LUZ ESCONDIDA
miércoles, febrero 29, 2012
Me gusta esta frase que rescato de un foro donde las opiniones a favor y en contra de lo que sucede en Barcelona se enzarzan:
"Todos quieren seguir con la fiesta, y es imposible, ya no queda nada para repartir"
Y es verdad, pero es una verdad a medias.
Es cierto que no hay dinero, pero no se dice por qué no hay. Las respuestas son tácticas y tecnocráticas: No hay... porque no hay.
Y no se ponen las respuestas en el tiempo: ¿Por qué antes había y ahora no? o ¿Si antes tampoco había por qué importaba tan poco que no hubiera?
¿Qué ha pasado para que de repente, ahora, no haya?
¿Qué ha pasado para que ahora, de repente importe que no haya?
Si se hace un análisis de contenido de las publicaciones políticas y económicas de antes de la crisis nos llevaremos una sorpresa.
Recordemos...
Las deudas no eran un problema.
Lo importante no es lo que se debe sino la capacidad para devolverlo.
Las economías eran fuertes y las expectativas eran de crecimiento.
Y la gente que se creyó todo aquello ahora de pronto es culpable de haber gastado por encima de sus posibilidades.
El absurdo de culpar al soldado Garment de la derrota de Waterloo.
Por supuesto que hay culpa... la culpa de no sobreponerse al mainstream mass media favorable al gasto sin responsabilidad, de no tener intuición ni la fuerza de voluntad para resistirse a los interminables cantos de sirena de la sociedad de consumo.
Y que levante la mano el que no haya echado a la cesta de la compra algo que realmente no necesite... pero, y lo que es más importante, qué es necesitar a estas alturas de la película de la sociedad opulenta.
En cualquier caso es jugar con ventaja el volver la pasiva en activa, culpar a la mujer violada por ir demasiado provocativa o pensar que la gente común, la que se ha comprado un coche sin poder pagarlo, tiene la culpa de todo esto.
Porque hay más culpables.
Los auténticos
Aquellos cuyas acciones han hecho imposible que hubiera donde había o que dejase de importar que no hubiera.
Y la gente se queja... Faltaría más.
Y deberíamos felicitarnos porque lo autenticamente humano es quejarse.
Y esto, desde el principio, siempre ha sido una injusticia, un complot contra las vidas de la gente.
Y la gente se queja porque los realmente culpables no son señalados públicamente ni gravados de forma conveniente y satisfactoria por su conducta.
Todo lo contrario.
Porque quizá no habría tanta queja si a las personas se las tratase como seres humanos por sociedades que se tienen por sofisticadamente humanas y civilizadas en su organización cuando su estilo de vida se ve amenazado y puesto en entredicho, cuando las cosas se plantean como las lentejas.
Pero no, hay una falta evidente de justicia.
El discurso determinista y riguroso de las infraestructuras es así. El fuerte se impone al débil y es éste quién paga... si acaso sólo le queda el pataleo, y quizá un poco de suerte comprender que no es ese sujeto todopoderoso sobre el que se instaura el imaginario político de las sociedades occidentales.
A todas luces no lo es.
Si algo tiene esta crisis es precisamente eso, que saca a la luz las contradictorias costuras de este mundo encantado de conocerse en el que vivimos. En los bajos, siempre ha funcionado una plantación con sus capataces y sus amos.
Siempre ha habido clase cuando las cosas se ponen difíciles.
La historia no ha terminado.
No puede acabar en un mundo donde un tipo que tiene siete piscinas no se sienta culpable... sin entrar en que alguna vez las use o no.
"Todos quieren seguir con la fiesta, y es imposible, ya no queda nada para repartir"
Y es verdad, pero es una verdad a medias.
Es cierto que no hay dinero, pero no se dice por qué no hay. Las respuestas son tácticas y tecnocráticas: No hay... porque no hay.
Y no se ponen las respuestas en el tiempo: ¿Por qué antes había y ahora no? o ¿Si antes tampoco había por qué importaba tan poco que no hubiera?
¿Qué ha pasado para que de repente, ahora, no haya?
¿Qué ha pasado para que ahora, de repente importe que no haya?
Si se hace un análisis de contenido de las publicaciones políticas y económicas de antes de la crisis nos llevaremos una sorpresa.
Recordemos...
Las deudas no eran un problema.
Lo importante no es lo que se debe sino la capacidad para devolverlo.
Las economías eran fuertes y las expectativas eran de crecimiento.
Y la gente que se creyó todo aquello ahora de pronto es culpable de haber gastado por encima de sus posibilidades.
El absurdo de culpar al soldado Garment de la derrota de Waterloo.
Por supuesto que hay culpa... la culpa de no sobreponerse al mainstream mass media favorable al gasto sin responsabilidad, de no tener intuición ni la fuerza de voluntad para resistirse a los interminables cantos de sirena de la sociedad de consumo.
Y que levante la mano el que no haya echado a la cesta de la compra algo que realmente no necesite... pero, y lo que es más importante, qué es necesitar a estas alturas de la película de la sociedad opulenta.
En cualquier caso es jugar con ventaja el volver la pasiva en activa, culpar a la mujer violada por ir demasiado provocativa o pensar que la gente común, la que se ha comprado un coche sin poder pagarlo, tiene la culpa de todo esto.
Porque hay más culpables.
