IRON MAN 2
Me alegro de que a Rober Downey Jr y a Mickey Rourke les vaya bien, que participen en inanidades como esta segunda parte de Iron Man y tengan el dinero suficiente como para seguir haciendo el cabra hasta el final, incluso hasta mucho más allá.
Por lo demás, habría que empezar a hablar de películas transparentes, películas que ni siquiera se ven cuando se están viendo de tan manidos y obvios que son los mimbres con los que están construidas. Y cuando hablo de transparencia quiero decir que no es ya que el espectador intuya otra película en el fondo de las imágenes, acciones y palabras que ve o escucha sino que ya se ve a sí mismo viendo aquella otra película detrás de ese fondo que ya no es tal, lo cual no deja de tener su punto al convertirle en una especie de Alicia con pantalones perdida en un salón de espejos.
Habría que empezar a pensar que el concepto de entretenimiento no es tan inofensivo como parece. Para empezar y por autoestima, pienso que uno no debería entretenerse de cualquier manera y, claramente, para mi gusto, "Iron man 2" entra dentro del concepto "cualquier manera".
La película no está mal. No es un bodrio. Tiene el talento justo como para que uno no se pregunte qué está haciendo con su vida, si hay algo malo en ella, mientras la ve, pero tampoco está bien. Quizá por eso mismo.
Y no puedo evitar pensar en el modo en que los niños pequeños siempre quieren ver constantemente la misma película. Disfrutan reconociendo, sabiendo lo que pasa, gozando de capacidades como la memoria, el recuerdo y el entendimiento. Por primera vez son conscientes de esas capacidades y por eso quieren ver "El libro de la selva" mil veces... hasta que también descubren que pierden el tiempo, la diferencia entre lo que es nuevo y lo que es conocido, la excitación de investigar y descubrir la novedad. En resumidas cuentas, crecen.
Y aquí entraría esa redefinición de lo que es entretenido que sin la menor humildad sugiero, por que hay cosas que resultan entretenidas en ese modo infantil, por la impecable pero mecánica repetición de lo mismo y quizá en ello estemos sacrificando la capacidad para percibir y buscar la novedad con los riesgos que ello implica.
Y quizá éste infantilismo del público que deduzco de esa actitud sea otro síntoma de lo peligrosa que es para el ser humano esta sociedad de abundancia en la que vivimos, una sociedad fascista de rostro edulcorado y amable, no violenta por supuesto -salvo excepciones que terminan siendo linchadas por todos- y que genera entre otras cosas individuos que sólo desean ser entretenidos de cualquier manera y a cualquier precio.
Mucho ojo con la realidad! Yo no me fiaría mucho de ella.
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