"El capitán Roy irrumpe con fuerza replicando la densa sombra de la muerte, que a punto parece celebrar la tragedia, gritando: - ¡abrid esos ojos, cobardes! ¡Dejad de creeros carroña! ¡Daos cuenta de lo que significa este viaje…despertad de vuestra miseria!-.Me pregunto de dónde sacará tanta fuerza…Roy prosigue con una potente voz salida de otro mundo: -¡navegar, antes incluso que vivir….!, hemos sobrevivido al monstruo del subconsciente, ¡Sentid la dicha de poder contarlo!, ¡Mamá tierra nos espera al otro lado…!,¡las gaviotas ya han aparecido sobre vuestras quemadas calvas…,!¡dejad de arrastraros, miserables, levantad la sonrisa y el cuerpo al abrazo uterino que esperabais!-"
(La historia más bella jamás contada, Jose Luis Serzo)
Sobrevivir al monstruo del subconsciente es la heroicidad que se nos propone cada día, la obligatoria tarea de imposible cumplimiento.
Más allá del desastre del naufragio, de la carnívora turbulencia del oleaje, espera el imposible espejismo de una playa de calma y paz.
Hacia allí, y no a otro lugar más sensato y cierto, hay que dirigirse.
Haciendo nuestra hasta limites insospechados esa locura, quizá la oscuridad se nos vaya de las manos y encontremos una imposible salida.
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