Todo era más sencillo antes,
cuando las cosas sucedían de forma atropellada,
casi siempre por primera vez
(si es que no es le escapaban intactas,
de entre las manos, dispuestas a volver).
De un tiempo a esta parte,
no sabría decir desde cuando,
la sorpresa se ha vuelto esquiva.
Su explosivo y luminoso encuentro
se ha hecho escaso, más difícil.
Ahora, y por encima de todo, percibe pautas.
Los secretos fundamentos de su alegría,
y también de su tristeza, ya no son tales,
transparentan o traslucen su mecánica,
como si la bendición de lo inesperado
poco a poco le hubiera sido arrebatada
y ya sólo le restase el recalcitrante empeño en su propia espera
mientras bucea en las profundidades de los espejos
en busca del esquivo tesoro de los reflejos perdidos.
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