Vivir es fácil con los ojos cerrados
Es encomiable el esfuerzo de David Trueba por abrir en el corazón de la España del desarrollismo franquista un espacio para la escapada, un espacio que se materializa por el punto de fuga que siempre supone una carretera. De eso, los americanos saben mucho: lo beat y lo contracultural tienen en la carretera uno de sus templos en los que celebrar una eterna ceremonia de búsqueda y escapatoria hacia una vida vivida en claves diferentes de las utilizadas en los lugares que se abandonan. Dentro de este planteamiento, el viaje es el lugar de la potencialidad, de la esperanza, donde sucede el eterno retorno del deseo que quizá se materialice tras la siguiente curva, en la próxima parada. En este sentido, el viaje se convierte en el verdadero lugar de la libertad, el espacio donde se sueña y se construye ese destino al que se pretende llegar. Después de todo la certeza de poder llegar siempre es menor a la de estar simplemente yendo. Ya decía Kavafis, un poeta griego, un poeta de...