Los auténticos
Aquellos cuyas acciones han hecho imposible que hubiera donde había o que dejase de importar que no hubiera.
Y la gente se queja... Faltaría más.
Y deberíamos felicitarnos porque lo autenticamente humano es quejarse.
Y esto, desde el principio, siempre ha sido una injusticia, un complot contra las vidas de la gente.
Y la gente se queja porque los realmente culpables no son señalados públicamente ni gravados de forma conveniente y satisfactoria por su conducta.
Todo lo contrario.
Porque quizá no habría tanta queja si a las personas se las tratase como seres humanos por sociedades que se tienen por sofisticadamente humanas y civilizadas en su organización cuando su estilo de vida se ve amenazado y puesto en entredicho, cuando las cosas se plantean como las lentejas.
Pero no, hay una falta evidente de justicia.
El discurso determinista y riguroso de las infraestructuras es así. El fuerte se impone al débil y es éste quién paga... si acaso sólo le queda el pataleo, y quizá un poco de suerte comprender que no es ese sujeto todopoderoso sobre el que se instaura el imaginario político de las sociedades occidentales.
A todas luces no lo es.
Si algo tiene esta crisis es precisamente eso, que saca a la luz las contradictorias costuras de este mundo encantado de conocerse en el que vivimos. En los bajos, siempre ha funcionado una plantación con sus capataces y sus amos.
Siempre ha habido clase cuando las cosas se ponen difíciles.
La historia no ha terminado.
No puede acabar en un mundo donde un tipo que tiene siete piscinas no se sienta culpable... sin entrar en que alguna vez las use o no.
martes, febrero 28, 2012
TORERO!
Carlos Velo fue uno de esos exiliados españoles de la Guerra Civil que terminaron haciendo su vida en Méjico.
Como las de tantos otros sus huellas quedaron definitivamente borradas de las tierras de España para aparecer al otro lado del océano. Y, en particular, las huellas de Carlos Velo en su tierra de adopción construyen la trayectoria de un hombre clave en el cine mejicano de la segunda mitas del siglo XX.
No conozco su obra, pero está escrito que "Torero!" es una de sus grandes obras y tras verla no tengo la menor duda al respecto.
Entre la ficción y el documental, "Torero!" nos cuenta la vida del torero mejicano Luis Procuna
Contada... más bien recordada por él mismo mientras se dirige en un coche a lo que será su regreso a las plazas tras años de retiro.
En ese tránsito por la memoria del torero llegando a la plaza, la película se desborda en una abundante riqueza de lecturas.
Por un lado, la crónica social de un olvidado que consigue salir adelante desde los escalones más bajos de la sociedad mejicana, merced a su esfuerzo y su gusto por los toros... "Más cornadas da el hambre" dice Procuna en un determinado momento.
Por otro, el fascinante retrato de la psicología del torero. Los toreros siempre me han parecido personajes complejos, constantemente midiéndose consigo mismos, con la bestialidad de la naturaleza encarnada en el toro, con la brutalidad de la sociedad encarnada en el público y contra el sinsentido de la vida manifestándose en la constante presencia del azar y la muerte.
En este sentido hay pocos toreros que no tengan algo que decir y que no merezcan ser escuchados. Son de los pocos que cruzan aquella línea de la que hablaba Hunter S. Thompson y que consiguen regresar... casi siempre.
Y Procuna, por supuesto, desde la reflexión psicológica de una voz en off que subraya casi todos los planos en que se despliega la película, ofrece una fascinante visión de la vida y de la muerte desde la naturalidad de quién ha tenido que trasegar con ambas desde el principio de su tiempo.
Pero también "Torero!" es un magnífico documental que recoge el espíritu de toda una época, el méjico miserable de las calles sin asfaltar donde intentaban sobrevivir esos olvidados de Buñuel, unos olvidados de los que Procuna sin duda debió formar parte.
Y hay más cosas... para los aficionados a los toros la oportunidad de ver imágenes de diestros históricos como Manolete o Carlos Arruza o el propio Procuna toreando en la Monumental y para los aficionados a las imágenes inolvidables las de los jovenes maletillas toreando toros bajo la luna.
Una película importante, a descubrir.
Carlos Velo fue uno de esos exiliados españoles de la Guerra Civil que terminaron haciendo su vida en Méjico.
Como las de tantos otros sus huellas quedaron definitivamente borradas de las tierras de España para aparecer al otro lado del océano. Y, en particular, las huellas de Carlos Velo en su tierra de adopción construyen la trayectoria de un hombre clave en el cine mejicano de la segunda mitas del siglo XX.
No conozco su obra, pero está escrito que "Torero!" es una de sus grandes obras y tras verla no tengo la menor duda al respecto.
Entre la ficción y el documental, "Torero!" nos cuenta la vida del torero mejicano Luis Procuna
Contada... más bien recordada por él mismo mientras se dirige en un coche a lo que será su regreso a las plazas tras años de retiro.
En ese tránsito por la memoria del torero llegando a la plaza, la película se desborda en una abundante riqueza de lecturas.
Por un lado, la crónica social de un olvidado que consigue salir adelante desde los escalones más bajos de la sociedad mejicana, merced a su esfuerzo y su gusto por los toros... "Más cornadas da el hambre" dice Procuna en un determinado momento.
