THE WALKING DEAD
Me interesa mucho Frank Darabont.
Desde su primera y fulgurante aparición en cine con la memorable "The shawshank redemption" hasta la no menos memorable "The mist" parece estar interesado por un aspecto especial del ser humano que es su capacidad para la esperanza. Y en este sentido no es de extrañar que el cine de terror sea objeto de su atención suministrándoles escenarios quiméricos y extremos que permiten poner a prueba la capacidad de resistencia de los personajes que recorren y protagonizan.
Como un científico de laboratorio, Darabont parece preocupado única y exclusivamente por la reacción que los personajes que protagonizan sus historias tienen ante situaciones que además de ser inevitables les ponen a prueba con un carácter extremo, inapelable y brutal.
Hasta dónde llega su límite para tener una percepción organizada y estructurada de las cosas, cuán lejos puede llegar su estado de ánimo en el esfuerzo por mantener una actitud constructiva y positiva ante un entorno que ejerce incesante y poderosa presión sobre su cordura.
Desde la larga permanencia en prisión del protagonista de "The shawshank redemption" hasta la misteriosa niebla asesina de "The mist" pasando por la experiencia constante de la muerte en The green mile" o el guionista perseguido por el macartismo en la desconocida e infravalorada "The majestic"... En todas las historias de Darabont hay una gran presión pesando sobre el ánimo de los personajes, sometiéndoles a un constante desgaste que busca su punto de ruptura.
Los invisibles y etéreos mecanismos que rigen la esperanza y la cordura del ser humano nunca son tan etéreos e invisibles en la obra de Darabont.
En este sentido, no es de extrañar que Darabont encuentre interesante una historia como "The walking dead". Después de todo quizá no haya nada más estresante que un apocalipsis cuyo agente catalizador sea un agente biológico, el TS-19, que mata al ser humano para posteriormente resucitarlo convirtiéndolo en un zombi canibal.
Y este es el escenario donde sucede, de manera modélica, "The walking dead".
En sólo seis episodios la serie describe precisamente ese escenario, esa situación en la que de pronto se encuentran sumidos una serie de personajes que deben luchar constantemente por sus vidas, por no ser devorados por una multitud de caminantes hambrientos.
Como si se tratase de una reality, la serie describe a los personajes inmersos en esa situación, una situación que además parece tener pocos visos de solución y asistimos al efecto que la constatación de esa realidad inapelable tiene para todos y cada uno de ellos.
Y en este sentido es modélico, espectacular, el comienzo de la serie, su maravilloso primer episodio, quizá el mejor primer episodio de todos los tiempos de la ficción en televisión en el que encontramos a quién parece ser el protagonista principal despertando del sueño de un coma a una realidad que poco a poco va tornándose cada vez más increíble, más insoportablemente dolorosa y absurda, una realidad que le obliga a defenderse mucho antes de que pueda ser capaz de comprenderla.
En "The walking dead" apenas hay historia. Por no tener algo de donde agarrarse los personajes no tienen los elementos esenciales con los que construir un relato que de sentido a lo que les pasa, una tierra prometida a la que dirigirse.
La historia nos cuenta sus idas y venidas impulsados por voluntades que se autoimponen un sentido (buscar a la familia perdida, llegar a Atlanta, salir de Atlanta, no moverse con la esperanza de ser encontrados, decidir moverse...), sentidos que pugnan por imponerse cuando chocan y que generan situaciones dramáticas que complementan a la general de los caminantes hambrientos.
Me gusta mucho "The walking dead" y Frank Darabont es uno de los grandes, no sólo ya en cine sino también en televisión.