Que recuerde sólo he sentido miedo leyendo dos libros: "Los mitos de Ctulhu" de H.P. Lovecraft y "Otra vuelta de tuerca" de Henry James.
No he olvidado la sensación de desasosiego que sentí al leer el modo en que James describe la primera aparición del fantasma de la señorita Jessel a la nueva institutriz, Miss Giddens: el repentino silencio de la naturaleza, la extraña sensación de ser observado, la descripción de la otra orilla del lago, la necesidad de volver a mirar hacia allí, el descubrimiento de la presencia de la figura vestida de negro donde antas no estaba...
"The innocents" es la adaptación cinematográfica del relato de Henry James que el estupendo y olvidado Jack Clayton llevó a la pantalla en 1961.
La historia es la quintaesencia del relato gótico de fantasmas: vibrantes luces de velas, ventanas con visillos que se lleva el viento, ruidos que se escuchan en el ático, penumbra, jardines bajo la luz de la luna, sombras fugaces, rostros que súbitamente miran desde el otro lado del cristal, voces...
Miss Giddens, magnificamente interpretada por Deborah Kerr, llega a una inmensa mansión campestre donde dos niños viven practicamente abandonados por su tio y a cargo del personal de la casa. Muy pronto, la puritana y bienintencionada institutriz empezará a descubrir la oscuridad maldita que se esconde tras la luminosa angelicalidad de los niños.
"The innocents" es una obra maestra del terror basado en lo sugerido, en la sospecha, en la intuición.
El misterio es atmosférico y con el peso opresivo del plomo, en una sucesión de sutiles detalles que van ocurriendo en un dramático "crescendo", se va cerniendo sobre la sorprendida protagonista que lo dará todo por salvar a los dos niños que han sido puestos a su cargo de la ominosa sombra que les acompaña.
Brillante.
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