domingo, agosto 21, 2011
"Hay masas, pero falta ejemplaridad..."
(¿Eclipse de Dios?)
Por ejemplo, millones de jóvenes soportando un arrasador sol de 40 grados durante todo el día, esperando a escuchar lo que el Papa tiene que decir, pero éste, interrumpido por una tormenta, decide no continuar con su discurso...
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Seguro que se lo han perdonado, pero ese perdón no debe disimular el hecho de que debería haber continuado el discurso... después de todo se trata del presuntamente santo mensaje de un presuntamente hombre santo, pero una tormenta lo interrumpe y después queda interrumpido, cortado, para siempre.
Alguien se imagina el sermón de la montaña interrumpido para siempre por una tormenta.
El mensaje siempre es el mensaje y su peso y su valor deben definir su relación con las circunstancias siempre cambiantes de la existencia. Y si es tan esencial nada debe interrumpirlo, pero no debería ser muy importante lo que Ratzinger iba a decir porque podrá esperar ya para siempre... o quizá es que puede ser obviado porque en realidad se trata de lo de siempre.
En fin, un ejemplo más de que a la iglesia le sobra la literatura galante, poesía pastoril sobre la alegría y el amor y le falta el ejemplo, el compromiso real con una sociedad cada vez más injusta. Y sobre ese compromiso la iglesia pasa de puntillas, montada sobre unos mocasines de raso rojos, cumpliendo desde luego la encomiable tarea caritativa de asistir a los restos del naufragio, pero no haciendo realmente nada que pueda realmente influir en el intento decidido de evitar todo ese dolor.
Y esa hipocresía esencial es la que la lastra dentro de un mundo que, por su cuenta (y riesgo), se aleja cada vez más de lo espiritual.
Y en realidad la iglesia necesita a los jóvenes mas que los jóvenes a la iglesia... o por lo menos en igual medida porque es verdad que son el futuro, pero un futuro desde la perspectiva de la viabilidad de la Iglesia como proyecto.
¿Dónde está la doctrina social de la iglesia?
Tan preocupada por el aborto, por el destino de los que aún no han nacido, y tan poco preocupada por el destino de los que están ya en el mundo, salvo para recoger los pedazos de todos aquellos a los que ya ha triturado un mencanismo para el que la iglesia parece no tener opinión ni calificación moral y, en el caso de que la tenga de palabra, en algún discurso, mucho más brillan por su ausencia los posicionamientos, las acciones, las intervenciones, la participación real en un mundo real que la devuelvan a la arena, al riesgo de ser devorada por los nuevos leones de los nuevos emperadores.
La JMJ termina hoy y el ayuntamiento debería instaurar un servicio de barrenderos poéticos que se lleven al vertedero límbico de la vaciedad los millones de toneladas de metáforas, retruecanos y metonimias que se han vertido en las calles de Madrid a lo largo de toda esta semana.
¿Dónde están todos esos cristianos los días de diario a las ocho y media de la mañana?
Yo no los veo.
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