National express ...
viernes, diciembre 04, 2009
Tiene que parar.
Siente la asfixia, la falta de aire.
Su corazón no puede procesar el loco esfuerzo.
Hasta en éso se ha hecho viejo.
Ya no puede correr y correr,
el cansancio es ahora un severo enemigo
que constantemente le mide,
que hace que la distancia cuente,
que no se marcha,
que se queda
como si ya formara parte de su ser,
como si en algún desprevenido momento de su pasado
hubiera llegado para quedarse,
para agrandarle los espacios,
para reducirle el tiempo.
jueves, diciembre 03, 2009
miércoles, diciembre 02, 2009
THE ANDERSON TAPES
Las películas de atracos perfectos son uno de mis géneros favoritos.
En este género un grupo de tipos, especializado cada uno de ellos en una parte esencial del trabajo que compone el perfecto plan, son reunidos por el cerebro organizador, a quién corresponde la autoria del plan, para conseguir el objetivo, siempre complicado, a veces imposible, de dar el gran golpe, el "big heist" como dicen los americanos.
En algunos casos, el gran golpe es la línea recta, la distancia más corta que separa a los ladrones de sus sueños y deseos personales, en otros casos se trata de un nuevo reto profesional para el plantel de expertos, en otros es una pura y simple venganza, pero siempre, y en todos ellos, se desarrolla la liturgia del plan perfecto, su definición y desarrollo siguiendo siempre una sincronización y un "timing" justos pero también delicados.
De algún modo, ese plan perfecto es el órdago que el genio racional y calculador del ser humano plantea a la irracionalidad caótica de la vida. Las películas de "big heist" oponen el orden racional del plan al azaroso caos de la vida cotidiana y forma parte del suspense de la propia historia el modo en que ese orden se mide constantemente contra ese caos.
Y siempre esa capacidad de ordenación y control, esa voluntad organizadora encuentra un límite que convierte a ese plan en imperfeto. Siempre sucede un imprevisto, algo falla en el minuto siguiente. Adelantos, retrasos, apariciones, desapariciones suceden para complicar un suspense que inicialmente está basado en el ritmo y el timing.
Y casi nunca hay planes perfectos y no precisamente porque el criminal merezca un castigo. El problema no es de orden moral sino de orden metafísico... El plan perfecto es imposible porque el intelecto humano es incapaz de procesar las infinitas variables que constituyen el futuro. El plan perfecto siempre es una predicción con mayor o menor porcentaje de error, pero, y sin embargo, por nuestra naturaleza, necesitamos planear, definir un objetivo, organizar nuestras conductas y habilidades, dividir el trabajo, conseguir las mayores garantías para la consecución de esa finalidad... y esperar siempre lo inesperado mientras la sombra del fracaso se alarga y alarga hasta amenazar con rozarnos.
De esta tensión esencial extrae este género la riqueza de su atractivo. El mejor de los hombres, ese "criminal mastermind" que es todo inteligencia, intuición y racionalidad, se ve sometido a las más grandes de las pruebas: el control del futuro, su conversión progresiva en un presente deseado y esperado bajo la forma del objetivo conseguido.
Y es un héroe siempre... idealizado y apolíneo cuando triunfa, humano y trágico cuando fracasa... porque, y de algún modo, su propósito es un imposible extremo, la dramatización de una tendencia esencial y propia de la naturaleza humana: controlar el presente y el futuro, dominar la realidad y someterla al dictado de la propia voluntad, del deseado propósito.
Rodada en 1971 y dirigida por Sidney Lumet, "The anderson tapes" es un magnífico ejemplo de este género.
En ella y recien salido de la cárcel, , Duke Anderson (Sean Connery) planea el más ambicioso de sus golpes: desvalijar el lujoso edificio de apartamentos neoyorkino donde vive su novia (Dyan Cannon) .
He leído en la crítica que Roger Ebbert hizo a la película que el libro de Lawrence Sanders en que se basa estructuraba la narración en el uso de diferentes grabaciones y filmaciones tomadas a los implicados de forma fragmentaria, en diferentes investigaciones de las que eran objeto, para construir la trama como un puzzle tal y como refleja el propio titulo de la película. Sin duda este aspecto no se refleja bien en una historia que constantemente hace referencias al espionaje electrónico sin que en ningún momento se le de sentido dentro del relato. Así, resulta una presencia incomprensible e injustificada (si uno no conoce la novela) que perjudica el desarrollo de la historia de una forma innecesaria.
