Jonah Hex es un oficial del ejército confederado norteamericano que, no me pregunten por qué, tiene el poder de hablar con los muertos.
La adaptación cinematográfica de este personaje de comic que pasea su enorme cicatriz por todo el viejo oeste no pasará a la historia del cine pese a los esfuerzos que hace Josh Brolin, un actor interesante y capaz, por encarnarlo... pero no hay más cera que la que intenta arder y la llama que produce es apenas suficiente.
El planteamiento y la resolución son convencionales: el origen del héroe que implica la creación del villano, de su némesis (interpretado con desgana y oficio por John Malkovich que en mas de una ocasión parece preguntarse qué diablos hace ahí), planteamiento de un conflicto por parte de ese villano que siempre tiene que ver con un gran desastre, los esfuerzos del héroe por evitarlo con la ayuda de la chica (una anodina y fotochopeada Megan Fox) y la batalla final en la que el orden se reestablece...
Nada nuevo bajo el sol: el mismo desierto
¿Entretenida?
No.
Obvia.
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