lunes, mayo 02, 2022

Life Inc, Douglas Rushkoff


"Sin embargo, desde la perspectiva del coautor del Manifiesto Comunista, Friedrich Engels, este endeudamiento era solo el yugo que los capitalistas necesitaban para mantener a raya a los trabajadores. La propiedad de la vivienda, y la hipoteca que requiere, sería “encadenar al trabajador por su propiedad a la fábrica en la que trabaja”. Esta posibilidad de programación social no pasó desapercibida para los especuladores inmobiliarios o las muchas empresas que buscaban en los suburbios una forma de crear una sociedad de clase media altamente obediente. Como explicó el presidente de Provident Institution for Savings en Boston: “Denle esperanza, denle la oportunidad de mantener a su familia, de hacer una reserva para su vejez, de disponer de alguna comodidad o lujo baratos, sobre los cuales él fije su corazón; y se someterá voluntaria y alegremente a las privaciones y penalidades"."

Life Inc, Douglas Rushkoff

martes, marzo 01, 2022

Sobre Ucrania

Etimológicamente, Ucrania es un termino ruso que quiere decir frontera.. frontera del Imperio Ruso por supuesto.

Los vikingos varegos se desplazaban  por la cuenca fluvial del Dnieper desde el Baltico hasta el Mar Negro buscando comerciar y/o vandalizar. Uno de estos reyes varegos, Rurik, fundó en Kiev la capital de un reino que se extendía desde el báltico hasta la peninsula de Crimea.

Posteriormente, las sucesivas ordas de tribus centroasiaticas fueron desplazando hacia el Norte este reino Varego, primero a Novgorod y luego a Moscú, donde tras muchas vicisitudes ese reino evolucionó hacia el concepto de Rusia.

Así, Rusia sólo ha tenido dos dinastías de zares los Rurikidas hasta el siglo XVI (si mal no recuerdo) y los Romanov hasta el siglo XX; ambas dinastías separadas por el pobre Boris Godunov.

Durante todo ese tiempo el territorio que ahora ocupa Ucrania fue ocupado por la llamada Horda de Oro, los sucesivos reinos tártaros contra el Imperio Ruso luchó con mayor o menor suerte durante su proceso de expansión hacia el Sur y el Este.

Durante ese proceso apareció el concepto de Ucrania concebida como una frontera, una especie de far-west en el que rusos y tártaros iban y venían hasta que finalmente los rusos durante el siglo XVIII se las arreglaron para someter a los diferentes reinos tártaros.

Como far-west que fue hubo un proceso paulatino de emigración y rusificación que se completó con las deportaciones estalinistas de los tartaros de Crimea que se habían puesto de lado del invasor nazi.

En todo este tiempo nunca existió Ucrania como estado o nación hasta que la Unión Soviética creó una república ucraniana.

Inicialmente, no habría a este respecto problema dado que se trataba claramente un territorio ruso de manera incuestionada.

La complicación viene del oeste, con la inclusión de territorios y personas procedentes de la desmembración del Imperio Austro-Húngaro y la enésima traslación geográfica del estado polaco que no son de origen ruso como consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

La frontera entre ambos sentimiento se sitúa aproximadamente en torno al rio Dnieper.

Como frontera que siempre ha sido el conflicto forma parte de la esencia de este territorio.

La Ucrania actual es un producto de la derrota soviética en la guerra fría como lo son otras repúblicas como Bielorrusia o Kazajstan que lógicamente han acabado en el área de influencia rusa, no por nada sino por pura gravedad.

La historia es la que es.

Ni la OTAN puede cambiarla.


martes, noviembre 19, 2019

La sociedad de consumo, Jean Baudrillard

El espectáculo de la violencia genera la necesidad de orden y concierto:

"Aquí es precisamente donde interviene la dramatización espectacular a cargo de los medios de comunicación masiva (la noticia/catástrofe como categoría generalizada de todos los mensajes): para poder resolver esta contradicción entre moral puritana y moral hedonista, es necesario que esa quietud de la esfera privada aparezca como valor obtenido con esfuerzo y constantemente amenazado, rodeado por una fatalidad de catástrofe. La violencia y el carácter inhumano del mundo exterior son necesarios, no sólo para experimentar más profundamente como tal la seguridad (esto en la economía del goce), sino además para sentir que elegir la seguridad como tal (esto en la economía moral de la salvación) está justificado a cada instante. Es necesario que, alrededor de la zona preservada, florezcan los signos del destino, de la pasión, de la fatalidad, para que la cotidianidad recupere la grandeza, el carácter sublime, cuyo reverso en realidad es".

sábado, noviembre 16, 2019

Amos

Igual me vuelve a empezar a apetecer escribir ¡Quién sabe!