No obstante, y pese a esta fallida traslación, "The anderson tapes" resulta una película de atracos interesante y atractiva, probablemente de las mejores y más representativas del género, que se sigue en todo momento con atención.
A destacar que supone el debut ante las cámaras del fantástico Christopher Walken.
Estupenda.
martes, diciembre 01, 2009
lunes, noviembre 30, 2009
CELDA 211
Tengo que reconocer que no soy un fiel seguidor del cine español. Por éso, probablemente, mi impresión sea equivocada, pero considero que lo más interesante que se hace últimamente tiene que ver con el cine de género... "La noche de los girasoles", "Rec", "La caja Kovak"... "Celda 211" está en la línea de ese cine español que se dedica a contar historias y nada más.
Es algo que nos falta y creo que se trata de una cuestión generacional que, a medio plazo, hará que la comunidad del cine español se libere de ese corsé ideológico que llena de presuntos Ken Loach las salas oscuras y que la ha alejado de la realidad de la sociedad española, confundiéndola en el espejismo de una propia visión ideológica alimentado infinitamente en el circuito cerrado de las subvenciones...
Creo... Cruzo los dedos... pero éste no es el tema.
"Celda 211" nos narra la dramática situación en que un funcionario de prisiones, recién llegado a su nuevo trabajo en la cárcel de Zamora. Accidentalmente, Juan Oliver (Alejandro Ammann) se verá inmerso en un motín provocado por los presos más violentos encabezados por el peligroso Mala Madre (Luis Tosar). La necesidad de sobrevivir le llevará a confundirse con los presos y encontrar un destino absolutamente inesperado.
Sin duda alguna, lo mejor tiene "Celda 211" es un planteamiento inicial que consigue atrapar el espectador con un ritmo y una dosificación de la tensión bien medidas. La angustia de Juan Oliver ante el infierno que se desencadena a su alrededor y el descubrimiento del fascinante Mala Madre en el apogeo de su bestialidad.
La historia atrapa e interesa en el enfrentamiento de los dos personajes protagonistas, rodeados de un interesante paisaje zoológico de secundarios llenos de personalidad e interés, pero empieza a perder fuerza cuando surgen diferentes líneas argumentales paralelas, algunas de ellas no del todo necesarias teniendo en cuenta el peso que se les da, que terminan por sepultar lo más interesante de la película en un intrincado laberinto de dimes y diretes, idas y venidas, que tienen una desproporcionada presencia.
Hay distracción (personajes como el primer negociador que tienen más peso del que debieran) y confusión, situaciones inverosímiles y forzadas (como la imposible acción del vigilante Antonio Resines en la manifestación), que complican y apartan la historia de su esencia, desnaturalizándola.
No era necesaria tanta enrevesada trama para desencadenar la situación final... o quizá la historia debiera haber dejado respirar toda esa complejidad en una duración mayor que evitara la importante sensación de montaña rusa que "Celda 211" transmite en el nudo de su trama.
Afortunadamente, "Celda 211" termina bien e importa muy poco quién hacia esta o aquella cosa o qué hacía tal o cual personaje, algunos de los cuales como el rehén tomado por los presos al inicio del motín queda directamente olvidado.
Y por encima de todo brilla el talento de Luis Tosar en la impecable composición de un personaje tan terrible como Mala Madre. La película también respira a través de él, de su talento capaz de oscurecer las complejidades y contradicciones de una historia que quizá hubiera necesitado una vuelta más para alisarla y aligerarla de polvo y paja.
Sin su arrolladora presencia, las costuras mal terminadas de la historia serían insoportables y evidentes.
No tan buena como se dice, pero entretenida a pesar de sus defectos.
"El Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, ha asegurado que el Gobierno de Zapatero "está haciendo lo que debe hacer" en el caso de la saharaui Aminatu Haidar y ha subrayado que los intereses generales del país "no pueden ser subordinados a querencias individuales o grupales, por muy legítimas que sean"."
