Netanyahu: del banquillo a la war room


Benjamin Netanyahu es el primer ministro más longevo de Israel… y el único en ejercicio que afronta un juicio por soborno, fraude y abuso de confianza. Tres expedientes —Caso 1000, 2000 y 4000— dibujan un patrón de intercambio entre poder político y beneficios privados. Desde 2023, además, su proceso judicial se ha desarrollado en paralelo a la guerra de Gaza, con interferencias y demoras que han alimentado la acusación de que el conflicto le sirve de escudo para seguir en el poder.


1) Tres casos, un mismo patrón

Los cargos de corrupción contra Benjamin Netanyahu se agrupan en tres expedientes judiciales —Caso 1000, Caso 2000 y Caso 4000—. Cada uno tiene sus particularidades, pero todos revelan el mismo mecanismo: intercambiar poder político por beneficios personales.

Caso 1000 — Los regalos de lujo

  • Hecho: Netanyahu y su esposa recibieron regalos valorados en más de 200.000 dólares (champán rosado, puros caros, joyas).

  • ¿De quién?: Empresarios como Arnon Milchan (productor de Hollywood) y James Packer (magnate australiano).

  • ¿A cambio de qué?: Presuntas gestiones oficiales y regulatorias (visado estadounidense prolongado para Milchan, consideraciones fiscales favorables, etc.).

  • Ejemplo práctico: Netanyahu presionó a John Kerry (entonces secretario de Estado de EE. UU.) para ayudar a Milchan con su visa, mientras seguía recibiendo obsequios personales.

Caso 2000 — Pactos con los medios

  • Hecho: Netanyahu fue grabado negociando con Arnon Mozes, propietario del diario Yedioth Ahronoth.

  • El pacto: Cobertura más favorable hacia Netanyahu a cambio de restringir a su competidor Israel Hayom (gratuito y pro-Netanyahu) mediante legislación en la Knéset.

  • Ejemplo práctico: Aunque el acuerdo no se materializó por completo, la mera negociación evidenció el intento de manipular el ecosistema mediático para blindar su poder.

Caso 4000 — El gran escándalo (Bezeq–Walla!)

  • Hecho: Como primer ministro y ministro de Comunicaciones, Netanyahu habría avalado medidas regulatorias que reportaron a Bezeq ≈ 500 millones de dólares en beneficios.

  • ¿A cambio de qué?: Cobertura positiva y controlada en el portal Walla!, propiedad del mismo grupo.

  • Ejemplo práctico: Directivos de Walla! declararon que recibían instrucciones editoriales desde el entorno de Netanyahu sobre titulares, fotos y enfoques para favorecerlo y perjudicar a rivales.

El patrón común

  • Bienes privados: regalos, favores y beneficios mediáticos.

  • Por poder político: cambios regulatorios, presión gubernamental y control de la información.

  • Gravedad de los cargos: el Caso 4000 incluye soborno (el cargo más grave); Casos 1000 y 2000 se centran en fraude y abuso de confianza.


2) ¿Guerra como cortina de humo? Lo que sostienen medios y analistas

Desde el 7 de octubre de 2023, con el ataque de Hamás y la posterior ofensiva israelí en Gaza, el juicio a Netanyahu pasó a un segundo plano. El país entero se volcó en la guerra, y la narrativa política giró hacia la supervivencia nacional. En ese clima, las sesiones judiciales fueron interrumpidas o pospuestas, y el primer ministro se presentó como líder indispensable.

Lo que dicen los medios

  • The New York Times (julio 2025) publicó una investigación extensa basada en más de 100 entrevistas y documentos internos, donde se afirmaba que Netanyahu “ha prolongado la guerra para mantenerse en el poder”. Según el reportaje, bloqueó acuerdos de tregua y elevó condiciones imposibles para frenar negociaciones, en parte para sostener su coalición y ganar tiempo frente a la justicia. El propio NYT defendió la investigación tras la negación oficial, afirmando que “las negativas del primer ministro no refutan los hechos publicados”.

  • Haaretz ha insistido en que Netanyahu “mueve los postes” en las negociaciones, cambiando constantemente los objetivos para que ningún acuerdo prospere. Según el diario, mediadores cataríes se quejaron de que Israel rechazaba versiones de acuerdos “idénticos en un 98 %” a los ya aceptados previamente.

  • The Times of Israel recogió esas quejas, citando a un alto cargo catarí que habló abiertamente de “goalposts en movimiento” como estrategia dilatoria.

  • PBS NewsHour resumió la acusación: “Críticos dicen que Netanyahu prolonga la guerra por motivos políticos; él lo niega y culpa a Hamás”.

  • The Guardian y The New Yorker han señalado que el discurso de Netanyahu de convertir a Israel en una “Super-Esparta” le ha permitido cerrar filas internamente y presentarse como líder fuerte mientras esquiva el foco de su juicio.

