Así sobrevivió Ferguson 26 años en Old Trafford: delegar el estilo, dominar el club
En el fútbol actual, los entrenadores duran poco. Muy poco. A veces ni un año. Basta una mala racha de resultados para que un proyecto se venga abajo. La paciencia escasea y los clubes viven atrapados en la urgencia. Por eso, cuando alguien recuerda que Sir Alex Ferguson estuvo 26 años al frente del Manchester United, la reacción suele ser de asombro: ¿cómo es posible algo así?
La respuesta es sencilla y, a la vez, contraintuitiva: Ferguson no sobrevivió tanto tiempo porque fuera un entrenador más genial que nadie, sino porque en realidad no era solo un entrenador.
El Ferguson mal entendido
Cuando pensamos en Ferguson, lo imaginamos en el banquillo de Old Trafford, mascando chicle y con gesto serio. Pero reducirlo a esa imagen es quedarse corto.
Para entenderlo, conviene mirar al rugby, donde existe la figura del director of rugby: alguien que diseña la filosofía general del club, toma las decisiones clave y controla la cultura del equipo, pero que no se encarga de la táctica diaria.
Ferguson fue eso mismo en el United: un director de fútbol. No era el que dibujaba la presión en la pizarra o ensayaba las salidas de balón. Su tarea era otra: marcar el rumbo, gestionar egos imposibles y mantener la ambición intacta temporada tras temporada.
Lo que hacía Ferguson (y lo que no)
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Tenía la última palabra en los fichajes: desde Cantona hasta Cristiano Ronaldo.
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Se encargaba de imponer disciplina: su famoso “hairdryer treatment” (un broncazo tan cerca que parecía un secador en la cara) es ya leyenda.
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Era un maestro de la motivación: convencía a sus jugadores de que nunca había que rendirse. El “Fergie Time” nació de esa mentalidad.
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Y, sobre todo, delegaba lo táctico en sus segundos.
Ahí está el secreto: Ferguson no impuso un estilo único como Guardiola o Klopp. El United jugaba de maneras diferentes según el momento, porque los encargados de diseñar el fútbol del día a día eran sus ayudantes.
Los segundos que moldearon al United
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Brian Kidd (años 90): acompañó la irrupción de la Class of ’92 (Giggs, Beckham, Scholes, Neville). Su United era ofensivo, con extremos abiertos y un 4-4-2 clásico.
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Steve McClaren (1999–2001): pieza clave en la histórica Champions de 1999. Introdujo variantes tácticas más modernas y flexibles.
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Carlos Queiroz (2002–08): trajo una visión más continental. Con él, el United aprendió a defender mejor y a contraatacar a la velocidad de un rayo. Fue clave en la etapa de Ronaldo, Rooney y Tévez.
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Mike Phelan (2008–2013): menos innovador en lo táctico, pero perfecto para mantener unido al vestuario en los últimos años de Ferguson.
Cada etapa del United tenía el sello del segundo entrenador de turno, mientras Ferguson mantenía la autoridad global y el espíritu competitivo.
En realidad, más de un entrenador
Decir que Ferguson fue entrenador del United durante 26 años es verdad… pero incompleto. En ese periodo, el United tuvo varios entrenadores distintos bajo su paraguas. El estilo lo dictaban los asistentes; la ambición y el control, Ferguson.
Y ahí radica su genialidad: supo rodearse de los técnicos adecuados en cada momento y adaptarse sin perder nunca el mando. Por eso se mantuvo tanto tiempo. Y por eso, cuando se retiró en 2013, dejó un vacío que nadie ha logrado llenar.
Porque lo que se fue no fue solo un entrenador. Lo que se fue fue una forma de dirigir un club de fútbol.
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