¿Cómo podría describir en pocas palabras la impresión que me ha causado esta última película del maestro Eastwood?
Muy fácil... En el segundo siguiente me estaba llevando las manos a la cabeza... Y ¿por qué? Pues también muy fácil. Porque, y siempre para mi gusto, "Hereafter" es una de las mejores películas que Eastwood haya rodado nunca. No está a la altura de "Sin perdón" o de "Byrd", pero está muy, muy cerca.
En apariencia, "Hereafter" es una película que indaga sobre el tema de la vida después de la muerte. La película engarza tres historias en las que sus protagonistas tienen una relación muy intima con la muerte: una periodista francesa (una preciosa Cécil de France) que permanece muerta durante unos segundos, un medium (Matt Damon) que no está muy contento de serlo y un niño que pierde a su hermano gemelo, interpretados indistintamente por los hermanos Frank y George McLaren. Estas historias terminarán confluyendo en un hermoso y emocionante final que además tiene a los libros como punto de encuentro.
No se por dónde empezar. Me gusta todo en "Hereafter". Tras el ligero traspies que supuso "Invictus", una película no demasiado conseguida, el maestro ha vuelto por sus fueros con una de esas historias que le gustan: suaves, cálidas, intimistas... Porque, y aunque la historia empieza de manera espectacular, con la recreación del tsunami que asoló las playas de las indias orientales, "Hereafter" pronto se muestra como lo que es: una historia sobre la muerte, el modo en que nos enfrentamos a ella, pero también sobre la vida, sobre el modo en que la vivimos. Y es que vida y muerte son dos caras de la misma moneda, algo que queda bien patente a lo largo de la película.
Y retomando el tema del post anterior sobre John Ford, no me cabe la menor duda de que cuando a Eastwood se le califica como legítimo heredero de una forma clásica de entender el cine se tiene siempre en mente no sólo los aspectos estilísticos, su capacidad para la composición de los planos siempre de la forma más eficaz y simple o su talento para situar la cámara donde más precisa se hace, sino también los aspectos de contenido. Porque si algo es Eastwood es un cineasta que busca, como el maestro Ford, producir realidades intensas y emocionantes. Siempre que pueden los personajes de Eastwood se expresan sin palabras o actuando y el director está ahí para filmar la verdad dimanando pura, arrolladora de sus rostros absolutamente penetrables.
Me atrevo a decir que es imposible no emocionarse viendo "Hereafter"... si la película hubiese durado media hora más, el que les escribe se hubiera deshidratado por unos ojos que se la habían convertido en venas abiertas. Una nueva entrada más en mi secreta lista de imposible muertes poéticas.
Y por encima de todo "Hereafter" nos habla de la vida, porque si algo debemos aprender de la muerte es la necesidad de la vida para que aquella sea comprendida. Necesitamos aprender a morir, porque en realidad también necesitamos algo que creemos saber: aprender a vivir.
Y en este sentido los tres protagonistas de la película descubren una vida distinta, mejor, al final de su preocupación por la muerte.
Ojalá Eastwood disfrute de tiempo para seguir haciendo películas, ojalá que como Manoel de Oliveira pueda seguir haciendo películas como ésta hasta los cien años y más allá.
El cine como algo para amar seguirá vivo.
Imprescindible.
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