Buscas las palabras que te faltan
en el fondo del barril de tu boca,
pero nada encuentras.
Y mientras tanto estalla el sol.
Y los latidos del corazón
se te enredan en el pecho
componiendo un asfixiante galimatías
que te convierte en puro silencio.
No hay prisa.
Olvidaste la memoria de esos ojos
que te contemplan tan ciertos,
que te miran desde tan lejos.
Ahora eres otro.
Fue que prendió el tiempo.

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