WILLY Y LOS MEDIOS
En todo este tema de la crispación social que vive este país la prensa se está yendo de rositas. Con el polvoriento discurso del mensajero que siempre supone una tácita y torticera demanda de exención de responsabilidad sobre lo que se transmite, los periodistas se encojen de hombros y levantan las manos intentando hacernos creer que ellos no tienen nada que ver con lo que está pasando y que el sagrado juramento imposible de informar objetivamente de una realidad cada vez menos objetiva es su divisa.
Las terribles declaraciones de Willy Toledo al respecto de la muerte del disidente cubano Orlando Zapata son otro buen ejemplo de este juego perverso de manipulación.
"No son simples disidentes ni prisioneros políticos", ha asegurado el actor, quien ha añadido -en referencia a Orlando Zapata- que "este señor, al que se llama disidente, no era más que un delincuente común, que ha sido forzado y manipulado por otras personas parece ser que para ponerse en huelga de hambre y llegar al extremo de dejarse la vida".
Transcribe El Pais
El actor Willy Toledo ha afirmado que el preso cubano Orlando Zapata, fallecido la semana pasada tras casi tres meses en huelga de hambre y reconocido como prisionero de conciencia por Amnistía Internacional, era "un delincuente común, ni siquiera era un disidente político".
Y hasta aquí vamos empatados y haciendo justicia a la barbaridad.
Sin embargo el desempate viene cuando El Pais continúa y El Mundo se detiene... en todos los sentidos de la palabra
"No obstante, Willy Toledo ha lamentado "absolutamente" la muerte "de cualquier ser humano, y mucho más la de alguien encarcelado y en huelga de hambre, que es algo terrible", y ha considerado que el Gobierno cubano "debería haber hecho algo más por salvar la vida de esta persona, haya hecho lo que haya hecho, y no permitir que un ser humano muera bajo su tutela"."
Y es lógico que El Pais le de a Toledo una oportunidad de intentar arreglar lo imposible en el siguiente párrafo de la noticia. Después de todo es uno de los suyos, merece una oportunidad, pero Willy no merece ese trato por parte de la gente de El Mundo, que parece haber escuchado lo suficiente, lo que necesita para poner el grito en el cielo.
Me llama la atención que falte ese párrafo en la noticia de El Mundo, un párrafo que no arregla el desaguisado de las declaraciones de Toledo, pero que, quizá, y sólo para lectores con sentido común y buena voluntad, aparta lo sucedido del esperpéntico trazo grueso y lo devuelve al debate civilizado donde hasta las opiniones más extremas deben tener lugar.
Las declaraciones de Toledo se bastan por si solas, pero se quiere más y por la vía rápida y sumaria. Aprovechar la ocasión para asignar un golpe duro a los artistas del "no a la guerra" que tanto apoyo han dado a Zapatero. Y ante eso vale todo. Porque ya no sólo se trata de informar, sino de vencer una batalla en la diaria guerra de la comunicación en que el mundo de los medios se ha convertido en este país.
Y así, el segundo párrafo de El País que intenta localizarle moralmente dentro de la humanidad, es reemplazado por El Mundo con dos párrafos que buscan localizarle ideológicamente para que no exista la menor duda:
Entre los artistas se encontraban los actores Álvaro de Luna, Ana Otero, Antonio Valero, Asunción Balaguer, Jordi Dauder, Pilar Bardem, Roberto Enríquez, Silvia Tortosa y Xabier Elorriaga. El coordinador general de IU, Cayo Lara; la portavoz de IU en la Asamblea de Madrid, Inés Sabanés, y el presentador Gran Wyoming se dejaron ver entre el público."
Curiosamente para El Mundo importa tanto lo que Toledo dice como quienes le escuchan, de los que da una cumplida lista.
No basta con que Toledo recite de memoria los versículos de la negra biblia castrista intentando denigrar el gesto de Zapata, que ya por sí solo debieran redimir al fallecido de cualquier aspecto comprometedor de su pasado.