En este caso los intereses generales no pueden subordinar a los intereses particulares, pero, y para el caso del Alakrana, los intereses particulares del armador y los tripulantes primaron sobre los intereses generales.
Seguro que hay una diferencia y lo peor es que, si se lo preguntamos, nos lo van a explicar... aunque lo más probable es que se esté haciendo una interpretación restrictiva del concepto "interés general" para referirlo a los intereses de ellos, como gobierno... Es decir, se está haciendo lo que se puede dentro de lo que más conviene a los intereses de nuestro gobierno en lo que atañe al mantenimiento de sus puestos de trabajo.
En este caso los intereses generales no pueden subordinar a los intereses particulares, pero, y para el caso del Alakrana, los intereses particulares del armador y los tripulantes primaron sobre los intereses generales.
Seguro que hay una diferencia y lo peor es que, si se lo preguntamos, nos lo van a explicar... aunque lo más probable es que se esté haciendo una interpretación restrictiva del concepto "interés general" para referirlo a los intereses de ellos, como gobierno... Es decir, se está haciendo lo que se puede dentro de lo que más conviene a los intereses de nuestro gobierno en lo que atañe al mantenimiento de sus puestos de trabajo.
SHORTBUS
No cabe la menor duda de que "Shortbus" es la película que más ha mostrado sexo explícito fuera de lo pornográfico, pero sería un error dejar la película en éso, en una propuesta llena de impostura que busca escandalizar. Porque "Shortbus" es mucho más. Tras los árboles del sexo explícito, de las penetraciones y las eyaculaciones tanto hetero como homosexuales se esconde un terrible y oscuro bosque donde casi todos los personajes que la protagonizan vagan buscando de una forma desesperada encontrarse en la verdad de sí mismos.
En un momento determinado el depresivo James lamenta amargamente haber dejado de ser el adolescente que fue, ha perdido esa identidad en la que sabía qué es lo que debía hacer y todo estaba claro y en su lugar ha quedado una desorientación y vacío que le aplasta y le puede. De algún modo, la desorientación de James es la misma desorientación que viven la mayor parte de los personajes que protagonizan "Shortbus".
Y todos ellos coinciden en un lugar llamado "Shortbus", un espacio utópico (valga la contradicción) en donde gozan de una total libertad para intentar conocerse y explorar. El sexo forma parte de esa exploración, pero no es el único camino a seguir. En muchos casos, se trata de sentarse y esperar a que algo diferente y distinto suceda. Y ese especial encuentro sólo puede suceder en un espacio como "Shortbus" que, de algún modo, llama a esos espíritus inquietos y los reúne... y casi siempre con sexo de por medio ¿Es más divertido, no?
Sólo el que siente la necesidad de buscar, puede encontrar y "Shortbus" procura la posibilidad del encuentro a todos aquellos que sienten la necesidad de buscar, de rebelarse contra su propio "establishment" personal haciendo una revolución que pretende situar al yo más cerca de una autenticidad tan inalcanzable como el propio horizonte.
Esto es lo más interesante de "Shortbus"... La insatisfacción metafísica sentida y la posibilidad de una cura que sólo es posible través de los otros, que actúan como agentes catalizadores, en una suerte de mercado de cuerpos y almas donde los afines se reconocen... para siempre mientras dure.
Muy interesante.
Y cito...
Han encontrado la horma de su zapato... alguien ajeno totalmente a sus planteamientos en los que el fin justifica los medios. La nobleza moral de la activista saharaui Haidar será un incomprensible misterio para ellos y por eso nuestro ministro de Asuntos Exteriores se sorprende de que no quiera formar parte de la mascarada...
Hay cosas que no son negociables, planteamientos esenciales y finales que no se juzgan por su valor de cambio en un mercado persa donde todo tiene un precio y nada se toma realmente en serio salvo el propio hecho del intercambio.
Haidar es una mujer que real y firmemente cree en algo... hasta el punto de poner su vida en riesgo en su defensa.
Haidar será siempre un interlocutor difícil y complicado para todos aquellos que no creen en nada.
domingo, noviembre 29, 2009
AMELIA
Por encima de todo "Amelia" es una película correcta. Ni te entusiasma ni la detestas... Todo lo contrario. Pasa ante tus ojos sin llamar la atención, pero tampoco sin producirte aburrimiento o rechazo, como una conversación casual que te ayuda a pasar el tiempo.