Lo que dicen sus críticos

  • Opositores como Yair Lapid (ex primer ministro) han acusado a Netanyahu de anteponer su supervivencia personal al interés del país, manteniendo la guerra abierta para no perder el poder.

  • Ex altos cargos militares, citados en Haaretz y The Guardian, han cuestionado que las decisiones estratégicas busquen tanto “la derrota total de Hamás” como la supervivencia política de Netanyahu.

Lo que dice Netanyahu

El primer ministro rechaza todas las acusaciones. Ha declarado repetidamente que la única razón para continuar la guerra es la seguridad de Israel y la liberación de rehenes, y acusa a los medios críticos de hacer el juego a Hamás.

Impacto en el juicio

Mientras tanto, el calendario judicial se ha visto alterado:

  • En junio de 2025, el tribunal canceló vistas de esa semana por “razones diplomáticas y de seguridad”, a petición del propio Netanyahu.

  • Otras audiencias han sido aplazadas o reprogramadas.

  • El resultado: el proceso avanza lentamente y sin la misma cobertura mediática que antes de la guerra.


La acusación de que Netanyahu prolonga la guerra para escapar de la justicia no es una consigna política sin más: está respaldada por investigaciones (New York Times), análisis locales (Haaretz, Times of Israel) y eco internacional (PBS, The Guardian, The New Yorker). Todos apuntan a la misma sospecha: el primer ministro ha encontrado en la guerra un refugio perfecto para retrasar su juicio, desgastar a sus rivales y mantener un poder que, en circunstancias normales, estaría en entredicho.

3) El juicio… y cómo la guerra lo ha afectado

El juicio a Benjamin Netanyahu comenzó en mayo de 2020, en medio de una polarización política creciente. Desde entonces ha tenido un recorrido largo y accidentado:

  • 2020–2023: la fase de audiencias iniciales avanzó lentamente, marcada por múltiples recursos y maniobras de la defensa.

  • Julio de 2024: la acusación cerró su caso, tras cuatro años de testimonios, documentos y comparecencias de empresarios, periodistas y exfuncionarios.

  • Diciembre de 2024: arrancó la defensa, que incluye la declaración del propio Netanyahu. Los jueces ordenaron que testifique tres veces por semana, lo que lo obliga a dividirse entre el tribunal y la sala de guerra.

La coincidencia entre la fase más delicada del juicio y la ofensiva en Gaza ha generado tensiones inéditas:

  • En junio de 2025, el tribunal canceló todas las audiencias de esa semana por “razones diplomáticas y de seguridad”, tras una petición respaldada por los servicios de inteligencia israelíes. Reuters y AP confirmaron la medida, destacando lo insólito de que un juicio de corrupción contra un primer ministro en ejercicio se viera interrumpido por la guerra.

  • Pocos meses antes, el tribunal había rechazado la petición de la defensa de espaciar las audiencias para Netanyahu, señalando que el cargo de primer ministro no lo eximía de cumplir con la justicia.

  • Sin embargo, la realidad política ha hecho que el calendario judicial se vea interrumpido o reajustado en varias ocasiones, diluyendo la visibilidad pública del caso.

Contexto clave

El encaje forzado entre gobernar en tiempo de guerra y ser juzgado por corrupción ha tenido un efecto inmediato:

  • Retrasos y reprogramaciones que alargan el proceso.

  • Exposición intermitente en los medios, con menor seguimiento público que antes del 7 de octubre.

  • Ventaja política para Netanyahu, que utiliza su papel de comandante en guerra para desplazar la atención del juicio hacia la seguridad nacional.

Como apuntó The Guardian, esta doble vida —primer ministro en el “war room”, acusado en el tribunal— le permite presentarse como líder imprescindible mientras, en la práctica, el proceso judicial pierde peso en la agenda pública.

4) Conclusión: ¿Estado de derecho o guerra de supervivencia personal?

Los hechos judiciales son claros: regalos de lujo (Caso 1000), pactos con prensa (Caso 2000) y un intercambio regulatorio-mediático millonario (Caso 4000). Al mismo tiempo, investigaciones del New York Times, análisis de Haaretz y testimonios recogidos por mediadores internacionales apuntan a un patrón de “objetivos móviles” y de dilación deliberada de acuerdos que, como mínimo, sirven a la supervivencia política de Netanyahu.

La guerra ha tenido un efecto inmediato:

  • el calendario judicial se interrumpe y se retrasa,

  • la opinión pública se centra en la seguridad,

  • y el primer ministro logra monopolizar el relato como líder indispensable.

El resultado es una paradoja peligrosa: en Israel, la frontera entre el banquillo judicial y el war room militar se ha vuelto difusa. La agenda nacional queda subordinada a la supervivencia personal de un solo hombre.

La pregunta, entonces, es inevitable: ¿puede un país seguir considerándose una democracia plena cuando la guerra se convierte en el refugio del gobernante que está siendo juzgado por corrupción?

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