sigue a una escuadra de artificieros en su día a día por una Bagdad llena de bombas y peligros. Entre cada acción en la que los soldados deben poner a prueba su pericia profesional hay secuencias de transición en que tenemos la oportunidad de espiarles fuera de su peligrosa y estresante rutina laboral.

Aunque la película tiene un cierto matiz coral, el foco de la historia se centra en el Sargento William James y el misterio que encierra su actitud con respecto al trabajo que diariamente los soldados tienen que hacer. Mientras el resto de sus compañeros tienen la desconfiada actitud lógica ante una situación potencialmente mortal, James parece encontrarse como pez en el agua rodeado de dificultades, riesgo y muerte. Su sorprendente record de 783 artefactos desactivados le avala convirtiéndole en una especie de monstruo incomprensible a los ojos de sus compañeros. Sobre su compleja personalidad, la historia pretende descansar para respaldarse en una cierta profundidad discursiva que, al fin y a la postre, sólo resulta aspiracional. "The hurt locker" se limita a mostrarnos a James en acción, en su estresada condición que para los otros resulta incomprensible y, en este sentido, la película no presenta nada nuevo ni mucho menos puede ser comparada con "Apocalypse Now", abominación que he escuchado sin duda para legitimarla aún más de cara a los posibles premios que pueda ganar. La película de Coppola contaba con el inmenso soporte que le proporcionaba la narración "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad.

"The hurt locker" se queda en el exterior de esas tinieblas... Marc Boal no es Conrad ni Bigelow es Coppola, nos pongamos como nos pongamos... Y nos muestra ese armario donde se guardan todas las heridas que protagoniza el titulo de la historia sin entrar en él... Describe, pero no interpreta. Carece de la profundidad que los reclamos marketinianos sugieren con su habitual falsedad interesada, pero la superficie que muestra se basta para generar en el espectador una experiencia intensa y emocionante. Profundidad que uno no esperaría encontrar si su presunta existencia no le fuera sugerida al compararla con obras mayores como "Apocalypse Now", cosa que "The hurt locker" en absoluto no es.

La película nos muestra el día a día de unos artificieros en una Bagdad que es la disneylandia de los artificieros. Y lo muestra con brillantez y talento. Vemos que es un trabajo jodido y, como no podía ser de otra forma, vemos jodidos a sus protagonistas, cada uno en el peculiar modo que su dios le da a entender. Y en este sentido la película se me antoja en la línea del cine de Michael Mann o del último Peckinpah al mostrarnos el espectáculo de competentes profesionales desempeñando con eficacia y entrega su trabajo... y el Sargento James ha nacido para ser artificiero.

La guerra está ahí, pero como parte del paisaje y más que preocupada por hacer un comprometido discurso político o filosófico con aspiraciones finalistas sobre la guerra y la paz, "The hurt locker" está interesada en mostrarnos un pequeño aspecto de la globalidad total de la presencia norteamericana en Irak sin cuestionar para nada la realidad donde sucede. Se trata de una interesante curiosidad: la del mundo de los artificieros en un entorno relativamente poco frecuentado por el cine como es la Bagdad ocupada y hóstil.

El objetivo no es despertar conciencias sino interesar, entretener y el resultado es, en este sentido y en general, satisfactorio, aunque en algunos momentos la historia se mueva sin equilibrio sobre la cuerda floja de la credibilidad (la nocturna escapada en solitario por Bagdad resulta completamente inverosímil) y termine cayendo para levantarse en la secuencia siguiente.

En cualquier caso, y pese a esos pequeños defectos narrativos que por momentos la hacen innecesariamente difícil, el resultado está muy por encima de la media.

Merece la pena.


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