martes, junio 12, 2007

FIN DE LA TREGUA

Lo mantengo.
Nunca se dieron las circunstancias para la paz.
Hubiera estado muy bien, pero no. Nunca se dieron esas condiciones. En el mejor de los casos la realidad se confundió con el deseo.
Ahora estamos por fin todos unidos, esperando a un Godot que no llegará.
Volvemos al punto de partida y quizá todavía, si los brutos cachorros de ETA aprenden bien los manuales, alguien tenga que morir por nada y para nada y con un poco de suerte ni eso... Alguna bomba abandonada en algún polígono perdido. Justamente lo que sudecía antes de toda esta locura de grandes palabras y pequeñas acciones con vocación de grandiosas.

Lo mantengo.
ETA ya no existe.
Nunca volverá a ser lo que fue y se está hablando demasiado de ella.
Como si el viciado discurso político, que como una maldición nos asola, necesitara de ella para conmovernos, para resultar más verdadero.
Es su alargada sombra proyectada desde el pasado -y no a otra cosa más real- lo que ahora tememos, como si en el fondo no pudieramos vivir sin ella presos de un extraño sindrome de Estocolmo.

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