Por otro, el fascinante retrato de la psicología del torero. Los toreros siempre me han parecido personajes complejos, constantemente midiéndose consigo mismos, con la bestialidad de la naturaleza encarnada en el toro, con la brutalidad de la sociedad encarnada en el público y contra el sinsentido de la vida manifestándose en la constante presencia del azar y la muerte.
En este sentido hay pocos toreros que no tengan algo que decir y que no merezcan ser escuchados. Son de los pocos que cruzan aquella línea de la que hablaba Hunter S. Thompson y que consiguen regresar... casi siempre.
Y Procuna, por supuesto, desde la reflexión psicológica de una voz en off que subraya casi todos los planos en que se despliega la película, ofrece una fascinante visión de la vida y de la muerte desde la naturalidad de quién ha tenido que trasegar con ambas desde el principio de su tiempo.
Pero también "Torero!" es un magnífico documental que recoge el espíritu de toda una época, el méjico miserable de las calles sin asfaltar donde intentaban sobrevivir esos olvidados de Buñuel, unos olvidados de los que Procuna sin duda debió formar parte.
Y hay más cosas... para los aficionados a los toros la oportunidad de ver imágenes de diestros históricos como Manolete o Carlos Arruza o el propio Procuna toreando en la Monumental y para los aficionados a las imágenes inolvidables las de los jovenes maletillas toreando toros bajo la luna.
Una película importante, a descubrir.
"La fuente y la esencia de nuestra riqueza se encuentra en la radiación del sol, la cual dispensa energía —riqueza— sin contrapartida. El sol da sin recibir... La radiación solar tiene como efecto la superabundancia de la energía en la superficie del globo. Pero, en principio, la materia viva recibe esta energía y la acumula en los límites establecidos por el espacio al que puede acceder. A continuación, la irradia o dilapida, pero antes de dedicar una parte apreciable de la energía acumulada a la radiación, la utiliza al máximo en el crecimiento. Sólo la imposibilidad de continuar el crecimiento da paso a la dilapidación. El verdadero excedente no comienza más que después de que haya quedado limitado el crecimiento del individuo o del grupo...
En principio, el excedente de energía, si no puede servir para el crecimiento, se pierde. Pero bajo ningún concepto puede pasar por útil esta pérdida inevitable. No se trata más que de una pérdida agradable, preferible a otra desagradable. Se trata de sentimiento, nunca de utilidad."
(La parte maldita, Georges Bataille)
En principio, el excedente de energía, si no puede servir para el crecimiento, se pierde. Pero bajo ningún concepto puede pasar por útil esta pérdida inevitable. No se trata más que de una pérdida agradable, preferible a otra desagradable. Se trata de sentimiento, nunca de utilidad."
(La parte maldita, Georges Bataille)
lunes, febrero 27, 2012
EL CHICO DE LA BICICLETA
La última película de los hermanos Dardenne es una hermosa crónica sobre la vulnerabilidad.
El chico de la bicicleta que protagoniza la película se llama Cyril. La historia lo encuentra en una búsqueda frenética de un padre que lo ha abandonado en un asilo. Como enloquecido Cyril persigue la sombra de su padre por los lugares que su memoria recuerda como familiares, siendo a su vez perseguido por los cuidadores del asilo de donde parece haber escapado.
Casualmente el frenético camino de Cyril se cruzará con el de una peluquera llamada Samantha a quién la tragedia del niño cae encima en forma de un desesperado abrazo. El niño se abraza a ella para que los cuidadores no consigan llevárselo y ese gesto parece tener el poder de llegar a lo más hondo de su persona haciendo que poco a poco vaya implicándose en la vida del niño hasta el punto de convertirse en su cuidadora los fines de semana.
El cine de los hermanos Dardenne se construye en las afueras de la sociedad europea. Sus historias versan sobre los desheredados en la tierra de la herencia abundante, en las zonas oscuras de la sociedad del bienestar y casi siempre desde una perspectiva psicológica, emocional.
Los aspectos sociales, de carácter macro, que conducen a la marginación también se traducen en aspectos psicológicos centrados casi siempre en la soledad y en la necesidad de afecto y en este sentido Cyril es un ejemplo muy paradigmático.
Las consecuencias de su condición marginal tienen un efecto multiplicador merced a una insatisfecha e irreprimible necesidad de afecto que algunos personajes de su alrededor como el traficante adolescente intentarán utilizar en su propio beneficio.
Asi, "El niño de la bicicleta" nos cuenta también la historia de una encrucijada en la que la vida y sus tentaciones colocan al niño. A un lado aparecerá el buen camino simbolizado por la peluquera y por otro el malo expresado por el traficante otorgando a la película una cierta tonalidad de suspense e incertidumbre.
Será entonces cuando la vulnerabilidad de Cyril se convertirá en su peor consejero y su mejor enemigo.
Extraordinaria.
La última película de los hermanos Dardenne es una hermosa crónica sobre la vulnerabilidad.
El chico de la bicicleta que protagoniza la película se llama Cyril. La historia lo encuentra en una búsqueda frenética de un padre que lo ha abandonado en un asilo. Como enloquecido Cyril persigue la sombra de su padre por los lugares que su memoria recuerda como familiares, siendo a su vez perseguido por los cuidadores del asilo de donde parece haber escapado.