El presente por el presente es la pura descontextualización y esa pura descontextualización es la base de la forma más perfecta de dominación que es esta sociedad de consumo que lentamente va consumiendo lo poco que de seres humanos nos va quedando.

Sin un pasado del que responsabilizarse y un futuro en el que enmarcarse en este eterno posible todo es posible y ese todo no es otra cosa que la fantasía adictiva que la sociedad de consumo. El reino estructural de la diferencia, un paraíso artificial en donde todo es posible, donde nadie se debe a nada ni nada se debe a nadie.

No hay un anclaje en algo que pueda llamarse real, algo ajeno, no amoldable al deseo individual que a todos nos consumo y contra el que podamos medir el grado de nuestra locura.

Es el reino de los signos, de la pura diferencia, donde impera el valor de cambio, las meras y simples relaciones basadas en la repetición y en la diferencia.

La moda convertida en ontología que nos explica.

Sin pausa, sin límites, el animal que todos llevamos dentro campa a diestro y siniestro.

Convertidos en el embrutecido amo de la dialéctica hegeliana del amo y esclavo, esperando que la historia continúe a pesar de nosotros, por encima de nuestro deseo, que ciego ya cree que todas las cosas están disponibles en el mercado y pueden comprarse, incluso las que nunca podrán estar y nunca podrán comprarse.

Es una pena que ya no exista un afuera del que algún día pueda llegarnos los ecos de la triste canción de nuestra decadencia.

(Aunque seguro que no la escucharíamos definitivamente convertidos en un moderno Narciso perdido en el laberinto de todos los infinitos reflejos posibles)

sábado, agosto 10, 2019

La gran transformacion, Karl Polanyi

"¿No indicaba esto claramente que había también una forma menos cara de obligar a los pobres a ganarse el sustento, en lugar de recurrir a la parroquia? La solución se encontraba en la abolición de la legislación Isabelina sin remplazaría por ninguna otra. Que no se subsidiaran los salarios, ni se ayudara a los desempleados que pudieran trabajar, pero que tampoco hubiera salarios mínimos ni una salvaguardia del derecho a vivir. Debería tratarse a los trabajadores como lo que eran: una mercancía que debe encontrar su precio en el mercado. Las leyes del comercio eran las leyes de la naturaleza y en consecuencia las leyes de Dios. ¿Qué era esto sino una apelación del magistrado más débil al más fuerte, del juez de paz a los omnipotentes dolores del hambre? Para el político y el administrador, el laissez-faire era simplemente un principio del aseguramiento de la ley y el orden, con el mínimo de costo y esfuerzo. Que el mercado se encargue de los pobres, y las cosas se arreglarán por sí solas."

sábado, noviembre 10, 2018

Infiltrado en el Klan

En su nueva película "Infiltrado en el Klan", Spike Lee apuesta sobre seguro.

Porque a quién puede no gustarle una historia que ridiculiza la sinrazón,que se pone del lado del sentido común dentro siempre de las coordenadas ilustradas y progresistas.

Especialmente a través de ese personaje borracho, estúpido y degenerado llamado Ivanhoe, que perversamente encarna el estereotipo que los progresistas tenemos del soporte electoral del norteamericano Tea Party.

La respuesta es clara: A nadie

Y sin embargo, y dejando de lado las cualidades cinematográficas de la película (que tampoco son demasiados), la película me deja una amarga sensación de tristeza.

Tristeza que, por un lado, tiene que ver con la perversa sensación de superioridad intelectual que Lee busca en el espectador para conectar con ella, conexión sobre la que sin duda descansa el éxito de la película y para cuya existencia Lee lo da todo, haciendo que la película discurra construyendo con desigual acierto unos poco estables carriles de comedia que a duras penas se sostienen sobre un terreno tan cenagoso y pantanoso como el tema racial.

