Violencia política en EE. UU.: los datos que desmontan el relato
El asesinato del activista conservador Charlie Kirk ha encendido una fuerte polémica en redes sociales. En medio de la conmoción, el debate se ha polarizado rápidamente en torno a una pregunta cargada de odio: ¿quién ejerce más violencia política en Estados Unidos, la izquierda o la derecha?
Este tipo de discusiones, dominadas por la emotividad y la polarización, suelen reproducir clichés sin respaldo empírico. Por eso resulta tan importante acudir a fuentes sólidas que nos permitan salir del ruido y mirar los hechos con rigor. Una de esas fuentes es el informe “Murder & Extremism in the United States”, presentado en febrero de 2023 ante el Congreso de EE. UU., que ofrece un análisis detallado y verificable de la violencia extremista letal en el país.
Origen del documento
En febrero de 2023, el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de EE. UU. recibió un informe titulado “Murder & Extremism in the United States”, elaborado con datos de agencias de seguridad y organizaciones especializadas en extremismo. El documento se presentó en una audiencia dedicada a analizar la amenaza del extremismo doméstico, en un contexto de alta polarización tras el asalto al Capitolio en enero de 2021.
Su propósito era claro: ofrecer una base empírica y verificable para evaluar la magnitud y la orientación ideológica de la violencia extremista en Estados Unidos, evitando que el debate quedara atrapado en percepciones partidistas.
¿Qué se entiende por violencia extremista?
El informe no contabiliza cualquier asesinato, sino únicamente aquellos que cumplen criterios precisos. Define la violencia extremista como homicidios cometidos por individuos o grupos cuya motivación principal es ideológica, política o identitaria, y que buscan:
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Intimidar o coaccionar a comunidades por su raza, religión, orientación política o pertenencia social.
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Promover un proyecto ideológico, como supremacismo blanco, nacionalismo extremo o ideologías revolucionarias violentas.
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Influir en la política o en el orden social mediante el terror o la violencia letal.
Quedan fuera de esta categoría: crímenes comunes sin motivación política, conflictos personales sin trasfondo ideológico o muertes accidentales.
En otras palabras, el informe se centra en la violencia en la que la intención política o ideológica es central y demostrable.
Por qué es importante este documento
El valor de este informe radica en tres aspectos:
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Autoridad institucional: al estar respaldado por el Congreso, sus conclusiones tienen un peso político y mediático indiscutible.
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Metodología transparente: se limita a homicidios con motivación ideológica acreditada, descartando interpretaciones amplias o sesgadas.
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Relevancia actual: ofrece cifras claras en un momento en que proliferan narrativas contradictorias sobre quién ejerce la violencia política en EE. UU.
Principales conclusiones
Los resultados son contundentes:
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Se analizaron 29 asesinatos cometidos en EE. UU. vinculados al extremismo político.
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De esos casos, 26 fueron perpetrados por extremistas de derecha.
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Solo 2 asesinatos fueron atribuidos a nacionalistas negros y 1 caso adicional a otra motivación distinta.
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En términos porcentuales, más del 89 % de la violencia letal extremista reciente procede de la extrema derecha.
El informe también destaca que esta tendencia no es un fenómeno aislado, sino una constante a lo largo de las últimas décadas: el extremismo de derechas ha sido, de forma sistemática, el principal responsable de la violencia política letal en Estados Unidos.
Silencios y omisiones
Un aspecto llamativo de este informe es la escasa repercusión que ha tenido en el debate político y mediático conservador en Estados Unidos. A pesar de su carácter oficial y de su solidez metodológica, el documento ha sido en gran medida ignorado por aquellos sectores que sostienen que la violencia política proviene sobre todo de la izquierda.
No es difícil entender por qué: las cifras contradicen de forma frontal ese relato. Reconocer que casi 9 de cada 10 asesinatos extremistas recientes han sido obra de la extrema derecha obligaría a revisar un discurso asentado en la idea de que la izquierda es la gran fuente de crispación y amenaza al orden social.
En lugar de confrontar estos datos, la estrategia predominante ha sido silenciar el informe o relativizarlo, restándole visibilidad en medios afines. Así, se perpetúa un clima en el que la percepción y la propaganda pesan más que la evidencia empírica.
Pero la existencia misma de este informe, presentado ante el Congreso de EE. UU. en 2023, demuestra que los hechos están documentados. Lo que falta es la voluntad política y mediática de asumirlos.
Reflexión final
En un contexto de polarización, este tipo de documentos son esenciales para distinguir entre percepciones y hechos. Frente a discursos que señalan a la izquierda como fuente principal de odio y crispación, la evidencia muestra otra realidad: la violencia extremista más letal en EE. UU. proviene abrumadoramente de sectores de extrema derecha.
Reconocer esta realidad no significa negar la existencia de otros extremismos, pero sí situar el problema en su justa dimensión, con datos verificables y no con consignas.
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