Casualmente el frenético camino de Cyril se cruzará con el de una peluquera llamada Samantha a quién la tragedia del niño cae encima en forma de un desesperado abrazo. El niño se abraza a ella para que los cuidadores no consigan llevárselo y ese gesto parece tener el poder de llegar a lo más hondo de su persona haciendo que poco a poco vaya implicándose en la vida del niño hasta el punto de convertirse en su cuidadora los fines de semana.
El cine de los hermanos Dardenne se construye en las afueras de la sociedad europea. Sus historias versan sobre los desheredados en la tierra de la herencia abundante, en las zonas oscuras de la sociedad del bienestar y casi siempre desde una perspectiva psicológica, emocional.
Los aspectos sociales, de carácter macro, que conducen a la marginación también se traducen en aspectos psicológicos centrados casi siempre en la soledad y en la necesidad de afecto y en este sentido Cyril es un ejemplo muy paradigmático.
Las consecuencias de su condición marginal tienen un efecto multiplicador merced a una insatisfecha e irreprimible necesidad de afecto que algunos personajes de su alrededor como el traficante adolescente intentarán utilizar en su propio beneficio.
Asi, "El niño de la bicicleta" nos cuenta también la historia de una encrucijada en la que la vida y sus tentaciones colocan al niño. A un lado aparecerá el buen camino simbolizado por la peluquera y por otro el malo expresado por el traficante otorgando a la película una cierta tonalidad de suspense e incertidumbre.
Será entonces cuando la vulnerabilidad de Cyril se convertirá en su peor consejero y su mejor enemigo.
Extraordinaria.
sábado, febrero 25, 2012
CRIMEN FERPECTO
Ahora no estoy tan seguro.
Quizá lo que considero un defecto de casi todas las películas de Alex de la Iglesia en realidad sea una virtud.
Siempre me había parecido que en todas sus películas había un punto de no retorno en el que el narrador parecía perder el control de los caballos de la historia y estos comenzaban a galopar sin control sobre la pantalla. El relato se tornaba fragmentario, caleidoscópico y un muchos casos terminaba convirtiéndose en una especie de distorsionado dibujo animado de Tom y Jerry.
Y quizá en todos las narraciones de Alex de la Iglesia emerge como esencial el tema de la imposibilidad de un orden, convirtiendo todas las historias en una crónica de la inevitable necesidad con el que el caos y la destrucción suceden cuando por medio hay seres demasiado humanos.
En el cine de Alex de la Iglesia las historias devienen a meros lugares donde se escenifica el enfrentamiento destructor entre deseos imposibles.
Las superficies que se presentan estables poco a poco empiezan a resquebrajarse, metafóricamente las letras efe y pé se intercambian para trastocar la solemnidad del sentido que vehicula la propia palabra, abriendo paso a las huestes cenobitas del delirio.
Los personajes y las situaciones se descomponen, pierden el color y la forma que se derraman como goterones dentro de un cuadro empapado, ante la irresistible emergencia de todo lo que es incontrolable.
No había visto "Crimen ferpecto" y es, con diferencia, la película que más me gusta de Alex de la Iglesia.
"Crimer ferpecto" es una sainete costumbrista, puro gore berlanguiano hiperrealista con unas gotas del mejor Hitchcock, en el que Rafael (un estupendo Willy Toledo) expresa la quinta esencia de ese anti-héroe planificador que, creo, protagoniza el cine de Alex de la Iglesia.
Rafael será un casposo triunfador de bolsillo, el perfecto Joseph K de un absurdo proceso que desencadena su propia ambición y que sucede en un entorno hiperrealista que con cada segundo que avanza se convierte en cada vez más aterrador.
Brillante.
Ahora no estoy tan seguro.
Quizá lo que considero un defecto de casi todas las películas de Alex de la Iglesia en realidad sea una virtud.
Siempre me había parecido que en todas sus películas había un punto de no retorno en el que el narrador parecía perder el control de los caballos de la historia y estos comenzaban a galopar sin control sobre la pantalla. El relato se tornaba fragmentario, caleidoscópico y un muchos casos terminaba convirtiéndose en una especie de distorsionado dibujo animado de Tom y Jerry.
Y quizá en todos las narraciones de Alex de la Iglesia emerge como esencial el tema de la imposibilidad de un orden, convirtiendo todas las historias en una crónica de la inevitable necesidad con el que el caos y la destrucción suceden cuando por medio hay seres demasiado humanos.
En el cine de Alex de la Iglesia las historias devienen a meros lugares donde se escenifica el enfrentamiento destructor entre deseos imposibles.
Las superficies que se presentan estables poco a poco empiezan a resquebrajarse, metafóricamente las letras efe y pé se intercambian para trastocar la solemnidad del sentido que vehicula la propia palabra, abriendo paso a las huestes cenobitas del delirio.
Los personajes y las situaciones se descomponen, pierden el color y la forma que se derraman como goterones dentro de un cuadro empapado, ante la irresistible emergencia de todo lo que es incontrolable.
No había visto "Crimen ferpecto" y es, con diferencia, la película que más me gusta de Alex de la Iglesia.
"Crimer ferpecto" es una sainete costumbrista, puro gore berlanguiano hiperrealista con unas gotas del mejor Hitchcock, en el que Rafael (un estupendo Willy Toledo) expresa la quinta esencia de ese anti-héroe planificador que, creo, protagoniza el cine de Alex de la Iglesia.
