viernes, mayo 21, 2010
sábado, mayo 15, 2010
(Crónica del día que nos merecíamos, El rojo y el blanco)
Maravilloso...
jueves, mayo 13, 2010
viernes, abril 16, 2010
(Más)
martes, marzo 09, 2010
(El Rojo y el blanco)
martes, febrero 16, 2010
lunes, enero 18, 2010
viernes, enero 15, 2010
domingo, diciembre 13, 2009
sábado, marzo 14, 2009
jueves, octubre 23, 2008
¿Y el partid0?
Difícil de explicar. Jeckyll y Hide, un tiempo para cada personaje.
La primera parte pareció un partido de esos que se llaman de fin de ciclo... Los jugadores salen al campo como almas en pena, desdibujados, sin creer lo que en el vestuario les ha dicho un entranador que no cree ya en sí mismo. Y el equipo plantea un juego lento, sin ritmo... Y el contrario ni suda, bien colocado se dedica a esperar pacientemente a recuperar el balón, cosa que casi siempre no tarda en producirse.
¡Un horror!
El caso es que el Liverpool sólo consiguió marcar un gol... en fuera de juego, bien es cierto y los equipos regresaron a los vestuarios, como sin haber entrado en calor, mientras el estadio era un clamor contra ciertos jugadores y, principalmente, contra un entrenador que ya no goza de crédito (como todos en esta época de crisis global).
La segunda parte, inesperadamente, fue otra historia.
A mi modo de ver, el punto crítico del partido estuvo en lo psicológico. Lo importante esta vez no tuvo nada que ver con el juego sino con determinadas decisiones que tomaron los respectivos entrenadores... Mientras Aguirre introducía la referencia, la luz en el campo, metiendo al Kun, Benitez se la quitaba a su equipo retirando a Gerrard.
Si durante todo el partido el Liverpool se habia limitado a estar bien colocado y a racanear esperando el error de la defensa del Atlético, sin Gerrard, los ingleses perdieron un poco más de presencia que los jugadores atléticos aprovecharon con más voluntad que juego para terminar empatando un partido que sus rivales, hay que aceptarlo, dejaron escapar confiados en los números y en la especulación... Después de todo, tenemos que ir a Anfield y a Marsella... y ellos ya han ganado en este último campo y confian sacar un resultado positivo en su casa.
En fin, otro episodio más de decepción y desconcierto con, para variar, un relativo final feliz... Un punto para cada equipo.
Y dejando de lado el partido, lo que en absoluto es para viejos es el frio que hizo ayer en el campo. El invierno llegó mientras Seitaridis se pensaba si debía subir o no por su banda y yo, reciente atlético, cometí la imprudencia de no ir lo suficientemente abrigado. Es decir, como para una expedición en busca del reloj perdido de Amundsen.
Otra cosa... La gente del Liverpool es maravillosa. Auténticos working class heroes, la puta sal de la tierra, muchos de ellos con pinta de medio apertura de la seleción inglesa de rugby pero grandes tipos.... si no te pasas de la raya y te metes en sus asuntos... cosa que yo mismo practico. Asi que no hubo problemas.
Y es verdad... Parece que nunca están solos, como en su canción.
miércoles, octubre 22, 2008
NO TEAM FOR OLD MEN
lunes, octubre 20, 2008
NO TEAM FOR OLD MEN
domingo, octubre 05, 2008
NO TEAM FOR OLD MEN
One step up, two steps back
jueves, septiembre 18, 2008
Mi proceso de transformación continúa avanzando inexorablemente.
Y la verdad es que la flamente victoria del Atlético de Madrid en Eindhoven me pareció más un partido del Real Madrid que otra cosa. Superioridad, tranquilidad, calma, control... Ni Pernía ni Pablo, porque no jugaron, ni Perea -que lo intentó- aparecieron para ponerme el corazón en un puño con su absoluta falta de talento para tratar el balón, su principal herramienta de trabajo... Todavía recuerdo con pavor el sorprendente "tirito" de Perea, sólo, en su propia área y contra su portería, que nos pudo haber eliminado de la Liga de Campeones ¡Inexplicable! Tuve que mirar a mis mayores, a mis mentores, para saber cómo actuar cuando un defensa de tu propio equipo remata contra tu propia portería, en un partido clave... Estaba en el campo, muy cerca del banquillo del Schalke y hasta los propios alemanes se llevaron las manos a la cabeza... ¡Pasmoso!
Todo aquello faltó en Eindhoven... Quizá algún susto cuando el equipo, al comienzo de la segunda parte, se hechó hacia atrás y le dió la oportunidad al PSV, un equipo de seminario, de probar puntería.
Por un momento, lo eché de menos.
Si ganamos la Liga de Campeones debe ser al modo atlético. Mediante el exceso, con goles de último minuto y noches de remontadas memorables que a punto están de estropear los propios futbolistas con inexplicables errores.
Y, por supuesto, sin besarse en los cambios. Esas son cosas del Madrid. Los jugadores del Atletico deben venir besados (y follados) de casa.
domingo, marzo 02, 2008
Le pregunto a G. si sabe el nombre del árbitro que nos va a pitar el partido que vamos a jugar contra el Barcelona.
