lunes, marzo 14, 2011

DESTINO OCULTO

Tiene su gracia "destino oculto".

En un momento determinado, el profesional Thompson (Terence Stamp) pronuncia un monólogo naif que podría resumirse con el clásico "no se os puede dejar solos" que suscribiría nuestro viejo Francisco Franco.

El desastroso siglo XX justifica según Thompson la necesidad de un control minucioso del destino de la humanidad por medio de un ejército de angélicos funcionarios que vigilan el destino de cada persona, un destino que está cifrado en una agenda Moleskine que más parece un Ipad. Y se supone que todo ese control se ejerce bajo la supervisión de un director que sólo puede ser un ente similar a Dios.

Y aunque por lo visto la película se basa en un relato de Phillip K. Dick, que también tendría malas tardes como las puede tener cualquiera, lo cierto es que "Destino oculto" es una de esas películas que se engañan a sí mismas. Durante buena parte de la misma el espectador se deja llevar por la idea de que los protagonistas están desafiando los designios divinos.

Armados por la fuerza que les da su propia voluntad se lanzan de cabeza por el barranco de su libre albedrío... pero, al final, los de arriba no pueden equivocarse y todo se trata de un error informático.

Su romántica unión estaba prevista. En algún momento debió de traspapelarse alguna cifra o alguna página.

Todo se trata de un lamentable error.

Y la película termina.

Y al espectador le queda la sensación de que si hay un lugar donde el libre albedrío no existe es en los géneros y sobre todo en las historias previsibles.

Entretenida... muy al principio.

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