Rafael será un casposo triunfador de bolsillo, el perfecto Joseph K de un absurdo proceso que desencadena su propia ambición y que sucede en un entorno hiperrealista que con cada segundo que avanza se convierte en cada vez más aterrador.
Brillante.
jueves, febrero 23, 2012
"Que, en definitiva, se deba gastar sin miramientos (sin contrapartida)la energía que constituye la riqueza, que una serie de operaciones lucrativas,no tengan decididamente otro efecto que el vano despilfarro de sus beneficios, esto es lo que rehusan los espíritus habituados a ver en el desarrollo de las fuerzas productivas el fin ideal de la actividad. Afirmar que es necesario disipar en humo una parte importante de la energía producida es ir contra los criterios en los que se funda una economía razonable.... El movimiento general de exudación (de dilapidación) de la materia viviente lo anima y él no lo puede parar. Incluso hallándose en la cima, su soberanía del mundo vivo lo identifica con este movimiento, el cual lo lleva, de un modo privilegiado, a la operación gloriosa, al consumo inútil. Si él lo niega, como incesantemente le obliga la conciencia de necesidad, de indigencia inherente al ser separado (al que incesantemente le faltan recursos, que no es más que un eterno necesitado), su negación no cambia en absoluto el movimiento de la energía, la cual no puede acumularse sin limitaciones en las fuerzas productivas. Finalmente, la energía se nos tiene que escapar y perderse para nosotros como un río en el mar."
(La parte maldita, Georges Bataille)
(La parte maldita, Georges Bataille)
miércoles, febrero 22, 2012
HUMO
Como jirones grises de humo exhalado
se desvanecen sus recuerdos.
La progresiva transparencia
de ese silencioso estar extático de nube por cielo
los vuelve aún más inciertos.
Y su esfuerzo imposible
empeñado en agarrar tan volátil inconsistencia,
en atrapar tan incierta y transitoria permanencia
en contra de su voluntad sorprendida
sólo sirve para incrementar la velocidad
de lo que parece ser un inevitable proceso de pérdida
mientras la tarde avanza hacia el ocaso
con su habitual indiferencia.
martes, febrero 21, 2012
"El carácter secundario de la producción y de la adquisición con respecto al gasto aparece de la forma más clara en las instituciones económicas primitivas debido a que el intercambio es todavía tratado como una pérdida suntuaria de los objetos cedidos. El intercambio se presenta así, en el fondo, como un proceso de gasto sobre el que se desarrolló un proceso de adquisición. La economía clásica creyó que el intercambio primitivo se producía bajo la forma de trueque, pues no tenía, en efecto, ninguna razón para suponer que un medio de adquisición como el intercambio hubiera podido tener como origen, no la necesidad de adquirir sino la necesidad contraria de destrucción y de pérdida. La concepción tradicional de los orígenes de la economía no ha sido arruinada más que en fecha reciente, incluso muy reciente, por lo que un gran número de economistas sigue considerando arbitrariamente el trueque como el ancestro del comercio."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
(La noción de gasto, Georges Bataille)
THE ARTIST
Es una idea inteligente la que, creo, inspira “The Artist”,
una idea que además está llena de emocionante justicia poética.
Y las ideas que se pueden amar me tienen siempre
incondicionalmente de su parte.
Con brillantez y talento, “The artist” simula el imposible
de trasladar el punto de vista del cine mudo en el mismo momento en que se
imponía el cine sonoro, relegando al olvido a toda una manera de expresar las
historias que se transfiguraban sobre el blanco de la pantalla.
Y en este sentido el George Valentin de Jean Dujardin, que
con talento compone una acertada mezcolanza de Douglas Fairbanks y John Gilbert
(dos de las grandes estrellas cuya luz se apagó con el sonido), se convierte en
el particular Leónidas de esta batalla de las Termópilas.
Sobre esta base “The artista” se desenvuelve con acierto en
las procelosas aguas del simulacro, de la precisa repetición lo ya existente, unas
aguas donde prejuiciosamente suponía que la película iba a ahogarse mostrando
un vacío espectáculo de perfecta mímesis de una película muda, un mero ejercicio de virtuosismo
técnico como el que haría un guitarrista japonés con el flamenco.
Mi mente ya tenía preparada la plantilla del cine sin alma,
pero nada más alejado a la realidad de una historia que llegando al extremo del
simulacro consigue el imposible enlazar con el otro lado del continuo, ese lado
difícil de alcanzar donde se encuentra el preciado tesoro para cualquier
narrador de la verdad y la autenticidad.
Porque hay mucha verdad en “The artist”.
Pequeñas verdades de siempre que mágicamente aparecen siempre cuando son convocadas desde la verdadera impostura que representa el cine como arte.
Pequeñas verdades de siempre que mágicamente aparecen siempre cuando son convocadas desde la verdadera impostura que representa el cine como arte.
Verdades que tienen que ver con las inaplazables facturas
del tiempo o la erótica secreta de los iguales de la que tan bien poetizaba Jaime
Gil de Biedma perfectamente decantadas en una redonda estructura de melodrama
que encierra las resonancias de decenas de películas inolvidables.
Extraordinaria.
THE RIVER
Tiene buena pinta "The river".
Oren Peli, el creador y director de esa saga del susto domiciliario llamada "Paranormal Activity", cambia los confortables hogares del primer mundo norteamericano por la peligrosa incomodidad de las tierras salvajes amazónicas... pero manteniendo el mismo ambiente claustrofóbico y enrarecido.
