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Mostrando las entradas etiquetadas como Cultura política

La batalla cultural por la violencia de género en España

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Una anomalía española: por qué solo aquí convertimos un fenómeno marginal en batalla cultural En las democracias occidentales existe un consenso claro: la violencia de género solo puede enfrentarse con medidas preventivas rápidas. Solo en España esa evidencia se ha convertido en guerra cultural y arma política. En la mayoría de democracias occidentales —Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá, Australia— existe un consenso claro: la violencia de género es un fenómeno estructural que exige medidas preventivas rápidas , incluso antes de la sentencia, porque esperar al final del proceso puede costar vidas. Es una lógica asumida y no discutida. Pero en España, esa evidencia básica se ha convertido en un campo de batalla cultural. Un fenómeno estadísticamente mínimo — las denuncias falsas — ha pasado a dominar el debate como si fuese el centro del problema. La consecuencia es clara: la anomalía no es la l...

La sovietización del bienestar: cuando la ficción aspiracional sustituye a la realidad

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Cómo la cultura digital reproduce un discurso desconectado de las condiciones materiales La dieta perfecta, la felicidad permanente, la autooptimización infinita. Todo ello forma hoy una ficción aspiracional que no describe la vida real. Igual que en la URSS tardía, nuestra sociedad mantiene un discurso desconectado de las condiciones materiales. Y para entenderlo, hay que volver a Yurchak. En el artículo anterior usé la alimentación saludable como ejemplo de una paradoja evidente: se exige a la población un estilo de vida que sus condiciones materiales no permiten. La dieta sana, la productividad infinita, la felicidad permanente, la resiliencia emocional… todo ese discurso suena cada vez más general, más insistente y más desconectado de la realidad. Pero ese ejemplo no era el tema: era un síntoma . La cuestión de fondo es otra: nuestro discurso público se ha convertido en una ficción que ya no...

Volver a explicar lo obvio

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Marx, los clásicos y los neoliberales: tres tradiciones que casi nunca se explican bien Un mapa conceptual claro para entender quién hereda realmente a quién. En el debate público, Marx, los clásicos, los neoclásicos y los neoliberales se mezclan como si formaran parte de la misma historia. No es así. La genealogía real es más clara: Marx pertenece a la economía clásica; los neoclásicos rompen con esa tradición; y el neoliberalismo deriva de los neoclásicos, no de Smith. En el debate público todo se mezcla: Marx contra los liberales, los liberales contra los neoliberales, y Adam Smith convertido en mascota económica de todo el mundo. El resultado es un mapa mental falso. Si se pone orden histórico y conceptual, la imagen real es más clara: Marx pertenece a la economía clásica, los neoclásicos rompen radicalmente con los clásicos, y el neoliberalismo deriva del neoclasicismo, no de Smith. Este artículo sigue tres pasos: ...

Europa juega a la guerra (como quien juega al Fortnite)

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Europa juega a la guerra (como quien juega al Fortnite) Autopercepción moral, política performativa y realidad nuclear Cada cierto tiempo, algún dirigente suelta que “Europa se prepara para la guerra con Rusia”. No hace falta tomarse la frase al pie de la letra para ver el síntoma: un continente que confunde política con comunicación cree que puede declarar guerras desde el sofá, en directo por redes, como si el frente fuese otro episodio de su serie moral favorita. Europa vive atrapada en una ficción sostenida por su propia autopercepción moral. Sus políticos actúan como influencers: declaran principios, posan para las cámaras y miden su coraje en retuits. No gobiernan realidades, administran relatos. Y su fuerza ya no es propia: depende de la energía de otros, de las armas de otros, de la moneda de otros. Aun así, siguen hablando como si el siglo XX no hubiera terminado. E...

La fe como coartada

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La fe como coartada Pasolini, el cristianismo domesticado y la fealdad del mundo real Las redes hierven de indignación cristiana ante la transformación del Valle de Cuelgamuros. Hablan de profanación, de fealdad, de “odio a la belleza”. Se sienten sitiados por un mundo que ya no comparte su sensibilidad estética ni su lenguaje sagrado. Pero lo que realmente duele no es una grieta en la piedra: es el espejo que esa grieta les devuelve. Pier Paolo Pasolini habría entendido esta escena mejor que nadie. En los Scritti corsari denunció el nuevo fascismo que nacía bajo el disfraz del bienestar. Un poder que ya no imponía censura ni represión, sino consumo y conformismo. Lo terrible —decía— es que ese poder había hecho suyos a los católicos. Los había vuelto devotos de un cristianismo sin Evangelio, adaptado al confort y al mercado. Para Pasolini, la Iglesia había perdido el alma precisamente cuando se integró en el mundo moderno. Ya no se oponía al poder, si...

