La ciudad está llena de oficinistas
buscando el perdido hilo de su respiración.
Abrumados por la sombra del peso
de la descabezada cabeza de su esperanza
ven cómo se alargan sus días hasta el infinito,
se alisa lo circunstancial de su sustancia
hasta parecer la misma asfixia
que con cuidado y paciencia visten cada mañana
con vocación de no llegar a tiempo.

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