En el pequeño espacio angosto de esta interminable prisa
que nunca termina de llegar a tiempo
quizá se abra un pequeño claro para la melancolía
por el pasado que jamás existió,
por el futuro que no volverá,
por el tiempo derramado como sangre
desde la incesante herida,
que es interminable espejo
en el que un reflejo cada vez más difuso
todavía nos mira.

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