RUBICÓN
Si algo bueno tiene esta serie norteamericana es su planteamiento que no es otro que actualizar el mundo del genial escritor John le Carré, un mundo de honorables colegiales traicioneros y pacientes espías que en el momento oportuno terminaban surgiendo del frío, un mundo de hombres grises en cuyas anodinas vidas de funcionarios de instituciones grises y misteriosas estaba incluida esa interminable partida de ajedrez que son los servicios de inteligencia.
Con el final de la guerra fría, aquel mundo que tan bien describió el genial escritor británico (y que tan bien utilizó para describir la nihilista angustia existencial del unidimensional hombre organización) pareció quedar descontextualizado, rebasado por los tiempos.
Smiley pareció quedarse sin trabajo y el propio Le Carré pareció acusar el golpe con un progresivo desvanecimiento de su obra (que quizá comience con "La chica del tambor") en un limbo narrativo del que aún no ha terminado de salir del todo... pero esa es otra historia.
Lo importante es que "Rubicón" recupera ese mundo lleno de dobleces y que en muchos casos se asemeja a uno de esos cuadros de M.C. Escher en que las cosas jamás dejan de parecer ser.
Dos muertes, unos crucigramas publicados en diferentes periódicos de todo el mundo y el ascenso profesional de alguien empeñado en desaparecer componen el deslabazado punto de partida, el puzzle que poco a poco, sin prisas ni trepidaciones, irá componiéndose ante los interesados ojos del espectador.
Los bloques han desaparecido, pero los intereses permanecen, mientras el ser humano exista los intereses permanecerán, diferentes intereses protagonizados por distintos centros de poder, eternamente desafiando la astucia de los héroes, los únicos humanos capacitados para detenerlos.
Muy recomendable.
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