I
A veces me pregunto si el pragmatismo no hos hace aún más esclavos, si aceptar el curso de los acontecimientos tal y como es no es la forma de pensar de los que tiene miedo a la libertad.
Aún no tengo la respuesta.
Lo único que tengo es la impresión de que todos los suelos en donde ponemos confiados nuestros país de alguna u otra forma siempre pertenecen a otro... Aunque no es la primera vez que me equivoco, éso también es cierto.
II
¿Dónde está nuestro suelo?
Ese que sólo nos pertenece a nosotros y en cuya superficie nuestros pies se asientan como la mano dentro de un guante.
¿Sabemos reconocerlo?
Y sabiendolo o no, ¿lo sabremos?
Y sólo en el caso de que nos inquiete esta pregunta (porque los gustos y las inquietudes siempre se han contado por cientos)
¿Por qué no el mar?
¿Por qué no el cielo?
¿Por qué siempre la tierra cuando su estabilidad es una ilusión y su índole es la misma que la ilusión sobre el color azul del cielo?
III
Por arriba, la realidad del azul es un insondable abismo negro.
Por abajo, la tierra tiembla y se desplaza sobre mares de fuego.
viernes, noviembre 28, 2003
miércoles, noviembre 19, 2003
viernes, noviembre 14, 2003
1
Cuarenta y tres minutos de la segunda parte.
Cero a cero.
La Juventus atacaba.
Dubitativo, Tacchinardi tenía el balón en la mitad del campo del Deportivo de la Coruña mientras Del Piero, siempre a la espalda de su marcador César, seguía con atención el juego.
De pronto, surgió la línea de pase que el rubio centrocampista esperaba. El checo Nedved se desmarcaba en profundidad por el carril del interior izquierdo con la velocidad y potencia de un tren expreso. Nadie del Deportivo podía seguirle y hacia allá Tacchinardi mandó el balón con el perfecto pulso del delineante que tira una línea sobre el plano.
En ese mismo instante, la defensa del Depor corrió hacia delante buscando, con su perfecta sincronía, dejar en fuera de juego a los delanteros del equipo italiano. Del Piero se movió con ellos, sin dejar la espalda de César y, a la vez, muy pendiente de la carrera de su compañero.
La parte interna del pie del checo llegó al balón haciendo inútil la entrada del defensor.
Entonces se produjo el momento que llevaba esperando el delantero. No estaba en fuera de juego y podía atacar.
Con un movimiento felino, se giró para buscar el balón que, trazando una pequeña rosca, llegaba al corazón del área deportivista.
Sabiendo que el delantero había ganado la iniciativa a su defensa, Molina salió de su portería intentando atrapar el balón que el delantero italiano ya tenía al alcance de su pierna. Podía atraparla, pero Del Piero se lanzó sobre el área. Deslizándose por el césped interceptó la trayectoria de un balón que ya parecía en las manos del portero.
Lo siguiente fue el gol.
Tras pegar en el larguero, la pelota entró.
2
De vuelta a casa y en el taxi, el espectador recuerda esa jugada mientras el conductor calla y conduce. En verdad, fué un precioso encaje de filigranas.
En un momento de arrebato, el espectador quisiera compartir su alegría con el otro ser humano que ocupa el pequeño habitáculo en movimiento... pero no lo hace. La lucidez regresa a su arrebatado espíritu devolviéndole la calma. No puede preguntarle si ha visto el partido, si no ha visto el pedazo de gol que la Juventus le ha marcado al Deportivo.
Es inútil. El taxista no ha jugado con él a la PlayStation.
Cuarenta y tres minutos de la segunda parte.
Cero a cero.
La Juventus atacaba.
Dubitativo, Tacchinardi tenía el balón en la mitad del campo del Deportivo de la Coruña mientras Del Piero, siempre a la espalda de su marcador César, seguía con atención el juego.
De pronto, surgió la línea de pase que el rubio centrocampista esperaba. El checo Nedved se desmarcaba en profundidad por el carril del interior izquierdo con la velocidad y potencia de un tren expreso. Nadie del Deportivo podía seguirle y hacia allá Tacchinardi mandó el balón con el perfecto pulso del delineante que tira una línea sobre el plano.
En ese mismo instante, la defensa del Depor corrió hacia delante buscando, con su perfecta sincronía, dejar en fuera de juego a los delanteros del equipo italiano. Del Piero se movió con ellos, sin dejar la espalda de César y, a la vez, muy pendiente de la carrera de su compañero.
La parte interna del pie del checo llegó al balón haciendo inútil la entrada del defensor.
Entonces se produjo el momento que llevaba esperando el delantero. No estaba en fuera de juego y podía atacar.
Con un movimiento felino, se giró para buscar el balón que, trazando una pequeña rosca, llegaba al corazón del área deportivista.
Sabiendo que el delantero había ganado la iniciativa a su defensa, Molina salió de su portería intentando atrapar el balón que el delantero italiano ya tenía al alcance de su pierna. Podía atraparla, pero Del Piero se lanzó sobre el área. Deslizándose por el césped interceptó la trayectoria de un balón que ya parecía en las manos del portero.
Lo siguiente fue el gol.
Tras pegar en el larguero, la pelota entró.
2
De vuelta a casa y en el taxi, el espectador recuerda esa jugada mientras el conductor calla y conduce. En verdad, fué un precioso encaje de filigranas.
En un momento de arrebato, el espectador quisiera compartir su alegría con el otro ser humano que ocupa el pequeño habitáculo en movimiento... pero no lo hace. La lucidez regresa a su arrebatado espíritu devolviéndole la calma. No puede preguntarle si ha visto el partido, si no ha visto el pedazo de gol que la Juventus le ha marcado al Deportivo.
Es inútil. El taxista no ha jugado con él a la PlayStation.
miércoles, noviembre 12, 2003
martes, noviembre 04, 2003
Abre los ojos.
La alargada sombre del sueño que le mantuvo ocupado es, más que presencia, puro olvido.
Aunque acaba de despertarse se siente cansado.
Bosteza.
Se estira. Las puntas de sus dedos casi alcanzan el frio final de la funda nórdica.
En su despertador, los parpadeantes digitos verdes le dicen que todavía le restan cinco minutos. Luego, la alarma sonará y volverá a empezar esa vida que tan poco le gusta.
Hace frío. Decide guardarse lo más posible bajo su blanca funda de plumas. Se entierra en el profundo seno del calor propio atesorado durante horas. Casi no puede respirar.
Sin convicción cierra los ojos en busca del perdido hilo de su sueño y sólo encuentra el justo premio de su ausencia.
