Tragedia y cine negro están relacionados de modo directo e íntimo.
En la tragedia, los personajes que la protagonizan y siempre padecen se ven abocados hacia un desenlace inevitable y casi siempre fatal, que otros han llamado de forma muy poética la fuerza del destino.
Los hombres viven de acuerdo con su criterio e instinto, actúan y toman decisiones que siempre generan consecuencias que más tarde o más temprano regresan convertidas en cuentas que deben ser pagadas. Como bien se dice en "True Grit", la última película de los Hermanos Cohen, nada es gratis en esta vida (salvo la Gracia de Dios).
Y eso que llamamos fatalidad no es otra cosa que el regreso de las cuentas pendientes, un regreso que el protagonista del cine negro acepta sin pestañear porque de algún modo comprende que mientras se está vivo pasado, presente y futuro existen formando una estructura irrompible de sentido que configura la propia vida, la propia identidad.
En "Retorno al pasado", Jeff Bailey (magníficamente interpretado por un pétreo Robert Mitchum) tampoco puede escapar a la alargada sombre de sus cuentas pendientes. Estas le encontrarán regentando una gasolinera bajo otro nombre y en medio de ninguna parte y le devolverán a un pasado en el que Catie Moffet (Jane Greer), uno de los personajes de mujer fatal por excelencia de toda la historia del cine negro, es la abeja reina de una colmena de intereses creados, muerte, dinero y perdición.
Bailey regresará de mala gana y descubrirá, como escribe Ruben Blades, que las cuentas del alma siempre son las más duras de pagar.
Obra maestra.
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