Puede sentir cómo el tiempo
le atraviesa el cuerpo vestido de brisa.
La corriente de los instantes pasando,
desgastando su ser de manera inexorable
y todas esas cosas que sangran tanta palabra vana.
Incluso se imagina con desgana como una de esas rocas
que, pese a su firmeza, el viento erosiona, desgasta
justo cuando el sol roza la línea del horizonte
en su impecable y silencioso descenso
sobre la reflectante superficie casi sólida
del inmenso y desmemoriado oceano en calma.

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