Deja pasar el tiempo.
De vez en cuando le llegan sonidos de otros cuerpos ya despiertos paredes arriba y abajo... Un grifo que se abre, una puerta que se cierra.
Abre los ojos.
No se engaña.
Sabe que lo que de verdad cuenta es el frío de allá afuera.
La alargada sombre del sueño que le mantuvo ocupado es, más que presencia, puro olvido.
Aunque acaba de despertarse se siente cansado.
Bosteza.
Se estira. Las puntas de sus dedos casi alcanzan el frio final de la funda nórdica.
En su despertador, los parpadeantes digitos verdes le dicen que todavía le restan cinco minutos. Luego, la alarma sonará y volverá a empezar esa vida que tan poco le gusta.
Hace frío. Decide guardarse lo más posible bajo su blanca funda de plumas. Se entierra en el profundo seno del calor propio atesorado durante horas. Casi no puede respirar.
Sin convicción cierra los ojos en busca del perdido hilo de su sueño y sólo encuentra el justo premio de su ausencia.
Deja pasar el tiempo.
De vez en cuando le llegan sonidos de otros cuerpos ya despiertos paredes arriba y abajo... Un grifo que se abre, una puerta que se cierra.
Abre los ojos.
No se engaña.
Sabe que lo que de verdad cuenta es el frío de allá afuera.
lunes, noviembre 03, 2003
Sobre la literatura y la vida
Sin embargo, llegó un momento en su vida en el que la conciliación entre las dos vocaciones se volvió problemática. En una de sus notas relacionadas con sus visitas a Eliot, habla de una conversación sostenida en el restaurante Garrik. En un momento de la charla dice Seferis: ``Cada vez se vuelve para mí más difícil pasar del trabajo personal al público.'' Eliot le responde: ``Pienso que el poeta debe tener otro trabajo. No podemos dedicarnos sólo a la poesía, porque creo que una gran parte de la creación poética es inconsciente, y debe haber horas durante las cuales otras cosas ocupen nuestra atención.'' Y Seferis le contesta con una estremecedora sinceridad: ``Sí, pero el problema surge cuando esas `otras cosas' comienzan a intervenir en nuestro inconsciente. Tuve la impresión de que mi trabajo público se hacía peligroso precisamente cuando sentí que se asomaba ahí; cuando comenzó, a principios de la guerra, a aparecerse en mis sueños. Las responsabilidades comienzan por los sueños, como dijo uno de sus poetas. Sin embargo, incluso en aquellos años difíciles siempre escribía, por disciplina, una página o algunas líneas en mi diario. Lo hacía para mantenerme en forma. Eso no puedo hacerlo ahora.
(Conversación entre los poetas T.S. Eliot y Yorgos Séferis extraída de un ensayo sobre Yorgos Séfris escrito para Internet por Hugo Gutiérrez Vega)
Sin embargo, llegó un momento en su vida en el que la conciliación entre las dos vocaciones se volvió problemática. En una de sus notas relacionadas con sus visitas a Eliot, habla de una conversación sostenida en el restaurante Garrik. En un momento de la charla dice Seferis: ``Cada vez se vuelve para mí más difícil pasar del trabajo personal al público.'' Eliot le responde: ``Pienso que el poeta debe tener otro trabajo. No podemos dedicarnos sólo a la poesía, porque creo que una gran parte de la creación poética es inconsciente, y debe haber horas durante las cuales otras cosas ocupen nuestra atención.'' Y Seferis le contesta con una estremecedora sinceridad: ``Sí, pero el problema surge cuando esas `otras cosas' comienzan a intervenir en nuestro inconsciente. Tuve la impresión de que mi trabajo público se hacía peligroso precisamente cuando sentí que se asomaba ahí; cuando comenzó, a principios de la guerra, a aparecerse en mis sueños. Las responsabilidades comienzan por los sueños, como dijo uno de sus poetas. Sin embargo, incluso en aquellos años difíciles siempre escribía, por disciplina, una página o algunas líneas en mi diario. Lo hacía para mantenerme en forma. Eso no puedo hacerlo ahora.
(Conversación entre los poetas T.S. Eliot y Yorgos Séferis extraída de un ensayo sobre Yorgos Séfris escrito para Internet por Hugo Gutiérrez Vega)
Boda real a la vista!!!!
Excepcional ocasión para que a todos nos salga ese hortera que todos llevamos dentro.
Boda real, patente de corso....
(Un veterano periodista cree ver cómo el Principe quiere retener un segundo más de lo necesario la mano de su prometida en la única filmación que existe de la pareja antes de que se hiciera pública su relación y yo no veo nada.
Otro tertuliano considera que la mejor cualidad de la novia es su carácter DISCRETO... Felipe II aún no ha muerto.
Las declaraciones de sus compañeros de TVE llenas de lugares comunes (ya sabía yo que ella escondía algo) y de anécdotas insulsas elevadas a la categoría de Episodio Nacional (y en ese momento ella cayó como si la impulsara a hacerlo el paso de un gran secreto).
Una colaboradora de un programa de radio lamentando no ser ella la novia.
El concepto 'la alegría expresada por la gente sencilla'.
Un tipo que, desde la radio, me desea a mí, como oyente, la enhorabuena.
La canción que ahora mismo escribe Leonardo Dantés.
Los desaforados esfuerzos por resucitar el rosáceo mito de Sissi.
El concepto 'Que se nos casa Felipe'
Los parabienes de transeúntes y vagabundos ante la cámara.
La opinión de Luis María Ansón.
El concepto '¡que tenemos boda, que tenemos boda!'
La Casa Real posicionandose al nivel de las Grandes Casas Reales Europeas, según Jose Manuel residente en Arenas de San Pedro.
La opinión de Jaime de Peñafiel.
La confusíón de la novia con Leticia Sabater: ¿dónde está la 'zeta'?
La radiante y muy escotada felicidad de Terelu Campos.)
Boda real que desencadena la España irreal y absurda
El metacrilato y el brasero, el andamio y el hipertexto unidos por la incontenible alegría.
¿Dónde estabas tú cuando se produjo la gran noticia?
¿En la cola del paro u oliendo a muerto?
¿siendo despedido o despidiendo?
La España de las bodas y de los bautizos nos sale una vez más de dentro mientras el fantasma de un Luis García Berlanga todavía vivo se revuelve en su tumba valenciana imaginando cientos de planos-secuencia, otorgando el papel de rey a Luis Escobar en un casting metafísico y perfecto, pensando en Saza para el papel de suegro....
