La salvedad española: por qué una "victoria" en encuestas puede no dar gobierno

La salvedad española: por qué una "victoria" en encuestas puede no dar gobierno

Cómo la mecánica electoral convierte porcentajes en escaños de forma no lineal

23 de julio de 2023. El PP gana las elecciones con 136 escaños frente a los 122 del PSOE. Los titulares son unánimes: "victoria del PP", "derrota de Sánchez", "la derecha supera a la izquierda". El análisis parece sencillo: más votos, más escaños, por tanto más poder.

Dos meses después, Pedro Sánchez es investido presidente del Gobierno.

En un vistazo: El sistema electoral español no funciona como un plebiscito nacional. Se eligen 350 diputados en 52 circunscripciones provinciales usando la fórmula D'Hondt. Esto hace que ganar en votos no garantice gobernar, especialmente en escenarios de distancias cortas. El mecanismo clave es la fragmentación: un bloque concentrado (como el PSOE con satélites pequeños) convierte votos en escaños mejor que un bloque fragmentado (como PP-Vox con pesos similares). En provincias pequeñas, el último escaño se decide con cortes duros, y ahí la fragmentación se paga caro. 2023 no fue una anomalía: fue el sistema funcionando exactamente como está diseñado.


El problema no está en el sistema. El problema está en cómo lo leemos

¿Contradicción? ¿Anomalía? No. Pura mecánica electoral española. Porque lo que parece una paradoja es, en realidad, el funcionamiento exacto del sistema. Un sistema que casi nadie mira con atención hasta que los resultados sorprenden.

Cada vez que sale un barómetro del CIS, los medios publican la foto plana: "PP 22,4%, PSOE 31,4%, Vox 17,6%". Todo el mundo mira esos números. Todo el mundo debate si el PP sube o baja, si el PSOE se consolida, si Vox retrocede. Árboles que no dejan ver el bosque.

Porque ese bosque —el que realmente explica quién gobierna— no está en los porcentajes de intención de voto. Está en la conversión de esos porcentajes en escaños. Y esa conversión no es lineal, ni proporcional, ni neutral. Es un proceso lleno de matices mecánicos que premian unas configuraciones y penalizan otras.

La ilusión del plebiscito presidencial

La mayoría de la gente consume encuestas como si España eligiera presidente directamente. Como si el día de las elecciones se contaran todos los votos del país, se viera quién tiene más, y esa persona pasara automáticamente a La Moncloa.

Esa lectura tiene sentido en sistemas presidencialistas puros. Pero en España no funciona así. Aquí no se elige un presidente nacional por voto popular directo. Se eligen 350 diputados repartidos en 52 circunscripciones provinciales distintas, con tamaños que van desde 1 escaño (Ceuta, Melilla) hasta 37 (Madrid). Y dentro de cada provincia, los escaños se reparten según la fórmula D'Hondt.

El resultado: un mismo porcentaje de votos puede dar escaños muy distintos según cómo se distribuya territorialmente y cómo se fragmente dentro de cada bloque ideológico.

Ahí está la clave de 2023. El PP ganó en votos… pero no construyó el margen parlamentario suficiente para impedir que el PSOE formara una mayoría alternativa. No porque el sistema estuviera "amañado". Sino porque el sistema funciona exactamente como está diseñado: premiando la concentración del voto y penalizando la fragmentación en distritos pequeños.

Y este mecanismo se vuelve decisivo precisamente cuando estamos donde estamos ahora: escenarios de distancias cortas. Cuando PP y PSOE van separados por 5-10 puntos y ningún bloque tiene mayoría clara, la fragmentación interna marca la diferencia entre gobernar y no gobernar. En cambio, con victorias amplias (15-20 puntos de ventaja), el sistema castiga menos porque hay margen de sobra. 2023 no fue una excepción. Fue el primer aviso de lo que pasa cuando todo está ajustado.


1) España no vota a nivel nacional: vota por provincias

Una encuesta nacional resume, pero el Congreso no se elige así. Se elige por circunscripciones provinciales, con repartos separados. Y dentro de cada provincia los escaños se asignan con D'Hondt.

No hay "escaños de la derecha" y "escaños de la izquierda". Hay escaños del PP, de Vox, del PSOE, de Sumar… y punto.

2) Primer eje: D'Hondt dentro de provincias pequeñas hace que el voto "se pague" distinto

Aquí está el mecanismo que casi nunca se pone en primer plano:

D'Hondt ya premia la concentración.