Entretiene, pero ni fascina ni enamora.
El principal atractivo de "Amelia" es Hillary Swank, actriz que pone todo su talento al servicio de la construcción de este personaje, que fue exitosa pionera en un mundo que hasta aquel entonces sólo estaba reservado a los hombres. La película se mantiene gracias a su talento y también a un magnífico diseño de producción que recrea de una forma convincente la época en que sucedió su fama mundial.
Pero todo lo demás resulta débil, neblinoso y transparente, sin sustancia y parece existir sólo para dar oportuna réplica al personaje protagonista en su afán por volar.
Falta entidad dramática en el paisaje que rodea a Amelia y la película se resiente. Literalmente, ilustra una trayectoria vital en la que todo parece suceder de forma inevitable, pero se queda en el exterior de ese esfuerzo. Sabemos que hay oposición, que las cosas no han sido fáciles para Amelia, pero no lo sentimos lo suficiente.
El conflicto dramático brilla por su ausencia y por eso la historia no termina de enganchar, de prender en el público provocando algún tipo de respuesta emocional en la intimidad de la sala oscura.
Correcta.
viernes, noviembre 27, 2009
OPERACIÓN SHYLOCK
No me entusiasma "Operación Shylock".
Sobre el papel, el planteamiento es interesante. El escritor Phillip Roth descubre que hay otro Phillip Roth suplantándole en Israel, empeñando su nombre en el estrafalario propio de sacar a los judíos de Israel y devolverlos, en camino de vuelta, a sus lugares de origen.
Irritado con ese "yo paralelo", Roth viaja a Israel para verse introducido en una confusa trama de intereses que no es otra cosa que el preciso reflejo de la propia situación confusa que vive el estado de Israel como realidad y como concepto.
Sobre la apariencia de un relato de intriga y misterio en el transcurso de cuyas páginas el verdadero Roth intentará descifrar descubrir los responsables del extraño juego que se está jugando con él, el escritor Roth despliega una interesante y heterodoxa reflexión sobre lo que ha acabado significando el estado de Israel.
Pero en el resultado es, a mi entender, patente que la trama y los personajes son una percha sobre la que Roth cuelga diferentes perspectivas, argumentos y planteamientos que le ayudan a componer el preciso retrato de la idea que el escritor quiere transmitir al lector. Un efecto colateral de este planteamiento es el carácter excesivamente discursivo que tienen algunas situaciones y personajes hasta el punto de que esta realidad termina, en ciertos capítulos, lastrando y haciendo farragoso el relato sumiendo al lector a un bombardeo de ideas ocultas tras interminables narraciones o reflexiones en primera persona.
A mi entender, el principal defecto de "Operación Shylock" es la descompensación evidente entre las proporciones de novela y ensayo que Roth añade a lo largo del relato. Un perfecto ejemplo de ese desequilibrio es ese Roth falso que de pronto desaparece de Israel del mismo modo inesperado en que apareció, como si el escritor no supiera muy bien qué hacer con él una vez que ha dicho su parte dentro del entramado de discursos que componen la intención conceptual del escritor.
La sensación final es evidente. Lo meramente narrativo se sacrifica en favor de lo discursivo. Los personajes aparecen por casualidad, de forma injustificada, dicen sus textos y vuelven a desaparecer.
Todos cuentan su historia. Se convierten en vehículo de la idea que representan y sólo parecen tener ese interés para el escritor, que los quita y los pone, que los trae y los lleva; un escritor que nos había propuesto al principio de la novela un interesante misterio por resolver, el de su alter ego, olvidando en favor del más importante misterio de Israel satisfacer las expectativas del lector con una planteamiento narrativo más interesante.
Y todo culmina en un último capítulo imposible en el que al autor parece haberse dado cuenta de que hay una narración que debe tener un final e intenta desesperadamente dar un sentido a la historia y a la propia novela, volviendo a jugar con realidad y ficción, en un ejercicio de prestidigitación que no funciona en absoluto y que no es más que otro largo e interminable discurso más.
Decepcionante y fallida.
jueves, noviembre 26, 2009
No están ahí para que sean como nosotros y hagan ostentación de ello.
