Zelensky en Kupiansk
Cuando el objetivo de una operación militar no es el mapa, sino la foto
La ofensiva ucraniana en Kupyansk debe entenderse como lo que es: un golpe de propaganda de alta necesidad ejecutado días antes de la reunión Trump-Zelensky. Su sentido no es territorial ni operacional, sino político-mediático. Producir un hecho visible —una pequeña ventaja táctica— que pueda convertirse en capital de negociación. En una guerra financierizada, donde el sostén depende de apoyos externos, la batalla por el marco puede condicionar las decisiones operacionales. El éxito se mide en publicaciones de prensa y reuniones diplomáticas, no en líneas de frente. Kupyansk es la aplicación práctica de esta lógica: el objetivo nunca fue el mapa, sino la foto.
En un vistazo: La ofensiva ucraniana en Kupyansk no es un giro militar decisivo, sino una operación de propaganda estratégica diseñada para máximo retorno político-mediático. Como he explicado en mi análisis sobre la guerra financierizada, cuando el sostén material depende de apoyos externos, la batalla por el marco puede condicionar las decisiones operacionales. Kupyansk representa la aplicación práctica de esta lógica: una acción táctica limitada, ejecutada días antes de la reunión Trump-Zelensky, convertida en "evento" para sostener el crédito político. Su función principal no es territorial, sino demostrar capacidad de iniciativa en un momento donde la pérdida de Pokrovsk y el cruce del Hushei han forzado a Ucrania a un triage militar urgente. El objetivo nunca fue el mapa, sino la foto.
Como expliqué en mi anterior análisis sobre la guerra financierizada, cuando el sostén material depende de apoyos externos, la batalla por el marco acompaña al frente y, en ciertos momentos, lo manda. La ofensiva ucraniana en Kupyansk debe entenderse, ante todo, como un golpe de propaganda de alta necesidad y bajo coste dentro de esta lógica. Su sentido principal no es territorial ni operacional, sino político-mediático: producir un hecho visible —una pequeña ventaja táctica en un frente secundario— que pueda convertirse inmediatamente en capital de negociación y en prueba pública de continuidad en una guerra donde la percepción de agotamiento pesa casi tanto como el desgaste real.
Este encuadre pertenece a una guerra "financierizada": cuando el sostén material depende en gran medida de apoyos externos, la guerra se libra también en crédito, confianza y relato. La batalla por el marco no sustituye al frente; lo acompaña y, en ciertos momentos, lo manda. El éxito de Kupyansk se mide, por tanto, en publicaciones de prensa y reuniones diplomáticas, no en líneas de frente.
1) El objetivo no es el mapa: es el marco
La imagen de Zelensky ante el cartel de la ciudad funciona como pieza central del episodio: es una prueba simple, compartible y difícil de refutar. No pretende anunciar una victoria estratégica; pretende fijar un mensaje propagandístico: Ucrania aún puede elegir puntos, concentrar fuerzas y golpear. En un contexto de conversaciones y reajustes diplomáticos, ese mensaje vale más que el detalle exacto de cada calle.
Kupyansk se convierte así en un "evento propagandístico": una acción quirúrgica con suficiente verosimilitud militar para sostenerse y máxima legibilidad mediática para convertirse en argumento. La toma de Kupyansk es, por diseño, más una pieza de comunicación que una maniobra militar.
La foto como capital político: En una guerra financierizada, una imagen verificable de control territorial —por limitada que sea— vale más que extensas explicaciones sobre capacidad operativa. La escena de Zelensky ante el cartel de Kupyansk es el producto final de la operación, no un subproducto.
2) Por qué Kupyansk y por qué ahora
Kupyansk ofrece una combinación rara de ventajas:
Valor defensivo real: protege el óblast de Járkov y reduce el riesgo de que Rusia convierta esa región en un frente permanente de desgaste sobre la segunda gran ciudad del país.
Posibilidad de superioridad local: frente largo, fuerzas estiradas y prioridades rusas concentradas en otros ejes permiten —al menos durante una ventana— fabricar densidad operativa en un punto concreto.
Alto rendimiento simbólico: si el adversario venía insinuando control o caída, la escena del cartel invierte la carga de la prueba.
La sincronicidad no es coincidencia. La acción en Kupyansk se produce días antes de una crucial reunión entre el presidente Zelensky y Donald Trump. En este contexto, el golpe visible no es solo una "carta" para la mesa de negociación internacional general, sino una prueba de vida directa dirigida al actor político que más dudas siembra sobre la continuidad del apoyo militar y financiero a Ucrania. Presentarse ante Trump con la imagen de Kupyansk es una operación de aseguramiento de crédito político.
El timing como variable crítica: Kupyansk no es un episodio aislado, sino una pieza sincronizada con el calendario político estadounidense. La operación está diseñada para llegar a la reunión Trump-Zelensky con un argumento visual inmediato: Ucrania aún puede ganar batallas.
