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Mostrando las entradas etiquetadas como Sociedad

Del bienestar a la deuda: la gran victoria neoliberal y el fin del pacto social (IV)

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La paz social de la posguerra nunca fue un pacto entre iguales: fue una concesión estratégica del capitalismo para sobrevivir al miedo —a la revolución, al poder sindical, al prestigio soviético— mientras el crecimiento sostenido permitía compartir parte de la renta sin tocar la estructura del capital. Durante tres décadas esa tregua pareció estable y apenas se cuestionó, salvo por voces críticas (Pasolini, Marcuse, Offe) que denunciaron el aburguesamiento obrero . Pero esa paz tenía un coste creciente y un punto débil: dependía de márgenes de beneficio altos, energía barata y un marco geopolítico que obligaba a Occidente a demostrar que el capitalismo podía ser tan protector como el socialismo real. A finales de los sesenta y durante los setenta, el edificio comenzó a agrietarse. 1. Crisis de rentabilidad y fin del modelo fordista Presión salarial fuerte: sindicatos con capacidad de paralizar sectores enteros. Competencia global creciente: Japón y Europa emergente. Shoc...

El gran pacto: salario, bienestar y paz social comprada (III)

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La oleada revolucionaria de entreguerras demostró que el viejo orden liberal no podía sostenerse solo con represión y disciplina. La tesis de la paz automática entre propietarios había sido demolida por la antítesis obrera y por la existencia de una alternativa real: la Unión Soviética y sus partidos comunistas actuando como quinta columna interna. El equilibrio que las élites intentaron mantener en los años veinte y treinta —combinando concesiones mínimas con represión y austeridad— resultó inestable. Para contener el conflicto de clase y el miedo a la revolución, amplios sectores burgueses recurrieron al fascismo : Mussolini en Italia, Hitler en Alemania, regímenes autoritarios en Europa central. Fue un intento de restaurar el orden capitalista mediante violencia total y represión del movimiento obrero. Terminó en desastre: guerra mundial y destrucción masiva. La Segunda Guerra Mundial , sin embargo, trajo algo distinto. Para derrotar al fascismo, las democracias liberales movil...

De la paz social a la cuestión social (II)

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En la primera entrega vimos que la democracia liberal nació como un club de propietarios: un espacio tan homogéneo que la estabilidad era casi automática. Pero esa paz no podía durar indefinidamente. La industrialización, el crecimiento de las ciudades y la aparición de una clase obrera numerosa y consciente cambiaron el escenario. Por primera vez entraron en escena sujetos con intereses materiales radicalmente distintos. El nacimiento de una clase con voz A mediados del siglo XIX, el capitalismo industrial había creado masas de asalariados sometidos a jornadas extenuantes y salarios de subsistencia. Estos hombres y mujeres, sin propiedad ni seguridad, estaban fuera de la ciudadanía política, pero comenzaron a organizarse. Gran Bretaña: el cartismo reclamó desde la década de 1830 sufragio universal masculino y derechos laborales básicos; aunque derrotado, dejó huella profunda. Francia: la revolución de 1848 proclamó el sufragio universal masculino y dio protagonismo a los o...

Del consenso burgués al desencanto: una historia de la paz social (I)

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Esta serie nace de una reflexión previa —la entrada sobre Rosa Parks y la domesticación de la memoria de la resistencia —, donde analizábamos cómo nuestras sociedades convierten en iconos inofensivos a quienes, en su momento, desafiaron el orden establecido. Constatábamos allí que vivimos en democracias que celebran luchas pasadas mientras criminalizan las interrupciones reivindicativas del presente. No se consideran justificadas porque se perciben como una ruptura innecesaria de algo llamado paz social , que suele equivaler al funcionamiento ininterrumpido de la gran máquina capitalista. Punto de partida La hipótesis inicial es sencilla pero decisiva: la democracia liberal no nació como un sistema para todos, sino como un autogobierno de una élite homogénea —propietarios, varones, blancos. En sus orígenes, el régimen representativo no tuvo que preocuparse por la paz social porque el conflicto de clases estaba excluido por definición: solo los “iguales”, quienes compartían posición ...

De ‘vicio privado’ a derecho sanitario: el aborto frente a la moral del deseo

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Abortar se ha abortado siempre. Ninguna sociedad, por restrictiva que haya sido, ha conseguido eliminarlo. Ya en la literatura clásica española encontramos su rastro: en La Celestina (1499), la alcahueta sabe preparar brebajes para “remediar la preñez” y ayudar a mujeres que no desean ser madres. El aborto era un hecho conocido —aunque clandestino y moralmente condenado— en la España del siglo XV. Durante siglos, esa ha sido la lógica dominante: el aborto como desgracia íntima , un drama que debía permanecer oculto. Especialmente desde la sensibilidad conservadora y católica, se toleraba su existencia como algo vergonzante pero privado, nunca convertido en cuestión pública. Cuando el aborto dejó de ser un secreto y pasó a tratarse como un problema de salud pública —porque supone riesgo físico y emocional para millones de mujeres y porque la clandestinidad mata—, la incomodidad estalló. Lo insoportable no es tanto que exista el aborto, que lo es, sino que se haga visible y se quiera ...

El capitalismo necesita desposeer: Marx, Polanyi y la miseria que regresa en cada crisis

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  Cuando pensamos en el capitalismo solemos imaginar un sistema basado en la innovación, el intercambio y la competencia. Sin embargo, tanto Karl Marx como Karl Polanyi nos recuerdan algo menos cómodo: el capitalismo no nace de la libertad de los mercados, sino de la desposesión . ¿Desde dónde piensan Marx y Polanyi? La crítica que hacen Marx y Polanyi no surge del aire: ambos pensadores escriben desde la experiencia concreta de un mundo en transformación y desde una posición incómoda frente a las ortodoxias de su tiempo. Karl Marx (1818–1883) pensó desde la Europa industrial del siglo XIX. Testigo de la miseria obrera en Manchester y Londres, comprendió que la riqueza capitalista no era producto de la libertad, sino del despojo y la explotación sistemática. Su análisis de la acumulación originaria se basa en mostrar lo que la economía política clásica —Smith, Ricardo— ocultaba: que el capitalismo se fundó en violencia, expropiación y esclavitud. Marx escribe desde el exilio, per...

Los derechos no nacen en silencio: la protesta como memoria incómoda

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Cuando pensamos en Rosa Parks, la recordamos como una heroína tranquila, sentada en un autobús de Montgomery. Lo que solemos olvidar es que aquel gesto fue un acto de desobediencia castigado por la ley. Parks fue detenida, acusada y vilipendiada por “alterar el orden público”. Y, sin embargo, gracias a ella y a tantos otros que incomodaron al poder, hoy consideramos impensable la segregación racial en Estados Unidos. La protesta nunca nace para complacer ni para quedarse invisible. Como explicaba Charles Tilly, los movimientos sociales son repertorios de acción que interrumpen la normalidad, porque solo interrumpiendo se hace visible la desigualdad. Sidney Tarrow lo resumía de manera precisa: la protesta molesta porque abre un espacio de negociación política que de otro modo no existiría. Frente al argumento de que “hay que protestar sin molestar”, conviene recordar a Henry David Thoreau: obedecer leyes injustas es ser cómplice de la injusticia. Hannah Arendt insistía en que la desob...