Están ahí porque son los mejores de nosotros y, en principio, esa calidad que se les presume les debería permitir tomar decisiones que van más allá de los impulsos y razones que inspiran a las personas normales y corrientes. Esa capacidad debería, precisamente, distinguirles como mejores.
Están ahí para entender que no se debe pagar a unos secuestradores en virtud de razones que afectan al interés general, para tener una visión global de las cosas y no dar rienda suelta a los impulsos, para subordinar el egoísmo de lo particular a la generosidad de lo general, para gestionar nuestras emociones y protegerlas, para ser racionales o, por lo menos, intentarlo. La mayoría de nosotros pagaríamos o, por lo menos, intentaríamos hacerlo. No pesarían sobre nosotros las abstracciones del derecho, la moral o la historia. Después de todo no somos los representantes de una colectividad, de generaciones y generaciones de éxitos y fracasos que se han venido sucediendo.
Una vuelta de tuerca más en la vileza de nuestros políticos es hacernos creer que son personas como nosotros, y que esa condición es la que más pesa a la hora de tomar decisiones que nos afectan a todos, en el desempeño de su cargo. Y no es así. No son como nosotros porque todos y cada uno de nosotros no asumimos la responsabilidad de representar a todo un pueblo ante la historia y frente a sí mismo.
Y en el caso de los piratas, hay cosas tan importantes como garantizar la seguridad de los secuestrados... por ejemplo, garantizar la seguridad de todos aquellos que pueden resultar perjudicados en función de las decisiones que se tomen y resulta increíble que se nos quiera vender (porque esa es palabra) que pagar es la mejor solución para resolver un problema producido por unos señores cuyo principal objetivo al plantear ese problema es precisamente ese... que les paguen.
¿Cómo podemos pensar que esos señores no van a volver a intentarlo por lo menos una vez a la vista del éxito conseguido?
Pero no se trata de éso... Es mucho peor. Se trata de conservar el puesto de trabajo el mayor tiempo posible y si hay que pagar a unos piratas se les paga y si hay que deslegitimar al poder judicial como institución responsable de decidir qué es legal o no, se hará.
Nada que se oponga a la lógica del presente puede sobrevivir y el principal elemento animador de esa lógica es el mantenimiento de la situación actual, del propio puesto de trabajo.
Todo lo demás no importa.
El fin justifica los medios y, lo que es peor, la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta y no hay línea más recta que la que conecta con las tripas de todos y cada uno de nosotros.
Así, las decisiones se toman para congraciarnos con nuestras tripas.
La nueva ley del aborto se hace para que las mujeres no vayan a la cárcel, se paga a los piratas para salvar las vidas de los marineros, se respalda la constitucionalidad del estatuto de Cataluña en el hecho de que ha sido aprobado por los catalanes y le parlamento español... Todo lo demás, la molestia de las preguntas que requieren esforzarse en encontrar una respuesta convincente sobra. El descosido de las consecuencias empañando el flamante corte a medida del traje de domingo que todo el día, constantemente, quieren llevar puesto. Nunca me equivoco. Siempre hago lo correcto. Se tomó la mejor decisión de las posibles...
Lo importante es apelar a la masa, convertirnos en ella y hacer de la política un partido de fútbol, un derby entre el Madrid y el Barcelona.
¿Quién quiere que las mujeres vayan a la cárcel? ¿Quién quiere que los marineros mueran? ¿Quién quiere que los catalanes no puedan decidir lo que quieren ser como nación?
Sólo unos desalmados pueden contradecirnos.
Es increíble la violencia que encierra esta actitud, violencia que esgrimen personas que se definen como concordantes y dialogantes... siempre que se les de la razón ¡Claro!
La vileza del espectáculo es total.
Terribles monstruos habitan el laberinto donde la izquierda vaga perdida y sin rumbo.
Están ahí porque son los mejores de nosotros y, en principio, esa calidad que se les presume les debería permitir tomar decisiones que van más allá de los impulsos y razones que inspiran a las personas normales y corrientes. Esa capacidad debería, precisamente, distinguirles como mejores.