Sin importar el entorno, Peli vuelve definir un nuevo espacio topológico en el que se mueven las criaturas amenazantes y los amenazados y en el que no parece importar nada más que el acecho y el correspondiente susto de rigor, algunos mejores y otros... pues no tan buenos. Pero, y en cualquier caso, se agradece el tránsito de las series de ficción televisiva por géneros no demasiado habituales como es en este caso el terror.
Y confieso que me apetece ver The river, acompañar a la expedición protagonista en busca del desaparecido doctor Emmet Cole por las impenetrables selvas amazónicas, un territorio que ya de por si no necesita de espíritus sedientos de sangre ni de fantasmas para resultar lo suficientemente misterioso y amenazante.
Veremos cómo avanza la serie... aunque los viajes río arriba por la selva suelen acabar en el delirio de la bestia humana contemplándose en el espejo que le ofrece la oscura foresta, sino que se lo pregunten al Marlow de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.
Esperemos que sea un viaje río arriba como ese Dios que no existe manda.
Yo me apunto.
Tiene buena pinta "The river".
Oren Peli, el creador y director de esa saga del susto domiciliario llamada "Paranormal Activity", cambia los confortables hogares del primer mundo norteamericano por la peligrosa incomodidad de las tierras salvajes amazónicas... pero manteniendo el mismo ambiente claustrofóbico y enrarecido.
Sin importar el entorno, Peli vuelve definir un nuevo espacio topológico en el que se mueven las criaturas amenazantes y los amenazados y en el que no parece importar nada más que el acecho y el correspondiente susto de rigor, algunos mejores y otros... pues no tan buenos. Pero, y en cualquier caso, se agradece el tránsito de las series de ficción televisiva por géneros no demasiado habituales como es en este caso el terror.
Y confieso que me apetece ver The river, acompañar a la expedición protagonista en busca del desaparecido doctor Emmet Cole por las impenetrables selvas amazónicas, un territorio que ya de por si no necesita de espíritus sedientos de sangre ni de fantasmas para resultar lo suficientemente misterioso y amenazante.
Veremos cómo avanza la serie... aunque los viajes río arriba por la selva suelen acabar en el delirio de la bestia humana contemplándose en el espejo que le ofrece la oscura foresta, sino que se lo pregunten al Marlow de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.
Esperemos que sea un viaje río arriba como ese Dios que no existe manda.
Yo me apunto.
lunes, febrero 20, 2012
"Opuesta a la noción artificiál de trueque, la forma arcaica del intercambio ha sido identificada por Mauss con el nombre de potlach tomado de los indios del noroeste americano, que practican el tipo más conocido.
Instituciones análogas al potlatch indio o rastros de ellas han sido halladas con mucha frecuencia. El potlatch de los tlingit, los haïda, los tsimshian, los kwakiutl de la costa noroeste ha sido estudiado con precisión desde fines del siglo XIX (pero no fue comparado, entonces, con las formas arcaicas de intercambio de otros países).
Los pueblos americanos menos avanzados practican el potlatch con ocasión de cambios en la situación de las personas —iniciaciones, matrimonios,funerales e incluso, bajo una forma menos desarrollada, nunca puede ser disociado de una fiesta, bien porque el potlatch ocasione la fiesta, bien porque tenga lugar con ocasión de ella.
El potlatch excluye todo regateo y, en general, está constituido por un don considerable de riquezas que se ofrecen ostensiblemente con el objeto de humillar, de desafiar y de obligar a un rival. El carácter de intercambio del don resulta del hecho de que el donatario, para evitar la humillación y aceptar el desafío, debe cumplir con la obligación contraída por él al aceptarlo respondiendo más tarde con un don más importante; es decir, que debe devolver con usura. Pero el don no es la única forma del potlatch. Es igualmente posible desafiar rivales por medio de destrucciones espectaculares de riqueza. A través de esta última forma es como el potlatch incorpora el sacrificio religioso, siendo las destrucciones teóricamente ofrecidas a los ancestros míticos de los donatarios.
En una época relativamente reciente, podía acontecer que un jefe tlingit se presentara ante su rival para degollar en su presencia algunos de sus esclavos. Esta destrucción debía ser respondida, en un plazo determinado, con el degollamiento de un número de esclavos mayor. Los tchoukchi del extremo noroeste siberiano, que conocían instituciones análogas al potlatch, degollaban colleras de perros de un valor considerable para hostigar y humillar a otros grupo. En el noroeste americano, las destrucciones consisten incluso en incendios de aldeas y en el destrozo de pequeñas flotas de canoas. Lingotes de cobre blasonados, una especie de moneda a la que se atribuía un valor convenido tal que representaban una inmensa fortuna, eran destrozadas o arrojadas al mar. El delirio propio de la fiesta se asocia lo mismo a las hecatombes de patrimonio que a los dones acumulados con la intención de maravillar y sobresalir...
... Las consecuencias en el orden de la adquisición no son más que el resultado no querido —al menos en la medida en que los impulsos que rigen la operación sigan siendo primitivos— de un proceso dirigido en un sentido contrario.""El ideal, indica Mauss, sería dar un potlatch y que no fuera devuelto"... La riqueza aparece así como una adquisición en tanto que el rico adquiere un poder, pero la riqueza se dirige enteramente hacia la pérdida en el sentido en que tal poder sea entendido como poder de perder. Solamente por la pérdida están unidos a la riqueza la gloria y el honor."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
El desafío de la pérdida... Cuanto más puedes poner a disposición de la pérdida más poderoso eres.