No hay que dar la menor oportunidad al enemigo que, por torpeza y sin ayuda de nadie, se ha colocado en la soñada posición de ser derrotado.
2
Con respecto a las declaraciones de Willy Toledo, lo primero que hay que decir es que son un magnífico y nuevo ejemplo de un incontrovertible hecho: No basta con tener una opinión para ser una persona con ideas.
El loco mundo en que vivimos cada vez más confunde el hecho de hablar, de expresar un mero punto de vista, con el hecho más difícil, raro y complejo de que esas palabras físicamente pronunciadas lleven en si una idea.
La ética del esfuerzo tan denostada (por facha) por la aristocracia progresista de nuestro país también afecta al hecho de pensar y, en este sentido, es mucho más fácil abrir la boca y decir lo primero que a uno se le pasa por la cabeza que tomarse el tiempo necesario para pensar lo que se va a decir. Después de todo, y desde un punto de vista de mínimos, ambos -el que ha pensado lo que dice y el que no- hablan, se expresan contando siempre con la ventaja de que toda gente de bien considera que cualquier opinión es respetable.
Este hecho ha producido que muchos juntapalabras de incontinente boca, que ni en los mejores sueños de su infancia pudieron soñar ser tan escuchados, se conviertan en referentes lo suficientemente importantes como para que un periodista decida preguntarles qué piensan y el jefe del periodista decida dedicar un cierto espacio informativo del medio en que trabaja a reflejar esa opinión cromada... que no ilustrada.
Y la poco pudorosa opinión del señor Toledo es cromada, perfecta, niquelada, como pronunciada por el propio dictador Castro mientras, vestido con su chandal rojo y blanco, se desayuna unas tostadas a la quimio recién hechas.
Porque lo peor de las declaraciones de Toledo es que son las declaraciones de un carcelero.
La reducción de Zapata a la condición de delincuente común precedidas de un siniestro "no es más" le desacreditan por si solas. Como si el gesto de dejarse morir de hambre por cualquier causa no tuviera ningún valor por si mismo y no le colocase en un lugar más elevado para su condición. Porque es como si Zapata se le hubiera muerto a él, su carcelero, en su turno de guardia y Toledo pretendiese negar las consecuencias que esa muerte pudieran acarrearle por parte de sus jefes negando todo valor a ese gesto que, como digo, y por si mismo, ya tiene. Como si no hubiera pasado nada y Zapata fuese un estúpido al que otros han manipulado para dejarse morir de hambre...
Recapitulando...
Primero pensar que una persona cuando se le declara delincuente común lo es para siempre. No puede cambiar. No puede evolucionar como hizo Mandela durante sus 30 años de cárcel. Porque el estado ha dictado sentencia inamovible relegándole a la condición de un "no es más" cualquiera... Y esa condición le hace menos persona, le incapacita para pensar y decidir.
Segundo presuponer que existe una capacidad de manipulación tal como para que alguien se deje morir. Un poder tan poderoso como para forzar y manipular a un ser humano a matarse por inanición... Sólo se me ocurre el poder de un estado, del lado de fuera de una persona o el poder de una idea, del lado de dentro... Y para mi gusto que Willy está pensando en la primera opción... Nada ni nadie puede oponerse a la voluntad de un estado.
Declaraciones totalitarias donde las haya.
Minusvaloración extrema del gesto.
Negación al otro de la posibilidad, esté acertado o no, de tener una conciencia y tomar una decisión que sea consecuente con aquella.
¿No debe preocuparnos también la ultraizquierda?
Y, por último, habiendo tantos autores tan brillantes en toda la historia del teatro... Shakespeare, Calderón, Brecht, Ionesco, Mihura... No entiendo por qué a estas alturas de la película Toledo se empeña en recitar a Castro, un autor sobrevalorado y con cierta tendencia a la excesiva extructuración, cuyos rimbombantes planteamientos jamás han acreditado un desarrollo que estuviera a su altura
¿No debe preocuparse el señor Toledo?
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