Los buenos deseos siempre formulados tras escupir en el suelo.
Antropólogos del mundo, ¿dónde estais para analizarnos en nuestro esperpento?
La escopeta nacional ya está disparando, tiene perdigones nuevos.
¿Envidia o hastío ante el nuevo avatar absurdo de nuestro pais-pueblo?
Dos semanas en otra ciudad y estaré como nuevo.
Yo no valgo para ésto.
Excepcional ocasión para que a todos nos salga ese hortera que todos llevamos dentro.
Boda real, patente de corso....
(Un veterano periodista cree ver cómo el Principe quiere retener un segundo más de lo necesario la mano de su prometida en la única filmación que existe de la pareja antes de que se hiciera pública su relación y yo no veo nada.
Otro tertuliano considera que la mejor cualidad de la novia es su carácter DISCRETO... Felipe II aún no ha muerto.
Las declaraciones de sus compañeros de TVE llenas de lugares comunes (ya sabía yo que ella escondía algo) y de anécdotas insulsas elevadas a la categoría de Episodio Nacional (y en ese momento ella cayó como si la impulsara a hacerlo el paso de un gran secreto).
Una colaboradora de un programa de radio lamentando no ser ella la novia.
El concepto 'la alegría expresada por la gente sencilla'.
Un tipo que, desde la radio, me desea a mí, como oyente, la enhorabuena.
La canción que ahora mismo escribe Leonardo Dantés.
Los desaforados esfuerzos por resucitar el rosáceo mito de Sissi.
El concepto 'Que se nos casa Felipe'
Los parabienes de transeúntes y vagabundos ante la cámara.
La opinión de Luis María Ansón.
El concepto '¡que tenemos boda, que tenemos boda!'
La Casa Real posicionandose al nivel de las Grandes Casas Reales Europeas, según Jose Manuel residente en Arenas de San Pedro.
La opinión de Jaime de Peñafiel.
La confusíón de la novia con Leticia Sabater: ¿dónde está la 'zeta'?
La radiante y muy escotada felicidad de Terelu Campos.)
Boda real que desencadena la España irreal y absurda
El metacrilato y el brasero, el andamio y el hipertexto unidos por la incontenible alegría.
¿Dónde estabas tú cuando se produjo la gran noticia?
¿En la cola del paro u oliendo a muerto?
¿siendo despedido o despidiendo?
La España de las bodas y de los bautizos nos sale una vez más de dentro mientras el fantasma de un Luis García Berlanga todavía vivo se revuelve en su tumba valenciana imaginando cientos de planos-secuencia, otorgando el papel de rey a Luis Escobar en un casting metafísico y perfecto, pensando en Saza para el papel de suegro....
Los buenos deseos siempre formulados tras escupir en el suelo.
Antropólogos del mundo, ¿dónde estais para analizarnos en nuestro esperpento?
La escopeta nacional ya está disparando, tiene perdigones nuevos.
¿Envidia o hastío ante el nuevo avatar absurdo de nuestro pais-pueblo?
Dos semanas en otra ciudad y estaré como nuevo.
Yo no valgo para ésto.
lunes, octubre 27, 2003
Intenta atrapar los cabellos del viento en la palma de su mano.
Ha asomado el brazo por la ventanilla y allí lo deja estar, ingrávido, mientras el coche ruge salvaje carretera adelante como un hambriento predador a la caza de la fugaz línea del horizonte.
De vez en cuando ella se gira y le sonríe, pero él no se da cuenta. Simplemente conduce con la mirada entregada al mágico secreto que encierra el final de cada curva. Un secreto que la realidad de haber llegado hasta allá jamás le confirma.
Muy pronto caerá la noche.
Muy pronto esa esquiva línea será aún más incierta.
Ha asomado el brazo por la ventanilla y allí lo deja estar, ingrávido, mientras el coche ruge salvaje carretera adelante como un hambriento predador a la caza de la fugaz línea del horizonte.
De vez en cuando ella se gira y le sonríe, pero él no se da cuenta. Simplemente conduce con la mirada entregada al mágico secreto que encierra el final de cada curva. Un secreto que la realidad de haber llegado hasta allá jamás le confirma.
Muy pronto caerá la noche.
Muy pronto esa esquiva línea será aún más incierta.
En el cine de Kurosawa la vida es una realidad radical cuyas raices se hunden en el zen, cada hombre tiene el deber de encajar en un puzzle de millones de piezas, multiforme y multicolor, para formar el cuadro que su destino resume en el mensaje de su existencia. Es un camino casi indescifrable, lleno de sorpresas y decepciones, que obliga a desprenderse de ideales y ensoñaciones. Por eso urge al hombre una fórmula que le libere del seductor engaño de los sueños, de la avaricia, de las promesas materialistas de una vida mejor... Vivir es darse cuenta de que uno (yo) esta en el universo y que todos tenemos una finalidad en la vida -La leyenda del gran judo, Vivir, El infierno del odio- ; la vida es anticipación, proyecto, ritualidad, jamás improvisación Madadayo-; es hallarse en un mundo no hermético, que ofrece una amplia gama de alternativas Rashomon, Los siete samurais, Los bajos fondos-.
La muerte, rea1idad apenas contemplada en la filosofía zen como fin de las cosas, sino como inicio de una nueva, diferente y desconocida realidad, juega un destacadisimo papel en la obra de Akira Kurosawa. La muerte no es un elemento gratuito en la ficción, a pesar de la espectacularidad de los combates en Los siete samurais, El trono de sangre, Yojimbo, La fortaleza escondida o Ran:, masacre, sangre y destrucción suponen las terribles vibraciones de una vida dominada por la ambición y la sed de poder, la inevitable salida a la lucha por la supervivencia, el camino que lleva a la consecución de la dignidad, la justicia, y la libertad. Para Kurosawa, la presencia de la muerte en sus películas no es un medio para exorcizar los miedos que despierta, no es la forma para conocerla mejor, y en consecuencia, prepararse para su llegada, no es un enemigo a batir en la lucha contra su terrible certeza. La muerte es el elemento clave para articular un hermoso canto sobre la necesidad de virvir intensamente, de absorber cada momento, cada gesto, como parte importante de ese camino que, como antes hemos reseñado, resume el mensaje de nuestra existencia. Vivir y Madadayo son clarísimos ejemplos de esa idea épica humanista que rezuma el arte de Kurosawa.
