jueves, julio 14, 2011
BLACKTHORN
Durante buena parte de su metraje, "Blackthorn" es una película sencillamente pasmosa... Personajes, situaciones, paisajes, diálogos...
"Blackthorn" recupera con talento y amor esa posibilidad que tiene el cine de hablar del tiempo y el espacio con la suficiente poesía como para que el corazón enmudezca. Y hablo de un cine puro, esencial basado en rostros y en palabras, en el que la acción solo sucede como inevitable mecanismo de resolución de conflictos trágicos basados en el antagonismo insoslayable entre irreconciliables puntos de vista.
Y en este sentido "Blackthorn" es un original que nada tiene de copia... y se nota.
Lástima que, como los protagonistas, la película se desmaye justo después de abandonar las memorables secuencias del desierto salado en un intrincado caleidoscopio de coincidencias que sólo el maestro Hitchcock podía hacer creíbles, coincidencias que introducen innecesariamente líneas narrativas que engordan la límpida y clara proporcionalidad de una hasta el momento hermosa figura narrativa.
Luego la historia remonta hasta un hermoso final abierto de esos que se llevan la mirada consigo, pero el que les escribe tiene que confesar que le queda todavía bronca por haberse quedado a sólo quince minutos de ver una obra maestra total y absoluta.
No obstante, "Blackthorn" es una película extraordinaria presidida en todo momento por la presencia magnética de ese genio beatnik y outsider llamado Sam Shepard que, como actor, y cuando se le da la oportunidad, tiene el talento de mostrar vida y realidad en cada gesto que hace y cada palabra que pronuncia.
Brillante.
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