La nueva RTVE: la vieja máquina de movilizar que habíamos dejado de mirar

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RTVE vuelve a crecer. Y su recuperación no es solo un dato de audiencia: es un hecho político. En un país envejecido, donde la abstención decide más que el voto, la televisión pública ha recuperado algo que las redes no tienen: la capacidad de llegar a quienes estaban desconectados. El poder mediático ha cambiado de forma, pero no de sitio. La vieja máquina de movilizar ha vuelto a arrancar. En los dos artículos anteriores,  Por qué la derecha siempre espera más de lo que consigu e y El factor invisible , vimos dos cosas: que la derecha española vive de encuestas que no miden poder, sino ilusión; que el verdadero campo de batalla electoral en la España de los bloques es la abstención diferencial , no el supuesto “votante centrista” que ya casi no existe. Falta una tercera pieza: quién tiene hoy capacidad real de llegar a los segmentos que más se abstienen . Y aquí vuelve a entrar RTVE. Durante los años de Zapatero se tomó una decisión explícita: desideologizar y “tranq...

El rey que vino de Washington

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Washington había aprendido la lección en Lisboa: un régimen autoritario que cae sin sucesor puede abrir la puerta a lo imprevisible. Cuando Franco agonizaba, Estados Unidos no quería otro Portugal en el sur de Europa. Necesitaba una transición controlada, con rostro moderno y lealtad atlántica. Juan Carlos I ofrecía exactamente eso: continuidad sin rigidez, cambio sin ruptura. Mucho antes de jurar como rey, ya figuraba en los informes del Departamento de Estado como “la mejor garantía de estabilidad”. La historia de la Transición española no empieza en El Pardo, sino en Washington. Cuando Franco agonizaba, España no era un asunto interno. Era una pieza en el tablero de la Guerra Fría. Estados Unidos llevaba más de dos décadas utilizando sus bases en Rota, Torrejón y Morón como nodos esenciales de la defensa del Mediterráneo, y no estaba dispuesto a perder esa posición estratégica en el tránsito hacia la democracia. En ese contexto, la figura del entonces Príncipe Juan Carlos apar...

Inflar el vacío

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La inflación ya no mide la vitalidad de las economías, sino su agotamiento. En China, los precios se mantienen estables porque el Estado sigue controlando la producción y el crédito; en Europa, suben porque el sistema financiero se ha emancipado de la realidad. La inflación moderna no nace del exceso de dinero, sino del vacío que deja una economía cuando deja de producir valor y empieza a vivir de inflar sus propias ficciones. La inflación ya no mide la vitalidad de las economías, sino su agotamiento. En las sociedades financiarizadas, los precios ya no son el termómetro del crecimiento, sino la huella del declive. En China los precios se mantienen estables porque el Estado conserva el control del crédito y de la producción; en Europa suben porque el sistema financiero se ha emancipado de la realidad. La inflación moderna no nace del exceso de dinero, sino de la escasez de valor productivo: del vacío que deja una economía cuando deja de crear riqueza y empieza a vivir de inflar sus p...

Los que odian al Estado… mientras paga sus facturas

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El antiestatismo se ha convertido en una forma de rentismo político y económico. Su plan funciona. Tras la retórica de la libertad, se esconde una estrategia: vivir del Estado negando su existencia . Hay un tipo de discurso político que prospera en todas partes: el que denuncia al Estado mientras vive de él . No hablo de anarquistas coherentes ni de liberales clásicos preocupados por los límites del poder. Hablo de una corriente que ha hecho del antiestatismo su identidad, pero cuyo modelo económico real consiste en privatizar beneficios y socializar costes . Es la ideología del empresario que cobra subvenciones mientras denuncia “la cultura de la paguita”. Del político que promete “adelgazar el Estado” desde un escaño pagado con impuestos. Del lobby energético que exige “libre competencia” después de décadas de tarifas reguladas y rescates públicos. Y del académico que predica el fin de lo público desde una cátedra pública. El Estado como botín, no como enemigo Este antiestatismo co...

La economía va bien. La democracia, no tanto.

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La financiarización no solo transformó la economía: redefinió la democracia. El poder ya no fluye desde los ciudadanos hacia el Estado, sino desde los mercados hacia los gobiernos. Gobernar se ha vuelto un ejercicio de obediencia contable: equilibrar los números, aunque se desequilibre la vida. En las democracias contemporáneas ya no se gobierna para los ciudadanos, sino para l os mercados. La política económica ha cambiado de sujeto: donde antes estaba el pueblo, hoy está el capital financiero. El voto que decide el rumbo de un país ya no se emite cada cuatro años en una urna, sino cada mañana en las pantallas que muestran la prima de riesgo, el precio de la deuda o la cotización del dólar. El nuevo soberano no tiene rostro, pero sí poder. Y su lenguaje es el de la macroeconomía. El poder ha cambiado de dirección: ya no asciende desde las urnas, sino que desciende desde los mercados financieros. La financiarización como nuevo régimen político Durante el siglo XX, el Estado era el ...