NO MIRES PARA ABAJO
No es fácil el cine de Eliseo Subiela... y no lo es precisamente desde la vertiente conceptual, que es de donde suelen proceder casi todas las complejidades expositivas, sino por la sobrerepresentada presencia de lo emocional, de la poesía, de la palabra poética en la realidad que Subiela construye imagen a imagen en sus películas.
El cine de Subiela vive una precaria existencia en la delgada línea que separa lo sublime de lo ridículo y esa existencia como no puede ser de otra forma siempre es difícil e incierta... y mucho más ahora, en este mundo-supermercado en el que vivimos, propuestas en las que la poesía forma parte de la vida, tienen un lugar tan real en las imágenes que se contemplan como la entrada en un café, resultan complicadas.
La propuesta de este director argentino discurre contracorriente, peor al mismo tiempo parece suceder firme en el tiempo con una producción constante de títulos allá en su argentina natal.
"No mires para abajo" en absoluto está entre lo mejor de la filmografía de Subiela.
Leandro, un joven soñador que no hace mas que ver el desconcertado fantasma de su padre recién muerto, acaba cayendo en una de sus excursiones nocturnas de sonámbulo en la cama de Elvira... y también terminará cayendo entre sus piernas.
Puedo intuir la intención que anima a Subiela: la construcción de un personaje, Leandro, que ante los reveses de la vida aprende la importancia del esfuerzo por sobreponerse a la decepción para mantenerse realmente vivo y en el mundo, en condiciones de disfrutar; el esfuerzo para evitar la decepción, el esfuerzo para no mirar hacia abajo, donde están las cosas que no suelen hacer tropezar, sino hacia arriba, donde suelen estar las cosas que nos hacen volar.
Y es una propuesta interesante, pero hay cosas que fallan en el tránsito de convertir esa propuesta en acto.
"No mires para abajo" resulta demasiado premiosa en su desarrollo, especialmente en todo lo que tiene que ver con las escenas de sexo/amor que Leandro y Elvira protagonizan durante buena parte de la película. Parece como si un ser tan aéreo como Subiela no supiera abordar al cuerpo a cuerpo que viven constantemente los dos protagonistas, produciendo imágenes morosas, poco creíbles, pura forma vacía que lastran con su peso de mármol de Carrara el vuelo de una historia que sin ellas hubiera resultado un más que interesante medio metraje.
Al final, Leandro comprenderá la importancia de no mirar hacia abajo con la ayuda del fantasma de su padre, impecablemente vestido y con un montón de discos de John Coltrane bajo el brazo, pero el espectador no entenderá que es lo que Leandro puede echar de menos de una Elvira que en absoluto está construida para llegar al espectador.
Nada recomendable si uno quiere ver una película de Subiela, para el resto... con reparos.
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