(Reseña sobre el estudio "Akira Kurosawa. Apuntes sobre el cine de Su Excelencia El Emperador" de Antonio José Navarro y Tomás Fernández Valentí, publicado en Dirigido por, Octubre- Noviembre de 1998, números 272- 273. )
La muerte, rea1idad apenas contemplada en la filosofía zen como fin de las cosas, sino como inicio de una nueva, diferente y desconocida realidad, juega un destacadisimo papel en la obra de Akira Kurosawa. La muerte no es un elemento gratuito en la ficción, a pesar de la espectacularidad de los combates en Los siete samurais, El trono de sangre, Yojimbo, La fortaleza escondida o Ran:, masacre, sangre y destrucción suponen las terribles vibraciones de una vida dominada por la ambición y la sed de poder, la inevitable salida a la lucha por la supervivencia, el camino que lleva a la consecución de la dignidad, la justicia, y la libertad. Para Kurosawa, la presencia de la muerte en sus películas no es un medio para exorcizar los miedos que despierta, no es la forma para conocerla mejor, y en consecuencia, prepararse para su llegada, no es un enemigo a batir en la lucha contra su terrible certeza. La muerte es el elemento clave para articular un hermoso canto sobre la necesidad de virvir intensamente, de absorber cada momento, cada gesto, como parte importante de ese camino que, como antes hemos reseñado, resume el mensaje de nuestra existencia. Vivir y Madadayo son clarísimos ejemplos de esa idea épica humanista que rezuma el arte de Kurosawa.
(Reseña sobre el estudio "Akira Kurosawa. Apuntes sobre el cine de Su Excelencia El Emperador" de Antonio José Navarro y Tomás Fernández Valentí, publicado en Dirigido por, Octubre- Noviembre de 1998, números 272- 273. )
jueves, octubre 23, 2003
"No aceptar sufrir es malo. Es un sufrimiento que no tiene ninguna excepción."
"La vida humana sólo dura un instante, es necesario tener la fuerza de vivirla haciendo lo que más nos gusta. En este mundo fugaz como un sueño, vivir en el sufrimiento no haciendo más que cosas que nos disgustan es una pura locura. Sin embargo, este principio, mal entendido, puede ser nocivo, por ello he decidido no enseñarlo a los jóvenes... "
Hagekure. Código del Samurai
"La vida humana sólo dura un instante, es necesario tener la fuerza de vivirla haciendo lo que más nos gusta. En este mundo fugaz como un sueño, vivir en el sufrimiento no haciendo más que cosas que nos disgustan es una pura locura. Sin embargo, este principio, mal entendido, puede ser nocivo, por ello he decidido no enseñarlo a los jóvenes... "
Hagekure. Código del Samurai
martes, octubre 21, 2003
¿Cuándo estrenarán The lost skeleton of cadavra?
¿Quieres ver el maravilloso y flipante trailer?... Por cierto, necesitas QuickTime.
¿Quieres ver el maravilloso y flipante trailer?... Por cierto, necesitas QuickTime.
Regreso a casa después de una noche muy larga.
Son las nueve de la mañana
y toda la ciudad parece afanarse en no llegar tarde.
No tengo prisa.
Mi velocidad es otra mucho más lenta.
A mi alrededor el metal chirría y ruge.
La máquina de picar carne ha vuelto a encenderse
y obedientes todos se dirigen a su metálico crater,
siendo cada uno de ellos su propia ofrenda de tiempo y cadenas.
El alma a cambio de una segunda residencia en la sierra.
No tengo prisa.
Escucho el torrente correr entre somnoliento y desbocado,
escucho también su sisífica caída por el abismo de un día más sin huella.
La lucidez de estar en la orilla lentamente me ciega.
Son las nueve de la mañana
y toda la ciudad parece afanarse en no llegar tarde.
No tengo prisa.
Mi velocidad es otra mucho más lenta.
A mi alrededor el metal chirría y ruge.
La máquina de picar carne ha vuelto a encenderse
y obedientes todos se dirigen a su metálico crater,
siendo cada uno de ellos su propia ofrenda de tiempo y cadenas.
El alma a cambio de una segunda residencia en la sierra.
No tengo prisa.
Escucho el torrente correr entre somnoliento y desbocado,
escucho también su sisífica caída por el abismo de un día más sin huella.
La lucidez de estar en la orilla lentamente me ciega.
Fast Train
Well you've been on a fast train and it's going off the rails
And you can't come back can't come back together again
And you start breaking down
In the pouring rain
Well you've been on a fast train
When your lover has gone away don't it make you feet so sad
And you go on a journey way into the land
And you start breaking down
'Cos you're under the strain
And you jump on a fast train
You had to go on the lam you stepped into no-man's land
Ain't nobody here on your waveband
Ain't nobody gonna give you a helping hand
And you start breaking down
And just go into the sound
When you hear that fast train
And you keep moving on to the sound of the wheels
And deep inside your heart you really know oh, just how it feels
And you start breaking down and go into the pain
Keep on moving on a fast train
You're way over the line next thing you're out of your mind
And you're out of your depth in through the window she crept
Oh there's nowhere to go in the sleet and the snow
Just keep on moving on a fast train
You had to go on the lam stepping in no-man's land
Ain't nobody here on your waveband
Nobody even gonna lend you a helping hand
Oh and you're so alone can you really make it on your own
Keep on moving on a fast train
Oh going nowhere, except on a fast train
Oh trying to get away from the past
Oh keep on moving keep on moving on a fast train
Going nowhere, across the desert sand, through the barren waste
On a fast train going nowhere
On a fast train going nowhere
(Van Morrison)
Well you've been on a fast train and it's going off the rails
And you can't come back can't come back together again
And you start breaking down
In the pouring rain
Well you've been on a fast train
When your lover has gone away don't it make you feet so sad
And you go on a journey way into the land
And you start breaking down
'Cos you're under the strain
And you jump on a fast train
You had to go on the lam you stepped into no-man's land
Ain't nobody here on your waveband
Ain't nobody gonna give you a helping hand
And you start breaking down
And just go into the sound
When you hear that fast train
And you keep moving on to the sound of the wheels
And deep inside your heart you really know oh, just how it feels
And you start breaking down and go into the pain
Keep on moving on a fast train
You're way over the line next thing you're out of your mind
And you're out of your depth in through the window she crept
Oh there's nowhere to go in the sleet and the snow
Just keep on moving on a fast train
You had to go on the lam stepping in no-man's land
Ain't nobody here on your waveband
Nobody even gonna lend you a helping hand
Oh and you're so alone can you really make it on your own
Keep on moving on a fast train
Oh going nowhere, except on a fast train
Oh trying to get away from the past
Oh keep on moving keep on moving on a fast train
Going nowhere, across the desert sand, through the barren waste
On a fast train going nowhere
On a fast train going nowhere
(Van Morrison)
lunes, octubre 20, 2003
sábado, octubre 18, 2003
Con veinte minutos de metraje adicional se presenta el nuevo montaje que Ridley Scott ha hecho del metraje total rodado para su película Alien....