Instituciones análogas al potlatch indio o rastros de ellas han sido halladas con mucha frecuencia. El potlatch de los tlingit, los haïda, los tsimshian, los kwakiutl de la costa noroeste ha sido estudiado con precisión desde fines del siglo XIX (pero no fue comparado, entonces, con las formas arcaicas de intercambio de otros países).
Los pueblos americanos menos avanzados practican el potlatch con ocasión de cambios en la situación de las personas —iniciaciones, matrimonios,funerales e incluso, bajo una forma menos desarrollada, nunca puede ser disociado de una fiesta, bien porque el potlatch ocasione la fiesta, bien porque tenga lugar con ocasión de ella.
El potlatch excluye todo regateo y, en general, está constituido por un don considerable de riquezas que se ofrecen ostensiblemente con el objeto de humillar, de desafiar y de obligar a un rival. El carácter de intercambio del don resulta del hecho de que el donatario, para evitar la humillación y aceptar el desafío, debe cumplir con la obligación contraída por él al aceptarlo respondiendo más tarde con un don más importante; es decir, que debe devolver con usura. Pero el don no es la única forma del potlatch. Es igualmente posible desafiar rivales por medio de destrucciones espectaculares de riqueza. A través de esta última forma es como el potlatch incorpora el sacrificio religioso, siendo las destrucciones teóricamente ofrecidas a los ancestros míticos de los donatarios.
En una época relativamente reciente, podía acontecer que un jefe tlingit se presentara ante su rival para degollar en su presencia algunos de sus esclavos. Esta destrucción debía ser respondida, en un plazo determinado, con el degollamiento de un número de esclavos mayor. Los tchoukchi del extremo noroeste siberiano, que conocían instituciones análogas al potlatch, degollaban colleras de perros de un valor considerable para hostigar y humillar a otros grupo. En el noroeste americano, las destrucciones consisten incluso en incendios de aldeas y en el destrozo de pequeñas flotas de canoas. Lingotes de cobre blasonados, una especie de moneda a la que se atribuía un valor convenido tal que representaban una inmensa fortuna, eran destrozadas o arrojadas al mar. El delirio propio de la fiesta se asocia lo mismo a las hecatombes de patrimonio que a los dones acumulados con la intención de maravillar y sobresalir...
... Las consecuencias en el orden de la adquisición no son más que el resultado no querido —al menos en la medida en que los impulsos que rigen la operación sigan siendo primitivos— de un proceso dirigido en un sentido contrario.""El ideal, indica Mauss, sería dar un potlatch y que no fuera devuelto"... La riqueza aparece así como una adquisición en tanto que el rico adquiere un poder, pero la riqueza se dirige enteramente hacia la pérdida en el sentido en que tal poder sea entendido como poder de perder. Solamente por la pérdida están unidos a la riqueza la gloria y el honor."
(La noción de gasto, Georges Bataille)
El desafío de la pérdida... Cuanto más puedes poner a disposición de la pérdida más poderoso eres.
FALLEN ANGEL
Otto Preminger es uno de los directores centroeuropeos que emigraron a Hollywood como consecuencia del periodo de desestabilización y guerra que sufrió Europa en las decadas de los treintas y cuarentas del siglo pasado.
Entre las principales contribuciones de este grupo de elegantes y sofisticados emigrantes se encuentra la profundización en la capacidad de sugerencia y contraste que el cine en blanco y negro tenía para contar historias. Y su principal producto fue ese género llamado "cine negro", un género del cual no son padres únicos pero, desde luego, imprescindibles colaboradores en el proceso de su gestación.
Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Karl Freund... y junto a ellos Otto Preminger, director de "Fallen Angel" y de otros titulos como "Laura", "Cara de Angel" o "Ambiciosa".
La filmografía de Preminger es variada y siempre abordando temas controvertidos hasta en su época de madurez como creador, en la que se especializó en grandes producciones que siempre incluían aspectos que rozaban los límites tolerables de la media aritmética de la moralidad, y especialmente a finales de la década de los cincuentas y principios de la década de los sesentas con títulos como "Buenos días, tristeza", "Anatomía de un asesinato", "El Hombre del brazo de oro" o "El Cardenal".
Puede decirse que Preminger siempre llevó consigo hasta el final de su carrera, con por ejemplo títulos como"Rosebud" o "El factor humano", ese aspecto controvertido del cine negro basado en la inmensidad de tonos grises que separaban la certeza del blanco y el negro, aspecto que presidía las relaciones humanas entre los personajes complicándolas hasta el drama y casi siempre la tragedia final.
"Fallen Angel" es un buen ejemplo de esa primera época.
Un buscavidas es arrojado por el oleaje de la vida a las arenas de un pequeño pueblo californiano. Allí conocerá y se enamorará de una ambiciosa camarera para quién el amor no deja de ser más que uno de los reclamos que la naturaleza pone a su disposición para atraer el hombre adecuado. El protagonista buscando conseguir ese amor utilizará sus dotes cameladoras de buscavidas para seducir a una rica solterona perteneciente a las fuerzas vivas de la propia ciudad.
