domingo, marzo 13, 2011

AUSTRALIA

Baz Luhrmann es uno de esos directores que el viejo John Ford no soportaría. Demasiado manierista con la cámara, sus películas carecen del asentamiento y la quietud que el genial irlandés buscaba para sus historias, una calma visual que favorecía el asentamiento ante el espectador de la historia y de sus personajes.

En el cine de Lurmann la cámara salta, vuela, se retuerce en vertiginosos movimientos que saltan del plano general el corto y viceversa. Y en teoría no debería gustarme, pero hay un aspecto con el que conecto directamente con la sensibilidad de Luhrmann y ese aspecto es sus capacidad para contar historias de una manera sublimada, intensa, subrayada. No hay ilusión de objetividad sino todo lo contrario, de subjetividad, como si la cámara fuese una especie de medium que se llenase de la emoción que en cada momento requiere la situación de la historia. Y eso me gusta.

En "Australia" el talento de Luhrmann para la narración emocional está ahí. Quizá la película resulte demasiado larga, demasiado convencional en su desenvolvimiento y en el planteamiento de las situaciones, pero es una película que me sigue enganchando. Sobre todo la línea narrativa esencial que está protagonizada por el niño aborigen Nullah (Brandon Walters) y el magnífico hechicero Rey Jorge (David Gulpilli). "Australia" habría sido una película realmente estupenda si hubiese girado completamente sobre ellos dos solos, sobre su relación con la naturaleza y con el hombre blanco. Seguramente hubiera dado aún mucho menos dinero, pero habría ganado en fuerza, en intensidad, en belleza...

Cantaré para ti... Se dicen... ¡Maravilloso!

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