1
Antes de nada he de decir que soy un fan absoluto de la película tal y como quedó montada en el año 1978, pero que los resultados de la nueva cinta mejoran áun más los resultados.
Con esos veinte minutos añadidos el ritmo de la película no se resiente e, incluso, ese fluir preciso mejora en claridad puesto que la mayor parte del material añadido corresponde a la primera parte de la película, a la del planteamiento de la trama. Los siete tripulantes aparecen más, mostrándose de mejor forma el juego de interacciones que se producen entre ambos.
Por lo demás, y aunque algunos efectos especiales 'canten' por antiguos, Alien es una película que siempre funciona. Quizá, la mejor obra de su director Ridley Scott.
2
Con maneras góticas -la refinería que el remolcador Nostromo arrastra simula una vieja mansión encantada de pasadizos secretos y pasillos oscuros- , la historia apela al animal que todos llevamos dentro y al temor que se animal tiene a ser devorado por un superpredador más fuerte e invencible.
El poderoso hombre que siempre pensamos que seremos en un futuro lejano -nuestra confianza en el futuro siempre es inmensa- es puesto contra las cuerdas por otra raza de criaturas en cierto sentido más primitivas que la cultura que las descubre en un asteroide perdido. Los alien asemejan animales incapaces de, como nosotros, asociarse y generar una cultura propia pero, por otro lado, resultan ser unas criaturas letales, absolutamente preparadas para sobrevivir y perdurar como especie.
Alien convierte el supertecnológico futuro de la Nostromo y sus tripulantes en un olvidado pasado pretecnológico, cuando los hombres vivían solos, en cuevas, constantemente amenazados por un mundo paleolítico siempre dispuesto a devorarlos.
El sueño de alcanzar las estrellas es como cualquier otro: puede convertirse en pesadilla, la pesadilla de terminar volviendo al punto de partida.
3
- Sonidos de Alien
- Imágenes de Alien
1
Antes de nada he de decir que soy un fan absoluto de la película tal y como quedó montada en el año 1978, pero que los resultados de la nueva cinta mejoran áun más los resultados.
Con esos veinte minutos añadidos el ritmo de la película no se resiente e, incluso, ese fluir preciso mejora en claridad puesto que la mayor parte del material añadido corresponde a la primera parte de la película, a la del planteamiento de la trama. Los siete tripulantes aparecen más, mostrándose de mejor forma el juego de interacciones que se producen entre ambos.
Por lo demás, y aunque algunos efectos especiales 'canten' por antiguos, Alien es una película que siempre funciona. Quizá, la mejor obra de su director Ridley Scott.
2
Con maneras góticas -la refinería que el remolcador Nostromo arrastra simula una vieja mansión encantada de pasadizos secretos y pasillos oscuros- , la historia apela al animal que todos llevamos dentro y al temor que se animal tiene a ser devorado por un superpredador más fuerte e invencible.
El poderoso hombre que siempre pensamos que seremos en un futuro lejano -nuestra confianza en el futuro siempre es inmensa- es puesto contra las cuerdas por otra raza de criaturas en cierto sentido más primitivas que la cultura que las descubre en un asteroide perdido. Los alien asemejan animales incapaces de, como nosotros, asociarse y generar una cultura propia pero, por otro lado, resultan ser unas criaturas letales, absolutamente preparadas para sobrevivir y perdurar como especie.
Alien convierte el supertecnológico futuro de la Nostromo y sus tripulantes en un olvidado pasado pretecnológico, cuando los hombres vivían solos, en cuevas, constantemente amenazados por un mundo paleolítico siempre dispuesto a devorarlos.
El sueño de alcanzar las estrellas es como cualquier otro: puede convertirse en pesadilla, la pesadilla de terminar volviendo al punto de partida.
3
- Sonidos de Alien
- Imágenes de Alien
lunes, octubre 13, 2003
1
Me gustó mucho ver 'Te doy mis ojos', la nueva película de Iciar Bollaín.
Eran las ocho y media de la tarde de un domingo más y andaba yo a palos con el sueño -la noche anterior sólo había dormido dos horas y por varios motivos no hubo siesta de por medio-. Me temía lo peor, pero la película consiguió despertarme e incluso emocionarme. Me dió lo mejor y acabó saliendo del cine a mil kilómetros del sueño absolutamente fascinado con todo lo que adivinaba en las miradas de sus dos protagonistas, intuiciones que no hubieran sido posibles sin la genial interpretación de Laia Marull y Luis Tosar.
2
Huyendo de soluciones argumentales más sensacionalistas y quizá más demagógicas por lo superficial, la directora se mueve en terrenos más movedizos.
Dar los ojos no es otra cosa que una hermosa metá¡fora sobre las relaciones personales llevadas a un último extremo. Cuando uno da su mirada está también dando al sujeto que está detrá animandola y éso es lo que pretende el personaje encarnado por Luis Tosar. Quiere el control total de ese sujeto. Convertirla en un elemento más de un paisaje forjado en el fracaso y en la mediocridad, a espaldas de una realidad que constantemente le supera y cuestiona.
Ante ello, la única solución es refugiarse en la casa para por lo menos ser el incuestionable señor de esos escasos ochenta metros cuadrados. Transformarse en la única fuente de sentido, soberano absoluto y dictador de las dos personas que viven con él. Se abandona la lucha fuera y el hogar se convierte en la última posición, la de la resistencia desesperada y la lucha cuerpo a cuerpo hasta la muerte.
Y la lucha no tarda en producirse porque ella no está dispuesta a ser el sujeto pasivo de la vida de nadie, un mero elemento del paisaje que el demiurgo quita y pone a voluntad. Primero sin ser consciente de su propia reivindicación de identidad y luego, más adelante, despertada a gritos y empujones, cuando se disipa la bruma del amor, de una forma intencionada y precisa.
Ella quiere vivir y él, borracho de su porpia muerte, no está preparado para semejante 'traición'.
Por amor ella le da sus ojos, pero sólo por amor. Pero a él se le escapa la grandeza de ese gesto. No puede comprenderlo. El bosque de su fracaso vital le impide ver el arbol de un amor sincero.