Pero, y como siempre sucede en el cine negro, el destino y la suerte tendrán algo sobre respecto ese plan emparentando en este sentido a este género cinematográfico con la tragedia griega. En ambos casos sus héroes siempre son manejados por una fuerza mucho más poderosa que la propia voluntad y sus esfuerzos casi siempre terminan en desastre... y si el héroe es afortunado en purificación que casi siempre tiene que ver con la entrega de la propia vida en pago de los errores cometidos por ese exceso de voluntad.
El deseo siempre es infinito y aquellas cosas que se desean siempre son escasas, especialmente cuando mismos deseos de diferentes personas coinciden sobre la misma persona u objeto.
La voluntad es la herramienta con la que el deseante intenta hacer posible eso que no sabe es imposible.
Y el plan es la manera en que se despliega de manera práctica esa voluntad.
Casi siempre los planes resultan infalibles sobre el papel, justo el lugar seguro de la narración, donde el destino no interviene y todo es posible.
"Fallen Angel" no es una obra maestra pero es de esas películas que siempre apetece ver.
Otto Preminger es uno de los directores centroeuropeos que emigraron a Hollywood como consecuencia del periodo de desestabilización y guerra que sufrió Europa en las decadas de los treintas y cuarentas del siglo pasado.
Entre las principales contribuciones de este grupo de elegantes y sofisticados emigrantes se encuentra la profundización en la capacidad de sugerencia y contraste que el cine en blanco y negro tenía para contar historias. Y su principal producto fue ese género llamado "cine negro", un género del cual no son padres únicos pero, desde luego, imprescindibles colaboradores en el proceso de su gestación.
Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Karl Freund... y junto a ellos Otto Preminger, director de "Fallen Angel" y de otros titulos como "Laura", "Cara de Angel" o "Ambiciosa".
La filmografía de Preminger es variada y siempre abordando temas controvertidos hasta en su época de madurez como creador, en la que se especializó en grandes producciones que siempre incluían aspectos que rozaban los límites tolerables de la media aritmética de la moralidad, y especialmente a finales de la década de los cincuentas y principios de la década de los sesentas con títulos como "Buenos días, tristeza", "Anatomía de un asesinato", "El Hombre del brazo de oro" o "El Cardenal".
Puede decirse que Preminger siempre llevó consigo hasta el final de su carrera, con por ejemplo títulos como"Rosebud" o "El factor humano", ese aspecto controvertido del cine negro basado en la inmensidad de tonos grises que separaban la certeza del blanco y el negro, aspecto que presidía las relaciones humanas entre los personajes complicándolas hasta el drama y casi siempre la tragedia final.
"Fallen Angel" es un buen ejemplo de esa primera época.
Un buscavidas es arrojado por el oleaje de la vida a las arenas de un pequeño pueblo californiano. Allí conocerá y se enamorará de una ambiciosa camarera para quién el amor no deja de ser más que uno de los reclamos que la naturaleza pone a su disposición para atraer el hombre adecuado. El protagonista buscando conseguir ese amor utilizará sus dotes cameladoras de buscavidas para seducir a una rica solterona perteneciente a las fuerzas vivas de la propia ciudad.
Pero, y como siempre sucede en el cine negro, el destino y la suerte tendrán algo sobre respecto ese plan emparentando en este sentido a este género cinematográfico con la tragedia griega. En ambos casos sus héroes siempre son manejados por una fuerza mucho más poderosa que la propia voluntad y sus esfuerzos casi siempre terminan en desastre... y si el héroe es afortunado en purificación que casi siempre tiene que ver con la entrega de la propia vida en pago de los errores cometidos por ese exceso de voluntad.
El deseo siempre es infinito y aquellas cosas que se desean siempre son escasas, especialmente cuando mismos deseos de diferentes personas coinciden sobre la misma persona u objeto.
La voluntad es la herramienta con la que el deseante intenta hacer posible eso que no sabe es imposible.
Y el plan es la manera en que se despliega de manera práctica esa voluntad.
Casi siempre los planes resultan infalibles sobre el papel, justo el lugar seguro de la narración, donde el destino no interviene y todo es posible.
"Fallen Angel" no es una obra maestra pero es de esas películas que siempre apetece ver.
Los gobernantes piden sacrificios.
Hay argumentos de todos los tipos para explicar por qué hay que hacerlos.
Pero, y una vez más, la cuestión esencial queda sepultada bajo cientos y cientos de palabras, cientos y cientos de papeles.
¿Qué ha sucedido para qué de pronto lo que un día era aceptable al día siguiente deje de serlo?
¿Por qué la deuda de los estados es una carga inviable ahora?
¿Por qué ha desaparecido la liquidez en el sistema monetario?
¿Cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?
¿Y de qué negra nube ha caído?
Hay argumentos de todos los tipos para explicar por qué hay que hacerlos.
Pero, y una vez más, la cuestión esencial queda sepultada bajo cientos y cientos de palabras, cientos y cientos de papeles.
¿Qué ha sucedido para qué de pronto lo que un día era aceptable al día siguiente deje de serlo?
¿Por qué la deuda de los estados es una carga inviable ahora?
¿Por qué ha desaparecido la liquidez en el sistema monetario?
¿Cuál ha sido la gota que ha colmado el vaso?
¿Y de qué negra nube ha caído?
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