Pero lo decisivo en España es que D'Hondt opera dentro de distritos pequeños o medianos.

En provincias con pocos escaños, el último se decide con cortes duros: entras o no entras. Y ahí la fragmentación se paga, porque aumenta el riesgo de que una sigla se quede cerca… pero fuera.

Resultado: un bloque más concentrado suele convertir mejor votos en escaños, porque minimiza voto que no llega al corte del escaño de cierre.

No es ideología. Es aritmética.

3) Segundo eje: una cosa es el bloque; otra, el partido hegemónico

Aquí viene el matiz fino, el que explica por qué las encuestas engañan cuando se leen como si el país eligiera "ganador" a nivel nacional:

A nivel de bloque, la concentración ayuda.

A nivel de partido líder, tener un "segundo" fuerte te recorta premio, porque ese segundo te disputa escaños directamente.

Es decir: el bloque puede sumar bien… pero el partido hegemónico no necesariamente obtiene un colchón suficiente para gobernar.

4) La foto CIS diciembre 2025 ilustra lo importante (y no es "quién va primero")

El CIS de diciembre de 2025 (estimación) da algo así: PSOE 31,4; PP 22,4; Vox 17,6; Sumar 7,8; Podemos 4,1; SALF 2,4.

Lo interesante aquí no es el titular fácil. Lo interesante son dos cosas que casi nadie subraya:

  • El PSOE concentra mucho más su bloque que el PP el suyo: sus satélites son pequeños comparados con Vox.
  • Vox es un socio-rival grande: aunque el bloque de derechas vaya fuerte, Vox puede absorber una parte sustancial del rendimiento en escaños y reducir la ventaja "del PP" sobre el PSOE.

Esto no significa que el sistema "favorezca al PSOE". Significa que favorece la concentración, y que el reparto interno del bloque puede limitar el premio del partido líder.

5) Dos micro-simulaciones: el escaño de cierre no se decide en titulares

No hace falta convertir España entera en una tabla. Basta con entender dos escenas.

A) Misma suma de bloque, distinto resultado por concentración

Distrito de 5 escaños:

  • Bloque A: 50 (una lista)
  • Bloque B: 28 + 22 (dos listas)

El bloque A tiene más facilidad para colocar un tercer cociente competitivo y llevarse el escaño de cierre. Repite esto en varias provincias y te cambia una legislatura.

B) El bloque puede ir bien; el líder no despega

Si PP va primero pero Vox va cerca, Vox se lleva escaños que en otro escenario engordarían la cifra del PP. El bloque suma, sí. Pero el PP no construye margen propio.

6) 2023: el caso que mucha gente sigue explicando mal

En 2023 el PP ganó en escaños… y no gobernó. ¿Por qué? Porque no consiguió la distancia parlamentaria suficiente para impedir una mayoría alternativa.

Eso es lo que pasa cuando miras el porcentaje como si fuera un plebiscito y no miras la mecánica de conversión a escaños.

7) La salvedad que hay que añadir siempre al leer encuestas

Cuando una encuesta diga "gana la derecha y dentro gana el PP", lo correcto es añadir cuatro preguntas:

  1. ¿Cuál es la distancia real entre bloques y entre partidos líderes?
  2. ¿Cómo está la fragmentación dentro de cada bloque en provincias pequeñas y medianas?
  3. ¿Hasta qué punto el socio-rival (Vox) recorta el premio del PP dentro del bloque?
  4. ¿Qué distancia real deja eso para una investidura, no para un titular?

Porque en España puedes ganar el voto y aun así no ganar el poder. Y cuanto más ajustado esté todo, más probable es que ocurra.


Cierre: El sistema favorece la concentración

El sistema no favorece a un partido en abstracto. Favorece una cosa: concentración. Y en un país de provincias pequeñas, esa concentración decide gobiernos. Por eso el barómetro se comenta como si fuera una carrera de porcentajes, cuando lo que explica 2023 —y lo que puede volver a explicarlo— es el reparto real: fragmentación, escaños de cierre y margen parlamentario.

Nota final: La próxima vez que veas una encuesta, no te quedes en los titulares. Pregúntate: ¿cuál es la distancia real? ¿Cómo se reparte internamente cada bloque? ¿Qué pasa en las provincias pequeñas? Porque en España, la aritmética electoral no es neutral. Y en tiempos de distancias cortas, esa aritmética es la que decide quién gobierna.


#SistemaElectoral #España #Elecciones #DHondt #Política


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti

Lo que sí existe: desmontando el mito de las denuncias falsas