Si desvistes la alegría,
si por alguna razón
pierdes el pie de su abrazo,
sólo te quedará dejarte llevar,
ahogarte en la blanca vergüenza mecánica de tu esqueleto,
triste amasijo de razones, sentidos, carne y huesos
tendido al sol y al viento,
abandonado cascarón
con calladas maneras de espejismo
en continuo trance de disolución en el aire,
pura distancia encarnada
cuya entera materia es el silencio.
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