Recordando lo obvio: el gran timo de las privatizaciones
Lo llaman eficiencia, pero es saqueo: convertir bienes comunes en rentas privadas garantizadas.
Durante cuarenta años nos vendieron que privatizar era modernizar. Hoy sabemos la verdad: es un mecanismo de extracción de rentas que deteriora servicios esenciales y transfiere riqueza pública al capital privado
Durante décadas, la privatización se presentó como la gran promesa de la modernización: más eficiencia, menos gasto, mejor gestión. La retórica era seductora, pero la práctica ha sido otra cosa. Hoy, tras cuarenta años de experimentos en agua, energía, transporte, sanidad, cuidados y hasta prisiones, la evidencia es abrumadora.
La privatización de los servicios esenciales no funciona.
Y no funciona por una razón incómoda para cualquier gobierno: introduce una lógica —la maximización del beneficio— que es incompatible con la esencia del servicio público: garantizar derechos universales.
El fracaso no es coyuntural. No depende de la ideología ni de la calidad del gestor. Es estructural.
1. La incompatibilidad lógica: cuando el beneficio exige destruir el servicio
La investigación en economía del sector público y teoría del monopolio natural es clara: los servicios esenciales —agua, electricidad, transporte, sanidad, educación, cuidados— no funcionan bajo lógica de mercado.
Tres rasgos lo explican:
1.1. Monopolios naturales
En estos sectores, la eficiencia se obtiene con un único proveedor. Privatizar no genera competencia: sustituye un monopolio público por uno privado.
1.2. Demanda inelástica
No se puede dejar de consumir agua, luz o salud. El consumidor no “elige”: está cautivo.
1.3. Imposibilidad de seleccionar clientes
El servicio debe atender a todos, incluidos los casos más caros o menos rentables.
En estas condiciones, el beneficio privado no surge de competir o innovar. Surge de extraer renta:
- Subir tarifas.
- Reducir personal.
- Precarizar condiciones laborales.
- Recortar mantenimiento.
- Blindar contratos.
- Transferir riesgos al Estado.
El margen privado se construye a costa del servicio.
2. La matriz ideológica: cómo se construyó el consenso privatizador
La privatización masiva no fue una respuesta técnica a problemas reales de gestión. Fue un proyecto político deliberado, impulsado desde los años 80 por la revolución neoliberal de Reagan y Thatcher.
2.1. La construcción del relato
El discurso era simple y efectivo:
- Lo público es ineficiente, corrupto, burocrático.
- Lo privado es ágil, innovador, eficiente.
- El mercado asigna recursos mejor que el Estado.
- La competencia beneficia al ciudadano-consumidor.
Este relato se instaló en universidades, medios, organismos internacionales y partidos de todo el espectro. Se volvió sentido común. Pero no era economía: era ideología.
2.2. FMI y Banco Mundial: la privatización como condición
Durante décadas, los países en crisis acudieron al FMI y al Banco Mundial. El precio del rescate era siempre el mismo:
- privatizar agua,
- privatizar energía,
- privatizar sanidad,
- privatizar transporte,
- privatizar pensiones.
Desde Bolivia hasta Grecia, la privatización no fue elegida: fue impuesta como condición para sobrevivir.
2.3. Captura regulatoria y contratos blindados
Privatizar no es transferir gestión: es transferir poder.
Las grandes corporaciones:
- redactan licitaciones a su medida,
- blindan contratos a 20–40 años,
- exigen compensaciones millonarias si se revierte la privatización,
- colonizan organismos reguladores mediante puertas giratorias.
El resultado: privatizaciones irreversibles, opacas y enormemente costosas.
2.4. El papel de las consultoras: ingeniería de legitimación
McKinsey, PwC, Deloitte o KPMG no son observadores neutrales. Han sido arquitectos de la privatización global.
Su función:
- producir informes que “demuestran” la ineficiencia pública,
- diseñar estructuras financieras y APP,
- asesorar simultáneamente al Estado y a las empresas licitadoras,
- justificar decisiones políticas con apariencia de rigor técnico.
El negocio no era la eficiencia: era la legitimidad.
2.5. Lo público como fuente de renta para el capital privado
Los servicios públicos representaban:
- activos millonarios,
- flujos de ingresos estables,
- riesgo bajo o nulo,
- consumo garantizado.
Privatizarlos significaba transformar bienes comunes en activos financieros. Fue un mecanismo de acumulación por desposesión: sacar riqueza de lo público y transferirla al capital privado.
3. La promesa de eficiencia nunca se cumplió: el sobrecoste fiscal
El caso más estudiado es el del modelo PFI del Reino Unido.
- Inversión real: £13.000 millones.
- Coste total estimado para el contribuyente: entre £80.000 y £300.000 millones.
El sobrecoste alcanza el 200%–300%. ¿Por qué?
Porque el sector privado se asegura ingresos blindados durante décadas, mientras que el Estado retiene todos los riesgos: fallos técnicos, demanda, rescates, quiebras.
Cuando Carillion colapsó, el Estado tuvo que rescatar hospitales y servicios esenciales.
Privatizar beneficios; socializar pérdidas.
4. Donde el beneficio mata: cuidados, salud y seguridad
Residencias de mayores (Madrid, 2020)
- Públicas: 7,4% de mortalidad.
- Externalizadas: 21,9%.
- Privadas con ánimo de lucro: 20,6%.
El margen privado se obtiene reduciendo personal y tiempo de atención. Menos cuidados = más muertes.
British Rail
- Tarifas más altas.
- Peor puntualidad.
- Más accidentes.
- El doble de subvenciones públicas que antes.
Railtrack recortó mantenimiento para aumentar beneficios. El resultado fue una serie de accidentes mortales y, finalmente, la renacionalización.
5. El agua: el caso paradigmático
Más de 1.200 ciudades han remunicipalizado agua en la última década.
Los motivos:
- tarifas al alza,
- falta de inversión,
- opacidad financiera,
- peor servicio,
- contratos abusivos.
Ejemplos:
- París: ahorro de 35 millones de euros en el primer año tras remunicipalizar.
- Houston / Hamilton: ahorro del 17%–21%.
- Berlín: tuvo que pagar 1.300 millones para recomprar lo que nunca debió privatizar.
El mensaje es claro: lo público vuelve porque funciona mejor.
6. Las excepciones que confirman la regla
La privatización funciona en sectores donde:
- hay competencia real,
- la demanda es elástica,
- el consumidor puede elegir,
- la innovación reduce costes.
Ejemplos: telecomunicaciones, logística no crítica.
Pero incluso ahí, la eficiencia depende de regulación estatal fuerte. Cuando la regulación se debilita, el abuso aparece.
7. Conclusión: la privatización fracasa porque no puede funcionar
La evidencia global —económica, fiscal, social y moral— converge en una misma conclusión:
Para que el sector privado obtenga beneficio en un servicio esencial, ese servicio tiene que deteriorarse.
No es un fallo técnico.
No es mala gestión.
No es corrupción.
Es aritmética.
Privatizar convierte:
- derechos en tarifas,
- ciudadanía en clientela,
- igualdad en segmentación,
- continuidad en precariedad,
- lo común en negocio extractivo.
Por eso la remunicipalización avanza.
Por eso el mito neoliberal se descompone.
Por eso cada intento termina igual:
precios más altos, peor servicio y rescate público final.
Lo público no es perfecto.
Pero en los servicios esenciales, es lo único que funciona.


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