3
Ambos personajes, en el fondo, luchan por su propia supervivencia y componen versiones antagónicas, el lado luminoso (ella) y el oscuro (él) de un mismo hecho. El triunfo y el fracaso, el afán de superación y el afán por no ser superado.
Sólo por amor ella se hundiría con él, pero al mismo tiempo es él quién la libera de semejante compromiso con su esfuerzo por mantener en el hogar un orden que, para éll, ya no existe puertas afuera.
Un orden que ella cuestionará siempre porque ella no es quién él cree que es. Ella quiere vivir. Opina. Tiene ideas e iniciativas. Es un sujeto con mirada propia
Incapaz de la menor reflexión e introspección, víctima de siglos de fracasos, él no puede salvarse. No está en absoluto preparado para ser él mismo -porque ni se gusta ni se acepta- y tampoco puede soportar que los demás sean ellos mismos -porque un día le mirarán y quizá le ven tal y como él se ve- y los unicos seres que aún puede controlar son los más cercanos y próximos.
4
'Te doy mis ojos' es una gran película sobre el fracaso, un final que siempre empieza por la incapacidad para ser uno mismo y, como consecuencia, siempre termina en la imposibilidad de comunicarse.
Cansados, los otros siempre terminan alejándose, especialmente si son como ellas: seres libres capaces de sentir las emociones más puras, capaces de entregarse a sí mismos y a su libertad por amor.
Ojalá jamás cometamos el enorme pecado de no reconocerlos y el aún mayor de recurrir a la violencia para intentar retenerlos.
Me gustó mucho ver 'Te doy mis ojos', la nueva película de Iciar Bollaín.
Eran las ocho y media de la tarde de un domingo más y andaba yo a palos con el sueño -la noche anterior sólo había dormido dos horas y por varios motivos no hubo siesta de por medio-. Me temía lo peor, pero la película consiguió despertarme e incluso emocionarme. Me dió lo mejor y acabó saliendo del cine a mil kilómetros del sueño absolutamente fascinado con todo lo que adivinaba en las miradas de sus dos protagonistas, intuiciones que no hubieran sido posibles sin la genial interpretación de Laia Marull y Luis Tosar.
2
Huyendo de soluciones argumentales más sensacionalistas y quizá más demagógicas por lo superficial, la directora se mueve en terrenos más movedizos.
Dar los ojos no es otra cosa que una hermosa metá¡fora sobre las relaciones personales llevadas a un último extremo. Cuando uno da su mirada está también dando al sujeto que está detrá animandola y éso es lo que pretende el personaje encarnado por Luis Tosar. Quiere el control total de ese sujeto. Convertirla en un elemento más de un paisaje forjado en el fracaso y en la mediocridad, a espaldas de una realidad que constantemente le supera y cuestiona.
Ante ello, la única solución es refugiarse en la casa para por lo menos ser el incuestionable señor de esos escasos ochenta metros cuadrados. Transformarse en la única fuente de sentido, soberano absoluto y dictador de las dos personas que viven con él. Se abandona la lucha fuera y el hogar se convierte en la última posición, la de la resistencia desesperada y la lucha cuerpo a cuerpo hasta la muerte.
Y la lucha no tarda en producirse porque ella no está dispuesta a ser el sujeto pasivo de la vida de nadie, un mero elemento del paisaje que el demiurgo quita y pone a voluntad. Primero sin ser consciente de su propia reivindicación de identidad y luego, más adelante, despertada a gritos y empujones, cuando se disipa la bruma del amor, de una forma intencionada y precisa.
Ella quiere vivir y él, borracho de su porpia muerte, no está preparado para semejante 'traición'.
Por amor ella le da sus ojos, pero sólo por amor. Pero a él se le escapa la grandeza de ese gesto. No puede comprenderlo. El bosque de su fracaso vital le impide ver el arbol de un amor sincero.
3
Ambos personajes, en el fondo, luchan por su propia supervivencia y componen versiones antagónicas, el lado luminoso (ella) y el oscuro (él) de un mismo hecho. El triunfo y el fracaso, el afán de superación y el afán por no ser superado.
Sólo por amor ella se hundiría con él, pero al mismo tiempo es él quién la libera de semejante compromiso con su esfuerzo por mantener en el hogar un orden que, para éll, ya no existe puertas afuera.
Un orden que ella cuestionará siempre porque ella no es quién él cree que es. Ella quiere vivir. Opina. Tiene ideas e iniciativas. Es un sujeto con mirada propia
Incapaz de la menor reflexión e introspección, víctima de siglos de fracasos, él no puede salvarse. No está en absoluto preparado para ser él mismo -porque ni se gusta ni se acepta- y tampoco puede soportar que los demás sean ellos mismos -porque un día le mirarán y quizá le ven tal y como él se ve- y los unicos seres que aún puede controlar son los más cercanos y próximos.
4
'Te doy mis ojos' es una gran película sobre el fracaso, un final que siempre empieza por la incapacidad para ser uno mismo y, como consecuencia, siempre termina en la imposibilidad de comunicarse.
Cansados, los otros siempre terminan alejándose, especialmente si son como ellas: seres libres capaces de sentir las emociones más puras, capaces de entregarse a sí mismos y a su libertad por amor.
Ojalá jamás cometamos el enorme pecado de no reconocerlos y el aún mayor de recurrir a la violencia para intentar retenerlos.
domingo, octubre 12, 2003
1
"Qué tierno es el abrazo, el roce
de su piel, tan suavísima, en la mía.
Qué agradable es tener una mujer.
Y qué grato el cansancio placentero
que adormece la sangre dulcemente."
2
"Y estoy envejeciendo. Mas rechazo
esta figura mía en el camino
del penúltimo tramo de la vida.
Antes tengo que usar la juventud.
Estos años atrás, que dicen jóvenes,
tuve que dedicarlos a buscar
amor, gloria, dinero... No podía
detenerme a vivir. Era lo urgente
atrapar el amor, gloria y dinero.
Debía sorprenderlos en atajos
que irían señalándome mis obras.
¡Estaba tan seguro! Ganaría
un lugar prominente en el Olimpo.
Y trabajé y sufrí. No tengo nada.
Necesito más tiempo de ser joven
pues trabajé y sufrí para poseer
amor, gloria y dinero siendo joven.
Y nada he conseguido. Ni ser joven."
José María Fonollosa. La destrucción de la mañana
(Poeta catalán perteneciente a la generación de 1916 según Ortega-Marías; tambien conocida como Primera Generación de Postguerra por haberse manifestado, como grupo, en los años cuarenta.)
Más Fonollosa
"Qué tierno es el abrazo, el roce
de su piel, tan suavísima, en la mía.
