Nada nuevo ni sorprendente sucede en esta tercera entrega de la saga nacida directamente de los video juegos. Tampoco lo esperaba.
La película es una nueva vuelta, la tercera, a las claves de la saga. Todos los personajes, todas las situaciones, se comportan y suceden de acuerdo con lo esperado.
No creo que tuviera mucho éxito en la taquilla.
Y lo curioso es que la sucesión de hambrientos zombies, que por cierto parecen haber cometido todos el mismo error de comerse a su dentista, me dió que pensar.
Hay algo en ellos que tiene claramente que ver con la deconstrucción de lo humano, la extrema animalización que, pasando por la muerte, les convierte en una horda indiferenciada de seres que vagan por el mundo satisfaciendo la necesidad básica de alimentarse.
Seguramente, en toda su fealdad, son una imagen poética de una parte de nosotros mismos o de aquello en lo que podemos convertirnos cuando nos amputamos determinadas cualidades y aspectos que nos hacen auténticamente humanos y nos convertimos en máquinas que compulsivamente trabajan o compulsivamente desean perdidos en el laberinto de pasillos de este gran supermercado que es la sociedad de consumo.
¿Nunca has andado con un zombi?
No hay comentarios:
Publicar un comentario