Están ahí para entender que no se debe pagar a unos secuestradores en virtud de razones que afectan al interés general, para tener una visión global de las cosas y no dar rienda suelta a los impulsos, para subordinar el egoísmo de lo particular a la generosidad de lo general, para gestionar nuestras emociones y protegerlas, para ser racionales o, por lo menos, intentarlo. La mayoría de nosotros pagaríamos o, por lo menos, intentaríamos hacerlo. No pesarían sobre nosotros las abstracciones del derecho, la moral o la historia. Después de todo no somos los representantes de una colectividad, de generaciones y generaciones de éxitos y fracasos que se han venido sucediendo.
Una vuelta de tuerca más en la vileza de nuestros políticos es hacernos creer que son personas como nosotros, y que esa condición es la que más pesa a la hora de tomar decisiones que nos afectan a todos, en el desempeño de su cargo. Y no es así. No son como nosotros porque todos y cada uno de nosotros no asumimos la responsabilidad de representar a todo un pueblo ante la historia y frente a sí mismo.
Y en el caso de los piratas, hay cosas tan importantes como garantizar la seguridad de los secuestrados... por ejemplo, garantizar la seguridad de todos aquellos que pueden resultar perjudicados en función de las decisiones que se tomen y resulta increíble que se nos quiera vender (porque esa es palabra) que pagar es la mejor solución para resolver un problema producido por unos señores cuyo principal objetivo al plantear ese problema es precisamente ese... que les paguen.
¿Cómo podemos pensar que esos señores no van a volver a intentarlo por lo menos una vez a la vista del éxito conseguido?
Pero no se trata de éso... Es mucho peor. Se trata de conservar el puesto de trabajo el mayor tiempo posible y si hay que pagar a unos piratas se les paga y si hay que deslegitimar al poder judicial como institución responsable de decidir qué es legal o no, se hará.
Nada que se oponga a la lógica del presente puede sobrevivir y el principal elemento animador de esa lógica es el mantenimiento de la situación actual, del propio puesto de trabajo.
Todo lo demás no importa.
El fin justifica los medios y, lo que es peor, la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta y no hay línea más recta que la que conecta con las tripas de todos y cada uno de nosotros.
Así, las decisiones se toman para congraciarnos con nuestras tripas.
La nueva ley del aborto se hace para que las mujeres no vayan a la cárcel, se paga a los piratas para salvar las vidas de los marineros, se respalda la constitucionalidad del estatuto de Cataluña en el hecho de que ha sido aprobado por los catalanes y le parlamento español... Todo lo demás, la molestia de las preguntas que requieren esforzarse en encontrar una respuesta convincente sobra. El descosido de las consecuencias empañando el flamante corte a medida del traje de domingo que todo el día, constantemente, quieren llevar puesto. Nunca me equivoco. Siempre hago lo correcto. Se tomó la mejor decisión de las posibles...
Lo importante es apelar a la masa, convertirnos en ella y hacer de la política un partido de fútbol, un derby entre el Madrid y el Barcelona.
¿Quién quiere que las mujeres vayan a la cárcel? ¿Quién quiere que los marineros mueran? ¿Quién quiere que los catalanes no puedan decidir lo que quieren ser como nación?
Sólo unos desalmados pueden contradecirnos.
Es increíble la violencia que encierra esta actitud, violencia que esgrimen personas que se definen como concordantes y dialogantes... siempre que se les de la razón ¡Claro!
La vileza del espectáculo es total.
Terribles monstruos habitan el laberinto donde la izquierda vaga perdida y sin rumbo.
"Los adoradores de Dionisos reaccionan contra la prudencia. En la embriaguez física o espiritual recobran una intensidad de sentimiento que la prudencia ha destruido. Encuentran el mundo lleno de delicia y belleza, y su fantasía se libera de repente de la prisión de las preocupaciones cotidianas. El rito báquico producía lo que se llama entusiasmo, lo cual quiere decir, etimológicamente, que el dios entraba en la persona que le veneraba, y que ésta entonces se creía una con el dios. Muchas cosas admirables de las obras humanas llevan en sí un elemento de embriaguez, donde la prudencia es barrida por la pasión. Sin el elemento báquico, la vida carecería de interés; con él, es peligrosa. La prudencia contra la pasión: este conflicto se extiende por toda la historia."
(Historia de la filosofía, Bertrand Russell)
(Historia de la filosofía, Bertrand Russell)
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