Se deshace la mañana despacio,
gota a gota,
inevitablemente
fuera de la clepsidra.

Y los ojos que la contemplan derramarse
sobre la transparencia del aire helado
nunca son los mismos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti

La paradoja trágica de Charlie Kirk