Pero todo se basa en esa sensación de superioridad que seguro sería la misma que tendrían los ciudadanos romanos de pura cepa sobre los bárbaros que se apoderaban de su imperio.

Una sensación de superioridad basada en la posesión de una ética y unos valores cada vez más virtualizados y dejados de lado por una realidad que los bárbaros cada vez más reconducen a su medida.

Porque lo cierto es que serán todo lo estúpidos y ridiculos que creamos pero lo cierto es que su voto vale lo mismo.

Y por eso "Infiltrado en el Klan" no me hace tanta gracia.

La virtualización se nos ha ido de las manos, tanto que creo que se nos ha olvidado procesar desde la inteligencia algo en lo que Lee insiste mucho, en que uno de esos tipos miserables y ridiculos actualmente se encuentra ejerciendo la presidencia de los Estados Unidos, uno de los cargos con más poder de este planeta.

Tan superiores no seremos.

No tiene ninguna gracia imaginar que la realidad empieza a transcurrir por vericuetos que la alejan de la utopía ilustrada de los derechos de las personas, convirtiéndonos en conservadores, en guardianes de algo que empieza a convertirse en un antiguo régimen.

Por eso no me hace tanta gracia.

Nos tenemos que refugiar en la oscuridad de la sala de cine para disfrutar la ridiculez de los otros enfrentados al poderoso valor de verdad de lo que consideramos justo y verdadero, pero bajo la fria luz del día todo empieza a ser más discutible. Su poder disminuye. Para demasiados, los bárbaros, y por lo tanto para todos (porque todos los votos valen lo mismo,) empieza a ser menos verdadero.

La autocomplacencia que destila a chorros "Infiltrado en el klan" me produce rechazo, me escandaliza.

Hecho de menos otra historia, otra película en la que los ridiculizados quizá debiéramos ser nosotros, los progresistas que arrugando el entrecejo vivimos en un mundo donde un tipo como Trump gobierna, pero seguramente no tendría tanto éxito ya que el ojo de la critica está más dedicado a ver la viga en el ojo ajeno más que las toneladas de acero en el propio.

domingo, noviembre 04, 2018

Sobre la ofensa

Tengo que confesar que en los años de vida que llevo vividos jamás he visto ofendida a una persona cuya inteligencia gozase de mi estimación.

Ante lo que para otros bien pudiera resultar ofensivo esas personas siempre se defendían recurriendo a la ironía o el sentido del humor (ambas, buenas armas de destrucción masiva de la estupidez); en casos más extremos, se acababa en el cinismo, siempre buscando la oferta del otro, nunca la propia porque después de todo el sentirse ofendido es un acto de debilidad de la inteligencia.

Como el niño que no puede encajar el triangulo en la forma del cuadrado, la ofensa es la rabieta de la inteligencia que no da más de sí y cede su lugar a la cuesta abajo que es el animal irracional para el ser humano.

No me tengo en mucha estima cuando mi carne se debilita y me ofendo.

Tampoco tengo en mucha estima a los que llevan la ofensa por bandera.

Deberíamos exigirnos un poco más porque al final la ofensa no es otra cosa que una forma de violencia.

Al final, buscamos que el otro como mínimo se calle y sea nuestra airada voz la única que clame en el desierto de la inteligencia en que el debate se ha convertido.

Nada bueno surge de la ofensa porque su razón de ser está en las propias limitaciones: No saber, no querer aceptar los límites de la propia creencia, temer la sola posibilidad del cuestionamiento y de la incertidumbre.

Mejor que el otro, el que nos ofende, se calle, que se desvanezca.

"No hay bestia tan feroz" titulaba el novelista Edward Bunker una de sus obras, refiriéndose al ser humano.

Y esa ferocidad empieza por conductas como la ofensa. conducta muy común porque siempre es y será más fácil dejarnos llevar por el animal que todos llevamos dentro, traicionar lo mejor de nosotros mismos: la humanidad y la inteligencia.

Mejor rebajarse y perder los papeles, que intentar elevarse sobre este mundo feroz de bestias con forma humana.