"Tocó Forlán el balón y las imágenes mostraron que, para asegurarse de que entraba, detrás del pie de Forlán entraba, como un tren de mercancías, Adelardo Rodríguez Sánchez, el histórico jugador del Atleti que no pasa un buen momento. Nadie sabe de dónde salió ese hombre, nadie se lo esperaba, pero ahí estaba, no había duda, las imágenes son claras y nítidas. No es un truco, no es un montaje, no sabemos de dónde sale, decía un ingeniero con bata blanca y acento alemán, que hace más gracia. Pasadas a menor resolución se veía sin lugar a dudas que el balón entraba y que inmediatamente después entraba en la portería Adelardo. Y no sólo eso. A velocidad aún menor se distinguía perfectamente, tras Adelardo, el corpachón de Arteche que también entraba cargando, para asegurarse de que el gol era gol. A su lado, más fino pero igual de mortal, Gárate..."
(
Crónica de un gol que pareció ser de Forlán, El rojo y el blanco)
Maravilloso blog... aunque no te guste el fútbol.
Maravilloso partido, y no sólo por el hecho de que el Atlético de Madrid vuelva a estar en una final europea veintitantos años después (que también), sino porque esas dos horas fueron un tiempo lleno de vida... de desilusión, de fe, de tristeza, de alegría... Con independencia de toda la oscuridad material que le rodea, el deporte sigue conservando esa fuerza que le capacita para vehiculizar emociones que apenas tienen lugar en la mayoría de los días de nuestra vida cotidiana.
Hay tormento y éxtasis en su parcial virtualidad complementaria.
La alegría y tristeza que provoca son puras.
La materia que constituye lo que es inolvidable.