domingo, enero 21, 2007

"El ser humano pertenece a dos mundos:

- el mundo de la naturaleza, de lo sensible, de lo fenomenal o reino de la causalidad y la heteronomía. En su cuerpo, en su yo empírico (subjetividad individual), en sus sentidos y en sus pasiones, el individuo depende de este mundo.

- el mundo noumenal o mundo en sí, inteligible, espiritual: el mundo de la razón y de la libertad, del reino de los fines y de la autonomía, el mundo del yo trascendental caracterizado por la voluntad libre y racional.

En esta doble pertenencia estriba la dificultad para ser moral, pues el primer mundo y sus heteronomías (impedimentos físicos, necesidades, deseos, afectos, inclinaciones, ...) interfieren sin tregua las exigencias puras de lo segundo. Estas interferencias no sólo se oponen a la moralidad, sino también a la felicidad de los seres humanos"
("La moral según la crítica de la razón práctica, Historia de la filosofía: del renacimiento a la postmodernidad, Gilbert Hottois)

O lo que es lo mismo, el origen de la tragedia.

El abismo que separa la realidad del deseo, un abismo que forma parte de cada uno de nosotros.

Todos vivimos en Hollywoodland.
Asumiendo siempre(lo queramos o no) el riesgo de la locura, de la decepción.

3 comentarios:

  1. Al fin y al cabo,es una elección libre y personal;por eso disfrutamos viviendo como elegimos y asumiendo los riesgos,evidentemente...
    Pero...¿ quién se resiste?
    Saludos.

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  2. Anónimo11:34 p. m.

    Quizás los problemas viene cuando la balanza se desequilibra, pero como decía John Milton.
    "Más vale reinar en el Infierno, que servir en el Cielo".

    Un beso

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  3. Anónimo12:51 a. m.

    Afán para no separarme de ti,
    por tu belleza, lucha por no quedar en dónde quieres tú,
    aquí en los alfabetos, en las auroras, en los labios.
    Ansia de irse dejando atrás anécdotas, vestidos, caricias,
    de llegar atravesando todo lo que en ti cambia,
    a lo desnudo y a lo perdurable.
    Y mientras siguen dando vueltas y vueltas, entregándose,
    engañándose, tus rostros, tus caprichos y tus besos,
    tus delicias volubles, tus contactos rápidos con el mundo,
    haber llegado yo al centro puro, inmóvil, de ti misma,
    y verte cómo cambias, y lo llamas vivir,
    en todo, en todo si, menos en mí, dónde te sobrevives.

    pedro salinas

    ¿Con que quedarse?

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