Qué agradable es tener una mujer.
Y qué grato el cansancio placentero
que adormece la sangre dulcemente."
2
"Y estoy envejeciendo. Mas rechazo
esta figura mía en el camino
del penúltimo tramo de la vida.
Antes tengo que usar la juventud.
Estos años atrás, que dicen jóvenes,
tuve que dedicarlos a buscar
amor, gloria, dinero... No podía
detenerme a vivir. Era lo urgente
atrapar el amor, gloria y dinero.
Debía sorprenderlos en atajos
que irían señalándome mis obras.
¡Estaba tan seguro! Ganaría
un lugar prominente en el Olimpo.
Y trabajé y sufrí. No tengo nada.
Necesito más tiempo de ser joven
pues trabajé y sufrí para poseer
amor, gloria y dinero siendo joven.
Y nada he conseguido. Ni ser joven."
José María Fonollosa. La destrucción de la mañana
(Poeta catalán perteneciente a la generación de 1916 según Ortega-Marías; tambien conocida como Primera Generación de Postguerra por haberse manifestado, como grupo, en los años cuarenta.)
Más Fonollosa
Me gustan las ciudades. No lo puedo evitar.
Regresábamos en coche desde Toledo y frente a nosotros, carretera adelante, un resplandor anaranjado se erigía al otro lado de la línea del horizonte. Bajo tan intangible cúpula sabíamos que se escondía el constante incendio bullicioso de las calles y las aceras que tan bien conocíamos. En alguna parte de aquel futuro que se materializaba ante nuestras miradas -un tanto alcoholizadas- se encontraba nuestro lugar en el mundo. No pertenecíamos a la impenetrable oscuridad que por todas partes nos rodeaba, sino a aquel incendio cuya alargada sombra se prolongaba cielo arriba.
Por un momento traté de imaginarme a mí mismo abandonado, en medio de aquel inhóspito espacio sin marcas ni huellas. Interrogando a los dioses y escuchando el silencio de las estrellas. Intentando palpar algo parecido a un seguro camino a casa... ¡Qué gran invento el de la luz! De la grandeza de su hallazgo hablan sus míticos orígenes, su espúreo carácter de preciada posesión robada por el hombre a los adocenados y desprevenidos dioses.
Y había mucha luz allá delante, en la ciudad. Un lugar al que todos regresábamos en fila india, como hijos obedientes, y que comenzaba a erigirse frente a nuestro cansancio como un enorme barco fondeado en la inmensidad de un ignoto mar de noche.
El maldito objeto de ese imposible delito persistiendo real ante nuestros ojos incrédulos.
Regresábamos en coche desde Toledo y frente a nosotros, carretera adelante, un resplandor anaranjado se erigía al otro lado de la línea del horizonte. Bajo tan intangible cúpula sabíamos que se escondía el constante incendio bullicioso de las calles y las aceras que tan bien conocíamos. En alguna parte de aquel futuro que se materializaba ante nuestras miradas -un tanto alcoholizadas- se encontraba nuestro lugar en el mundo. No pertenecíamos a la impenetrable oscuridad que por todas partes nos rodeaba, sino a aquel incendio cuya alargada sombra se prolongaba cielo arriba.
Por un momento traté de imaginarme a mí mismo abandonado, en medio de aquel inhóspito espacio sin marcas ni huellas. Interrogando a los dioses y escuchando el silencio de las estrellas. Intentando palpar algo parecido a un seguro camino a casa... ¡Qué gran invento el de la luz! De la grandeza de su hallazgo hablan sus míticos orígenes, su espúreo carácter de preciada posesión robada por el hombre a los adocenados y desprevenidos dioses.
Y había mucha luz allá delante, en la ciudad. Un lugar al que todos regresábamos en fila india, como hijos obedientes, y que comenzaba a erigirse frente a nuestro cansancio como un enorme barco fondeado en la inmensidad de un ignoto mar de noche.
El maldito objeto de ese imposible delito persistiendo real ante nuestros ojos incrédulos.
lunes, septiembre 29, 2003
Tras dos grandes fracasos comerciales: Barbarroja (1965) y Do-Des-Ka-den (1970) -que tambien fue un desastre económico pues el cineasta japonés se implicó en labores de producción-, el gran director cinematográfico japonés Akira Kurosawa estuvo sumido en una grave crisis personal que incluso le llevó a cometer un intento de suicidio -que casi fue exitoso-.
De esta situación, Kurosawa escapó como sólo los más grandes pueden escapar: filando 'Dersu Uzala' en 1975, con dinero de la Unión Soviética.
El oscar de hollywood a la mejor película extranjera le fue otorgado y con la estatuilla en el kimono Kurosawa pudo obtener la financiación necesaria -via George Lucas y Steven Spielberg- para realizar, en 1980, Kagemusha, también conocida por 'La sombra del guerrero'.
Situada entre dos obras maestras como 'Dersu Uzala' y 'Ran' (1985), Kagemusha cuenta la historia de un gran señor feudal que, en trance de controlar todo el Japón, cae herido de muerte en el asedio de una fortaleza. Su gran preocupación en su lecho de muerte es que su clan se debilite con su prematura marcha y ésta inquietud se materializa en un último deseo: su muerte no debe trascender durante tres años y medio. Un ladrón, perfecta imagen del señor, deberá ocupar su lugar durante todo ese tiempo.
Al principio todo irá bien, pero, como siempre, ese gran pesimista llamado Kurosawa no puede evitar contarnos cómo todo se va torciendo y encaminandose a un final fatal, un final dramático que los errores humanos y locuras aún más humanas no pueden sino preparar.
El señor de Shingen pretende que el orden por el que tanto ha peleado persista después de su muerte: un doble puede reemplazarle y garantizar con su presencia el éxito de su clan; Pero nada es mas vano que los esfuerzos del hombre por intentar dar un orden y un concierto a la comedia humana.
En contra de la conocida idea liberal de que la persecución egoísta del propio interés redunda en el bien común, Kurosawa cree lo contrario. Para él, primero en Kagemusha y más tarde -de una forma más rotunda- en Ran (1985) -Caos en japonés-, la esencia de la vida es un continuo desorden producido por la individual persecución del propio interés.
En este entramado loco y brutal, todo orden, encarnado por los dos señores feudales que protagonizan ambas películas, es una mera situación temporal, un evento inesperado y afortunado que no tardará en desaparecer devorado en el inmenso oceano de la estupidez humana (después de mil y un esfuerzos por pasar por quién no es, el doble de Shengen se descubre jugando con un niño y queriendo montar a caballo).
