BERLUSCONI
Tiene mérito ser Berlusconi y no haber muerto (real o simbólicamente) en el intento.
En mi caso, personalmente, creo que no hubiera podido jamás llegar a serlo. El éxito arrollador me hubiera triturado, hubiera hecho de mi un guiñapo.
Estoy seguro.
Pensadlo bien.
Empresario de éxito, dueño de un club de fútbol también de éxito, político de éxito, productor de todo un paquete de medidas legislativas que le benefician a él mismo y a su negocio y, por si ya faltaba algo, vuelve a ganar unas elecciones. Un nuevo éxito... Berlusconi ha vuelto a contar con la confianza del pobre pueblo italiano.
¿Donde está el limite?
Es difícil saberlo cuando todo parece salirte tan bien. El fracaso nos mide, nos limita, nos hace cuestionarnos, nos vuelve prudentes, nos impide decir todo lo que pensamos, pero este no es el caso de Berlusconi.
De forma evidente ha utilizado los mecanismos del estado italiano para beneficiarse y protegerse y los italianos han vuelto a votarle en masa... Es difícil pensar para su autor que el show Berlusconi tenga temas que no deban ser tocados, límites.
Por eso la emprende con el gobierno femenino y feminista de nuestro presidente Zapatero.
¿Qué mas da?
Berlusconi ya está por encima del bien y del mal. Sus propios compatriotas, como los alemanes votando a Hitler (aunque haya que salvar bastantes distancias), le han colocado allí, en el Olimpo de "i vitelloni".
Y el lo sabe y su confianza en su magia es por tanto absoluta...
No descartaría que se presentara a su investidura luciendo una bandana... Miramos hacia Italia. Grandes prodigios de todo a cien empiezan a dibujarse en sus cielos.
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