CONTROL
Las causas últimas que motivan las conductas casi siempre son un misterio... y el propósito de "Control" es mostrarnos uno de esos misterios, el de Ian Curtis, cantante y alma mater de Joy Division, grupo de referencia en la música británica de los 80.
Lo que más me gusta de "Control" es ese enfoque no participativo. La historia describe y en ningún momento se detiene a valorar, a modificar el espectáculo sombrío de la realidad de Curtis con conclusiones o valoraciones.
"Control" retrata el conjunto, lo bueno y lo malo, los pros y los contras y en este sentido tiene mucho que ver el hecho de que Anton Corbijn, su director, sea fotógrafo... porque "Control" retrata, busca profundidad mostrando superficie... Y las conclusiones, si llegan, suceden detrás de la mirada de cada espectador.
Yo, por mi parte y como siempre en estos casos, prefiero creer la leyenda.
Veo un Curtis reventado y reventando, víctima de su hipersensibilidad, sin poder procesar del todo las contradicciones de su propia vida, el daño que hace y el daño que recibe, en un insostenible equilibrio que le lleva a tener un pie en su vieja vida de trabajador casado y otro en su nueva vida de estrella musical, sin poder decidirse de una vez pero decidiendo constantemente en los detalles del día a día.
Explosiva volatilidad que encuentra terreno abonado para prender en su hipersensibilidad, que está justo en el centro de dos fuerzas que parten en direcciones opuestas buscando arrastrarle.
La personalidad convertida en un campo de batalla donde se acumulan las derrotas.
Pura vida.
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