3) El precedente "tipo Kursk": golpe visible, utilidad política
El mecanismo recuerda a episodios previos: incursiones o contraataques de alcance limitado que no cambian el equilibrio de fondo, pero sí alteran durante un tiempo la conversación pública. No se busca una ruptura profunda; se busca una ventaja corta y presentable. En ese esquema, la operación cumple aunque sea efímera: basta con que exista, se vea y obligue al rival a responder. El coste de respuesta del adversario también es parte del beneficio.
4) El subtexto duro: el triage militar forzado por la derrota estratégica
La lectura estructural es más incómoda: esta clase de golpes no es una opción, sino una obligación impuesta por la realidad estratégica. La reciente caída de Pokrovsk ha cortado la vena logística de Ucrania en Donbass —específicamente la arteria M30 que alimentaba las posiciones ucranianas en toda la región— dejando a las fuerzas ucranianas sin un sostén viable. Simultáneamente, el cruce ruso del río Hushei en Zaporiyia ha eliminado la última barrera fluvial significativa antes del Dniéper, abriendo la ruta directa hacia la capital del óblast. La guerra en estos ejes estratégicos está, de facto, perdida.
El triage como consecuencia del colapso: Pokrovsk y Hushei no son derrotas tácticas: son cortes estructurales. La primera elimina la logística del Donbass; la segunda abre la vía hacia Zaporiyia ciudad. Ante esta realidad, el ejército ucraniano se ve forzado a abandonar la defensa uniforme y concentrar recursos en golpes selectivos de alto rendimiento político.
Este colapso fuerza al ejército ucraniano a un triage militar urgente. Un frente de mil kilómetros exige densidad. Si la densidad falta —por la necesidad de reasignar recursos desde Donbass— la respuesta racional no es "defenderlo todo igual", sino triar:
- Defender lo irrenunciable (Járkov y su entorno).
- Golpear donde el retorno sea máximo con coste relativamente bajo (Kupyansk, lejos del esfuerzo principal ruso y menos defendido).
- Convertir el golpe en tiempo, moral y argumento.
Esto sugiere un reposicionamiento drástico: menos dependencia de grandes ofensivas sostenidas en frentes insostenibles y más apuesta por ventanas tácticas que, como el ataque a Kupyansk, produzcan un retorno político inmediato que permita sostener la ayuda externa y, por tanto, el crédito de la guerra.
5) La contraofensiva digital como parte del mismo paquete
La oleada de memes, clips y narrativa celebratoria no es un fenómeno aparte. En guerras de desgaste, la capa informativa no es propaganda ornamental: es logística política. Sirve para sostener apoyo, frenar la fatiga del financiador, amortiguar malas noticias de otros frentes y reforzar la idea de que el esfuerzo aún tiene sentido. La clave no es si "exagera" o no. La clave es que el episodio está diseñado para ser consumido rápidamente por públicos externos: simple, visual, personalizable.
6) Lo más probable: Rusia tapa el agujero
Aquí conviene ser frío. Lo más probable es que Rusia reaccione, reordene prioridades, aplique fuegos, traiga reservas y reabsorba el golpe. Si Ucrania no tiene capacidad estratégica y táctica para explotar una ventaja local, la operación queda en "nada" en el mapa.
Pero eso no significa que quede en nada en política. El evento puede haber cumplido su función aunque el terreno se pierda después: durante días o semanas, instala la idea de que Ucrania sigue activa, que no está en colapso y que aún puede imponer costes.
La eficacia independiente del resultado territorial: Incluso si Rusia recupera Kupyansk en semanas, la operación ya habrá cumplido su función política. El objetivo no era mantener el terreno indefinidamente, sino producir un evento mediático que sostenga el crédito externo durante la ventana crítica de negociaciones.
Cierre
Kupyansk no es un giro militar decisivo; es la consecuencia visible de una derrota estratégica mayor en el este y el sur. Es, en esencia, un giro de enfoque: convertir acciones cortas, seleccionadas y legibles —como el evento de Kupyansk— en capital político para mitigar la verdad estratégica amarga de la pérdida del Donbass y la amenaza sobre Zaporiyia. En una guerra financierizada, donde el frente más importante es el financiero y el político, una ventaja táctica mínima, deliberadamente convertida en un símbolo propagandístico (la foto de Zelensky), vale infinitamente más que la realidad del mapa. Sostiene lo que realmente decide la continuidad: el crédito.
La gran ironía es que, si Ucrania carece de la iniciativa estratégica y la capacidad táctica para explotar esta ventaja en el terreno, el hecho subraya aún más la naturaleza puramente propagandística de la operación. La acción cumple su función política incluso si el terreno se pierde poco después, porque el objetivo nunca fue el mapa, sino la foto.

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