Más Shakesperiano que nunca y utilizando una conocida frase del dramaturgo inglés, para Kurosawa la vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, contado a voces y que no tiene ningún sentido... aunque tenga como decorado la tranquilidad de un jardín Zen.
De esta situación, Kurosawa escapó como sólo los más grandes pueden escapar: filando 'Dersu Uzala' en 1975, con dinero de la Unión Soviética.
El oscar de hollywood a la mejor película extranjera le fue otorgado y con la estatuilla en el kimono Kurosawa pudo obtener la financiación necesaria -via George Lucas y Steven Spielberg- para realizar, en 1980, Kagemusha, también conocida por 'La sombra del guerrero'.
Situada entre dos obras maestras como 'Dersu Uzala' y 'Ran' (1985), Kagemusha cuenta la historia de un gran señor feudal que, en trance de controlar todo el Japón, cae herido de muerte en el asedio de una fortaleza. Su gran preocupación en su lecho de muerte es que su clan se debilite con su prematura marcha y ésta inquietud se materializa en un último deseo: su muerte no debe trascender durante tres años y medio. Un ladrón, perfecta imagen del señor, deberá ocupar su lugar durante todo ese tiempo.
Al principio todo irá bien, pero, como siempre, ese gran pesimista llamado Kurosawa no puede evitar contarnos cómo todo se va torciendo y encaminandose a un final fatal, un final dramático que los errores humanos y locuras aún más humanas no pueden sino preparar.
El señor de Shingen pretende que el orden por el que tanto ha peleado persista después de su muerte: un doble puede reemplazarle y garantizar con su presencia el éxito de su clan; Pero nada es mas vano que los esfuerzos del hombre por intentar dar un orden y un concierto a la comedia humana.
En contra de la conocida idea liberal de que la persecución egoísta del propio interés redunda en el bien común, Kurosawa cree lo contrario. Para él, primero en Kagemusha y más tarde -de una forma más rotunda- en Ran (1985) -Caos en japonés-, la esencia de la vida es un continuo desorden producido por la individual persecución del propio interés.
En este entramado loco y brutal, todo orden, encarnado por los dos señores feudales que protagonizan ambas películas, es una mera situación temporal, un evento inesperado y afortunado que no tardará en desaparecer devorado en el inmenso oceano de la estupidez humana (después de mil y un esfuerzos por pasar por quién no es, el doble de Shengen se descubre jugando con un niño y queriendo montar a caballo).
Más Shakesperiano que nunca y utilizando una conocida frase del dramaturgo inglés, para Kurosawa la vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, contado a voces y que no tiene ningún sentido... aunque tenga como decorado la tranquilidad de un jardín Zen.
viernes, septiembre 26, 2003
De lo poco que veo 'Gran Hermano' el aspecto que más atrae mi cansina atención de vagabundo 'zappeador' es el incontrovertible -en mi opinión- hecho de que un italiano -en definidas cuentas un forastero por muy europeos que nos tengamos- esté desgañitandose para tratar de que doce españoles ordenen su vida y no se maten entre sí.
Estamos ante la más pura metonimia: el pequeño todo de trece payasos de la tele -solo falta Milikito- mostrando un atisbo de una gran verdad.
Después de todo, y si mal no recuerdo, el término español quiere decir -más o menos- 'los que viven en Hispania'. Es decir, es un término dado por gente que nos vió desde fuera y decidió llamarnos así. Actitud que, por un lado, muestra que el turismo aún no era un gran invent y, por otro, refleja el poco interés que despertábamos en nuestros civilizados convecinos fenicios, griegos y etruscos.
Para todos ellos simplemente eramos los que viven en Hispania y para mi esa definición presenta de forma muy obvia el escaso o nulo interés que el definidor mostraba por lo definido: ¿Quiénes son? Pues lo que viven en Hispania. Ese ruidoso y caótico batiburrillo de enanos cetrinos en el que no merece la pena detenerse a diferenciar (Puedo incluso imaginar el displicente gesto del brazo señalando las verdes costas de Ampurias). Simplemente son ellos, los españoles. No les des más vueltas Asdrúbal. (Quizá también haya algún guiño de complicidad). Hazme caso y no te metas, que cada uno es de su padre y de su madre y es un lio.
Y ahora Nicola se empeña en enseñarnos a tirar de la cadena. También intenta que nos llevemos bien, nosotros, un poco más altos y menos cetrinos, mejor alimentados, pero siempre los que viven en Hispania.
Desde los lejanos tiempo del 'pasota' Asdrubal las cosas están cambiando.
¿Conseguirá el macarra pero voluntarioso Nicola un mínimo orden, un suficiente concierto que satisfaga su exigente gusto europeo?
No lo se, pero escribir con mierda en la pared del retrete ya me parece un gesto desesperado.
Estamos ante la más pura metonimia: el pequeño todo de trece payasos de la tele -solo falta Milikito- mostrando un atisbo de una gran verdad.
Después de todo, y si mal no recuerdo, el término español quiere decir -más o menos- 'los que viven en Hispania'. Es decir, es un término dado por gente que nos vió desde fuera y decidió llamarnos así. Actitud que, por un lado, muestra que el turismo aún no era un gran invent y, por otro, refleja el poco interés que despertábamos en nuestros civilizados convecinos fenicios, griegos y etruscos.
Para todos ellos simplemente eramos los que viven en Hispania y para mi esa definición presenta de forma muy obvia el escaso o nulo interés que el definidor mostraba por lo definido: ¿Quiénes son? Pues lo que viven en Hispania. Ese ruidoso y caótico batiburrillo de enanos cetrinos en el que no merece la pena detenerse a diferenciar (Puedo incluso imaginar el displicente gesto del brazo señalando las verdes costas de Ampurias). Simplemente son ellos, los españoles. No les des más vueltas Asdrúbal. (Quizá también haya algún guiño de complicidad). Hazme caso y no te metas, que cada uno es de su padre y de su madre y es un lio.
Y ahora Nicola se empeña en enseñarnos a tirar de la cadena. También intenta que nos llevemos bien, nosotros, un poco más altos y menos cetrinos, mejor alimentados, pero siempre los que viven en Hispania.
Desde los lejanos tiempo del 'pasota' Asdrubal las cosas están cambiando.
¿Conseguirá el macarra pero voluntarioso Nicola un mínimo orden, un suficiente concierto que satisfaga su exigente gusto europeo?
No lo se, pero escribir con mierda en la pared del retrete ya me parece un gesto desesperado.
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