G. no lo sabe. No tiene una respuesta clara para mí. Lo único puede ofrecerme es su absoluta certeza de que será un auténtico hijo de puta.
Puede sonar fuerte, pero la verdad es que una las mayores diferencias que he notado entre los partidos del Real Madrid y del Atlético de Madrid es la actuación de los árbitros.
Mientras en los partidos del equipo blanco la figura del árbitro es una presencia secundaria que apenas se limita a regular el tráfico del partido con mayor o menos acierto, en los partidos del Atlético la figura del árbitro es una alargada sombra que se extiende amenazadora por todo el verde campo.
El árbitro importa mucho en los partidos del Atlético de Madrid. Puede dar, pero sobre todo puede quitar.
Hay que estar encima de él, vigilándole, anotando mentalmente en un cuaderno imaginario la invisible contabilidad de sus decisiones... una contabilidad que casi siempre arrojará un saldo deudor.
No es un capricho.
Me ha bastado un partido como el de hoy para empezar a sospechar... y éso que nos ha pitado un penalty... pero lo cierto es que su comportamiento ha sido extraño, como caprichoso. Generoso con las tarjetas para los jugadores del atlético y rácano para con los jugadores del Barcelona en situaciones que desde la grada parecían similares.
Entiendo perfectamente a G.
Quedando apenas un par de minutos para la finalización del partido y con una diferencia de dos goles en el marcador, el trencilla saca una tarjeta al portero atlético por presunta pérdida de tiempo. Corre a saltitos, como una gacela entrada en kilos, con la tarjeta en la mano, desplazando consigo la apestosa nube de no haber expulsado el jugador del Barcelona en el penalty.
Es verdad.
Algo pasa con los árbitros y el Atlético de Madrid.
El experimento continúa quemando inflexible sus fases. Hoy, el Atlético de Madrid juega contra el Barcelona en el Vicente Calderón.
Todos los indicios apuntaban a una victoria clara del equipo catalán en clara remontada de resultados y juego dentro de la liga, pero las leyes de la euclidiana física de los resultados no rigen en el Calderón. Aquí manda la sorprendente y adictiva física cuántica de lo inesperado.
En éste, más que en ningún otro partido, el Atlético tiene que ganar. Como novia chunga que es, nos lanzará el cariño de una victoria cuando ya menos lo esperamos, para continuar con su femenino juego de manipuladora violencia pasiva y conseguir la promesa de nuestro amor para siempre.
Así lo pensaba antes de que comenzara el partido, mientras subía las empinadas cuestas del Calderón acompañando a G. y a T., mucho más atléticos que yo, pero que en absoluto pensaban que semejante milagro fuera a suceder.
Había anidado en mí la fe del converso. La peor de todas, la que me hacía llegar mucho más lejos que el mejor de los atléticos en mi deseo de victoria.
El experimento estaba resultando un éxito. Firmamente creía en una victoria que terminó produciéndose de manera arrolladora pese al timorato planteamiento de Javier Aguirre. Una inexplicable estrategia que retrasaba al equipo y lo colocaba en dos filas cerca de su área dejando abandonados a su suerte a los delanteros, Forlán y Aguero.
Como casi ningún jugador del Barcelona sabe tocar la bola, lo mejor era esperarles atrás, con la defensa de mantequilla y un poco border-line que componen Pablo y Perea, y dejarles todo el campo a Iniesta, Xavi y compañía para que pudiesen pensar la mejor forma de taladrarnos el corazón con la fina aguja de sus pases.
El desastre se anunciaba y no tardó en llegar de la mano del perdido Ronaldinho que aparecío de forma fulgurante para encontrarse durante un mágico instante con un bonito gol de chilena... y sólo en el área, a mil kilómetros de cualquier camiseta rojiblanca, con el tiempo suficiente para componer su descompuesta figura y convertirse en un pasajero fantasma de temporadas pasadas.
0-1
La debacle se acercaba, pero, y por encima del desastre, se erigió la pequeña figura del "Kun" Agüero para despachar de forma pasmosa al Barcelona con dos goles, un penalty forzado y un mágico pase con el exterior.
4-1
La física cuántica de lo inesperado en el microclima épico del Calderón. El pie de Etto apenas pudo estropear el delirio.
4-2
La profecía se cumplía. El Atlético ganaba el partido que menos se esperaba que pudiera ganar. No le den más vueltas. No hay forma racional de entenderlo.
El experimento avanza. Hoy quiero más que ayer... No se lo que sentiré mañana. Lo único cierto es que no me importó demasiado que el Real Madrid consiguiera ganar en Huelva.
jueves, febrero 21, 2008
Empiezo a entender esa extraña e inexplicable emoción que los atléticos llaman "sentimiento atlético".
martes, febrero 19, 2008
Lo estoy intentando.
Mis amigos G. y A. siempre han pensado que por trayectoria personal y planteamientos vitales debería ser del Atlético de Madrid y no el maldito madridista que soy. Seguramente tienen razón y por eso lo estoy intentando.
La primera lección es no ver ciertos partidos como los jugados contra el Bolton y el Athletic de Bilbao. Hay una cierta intuición atlética que te aparta de su visión para evitar sufrimientos innecesarios, una intuición que yo no tengo (el Real Madrid suele ganar muchos más partidos) y que, por carecer de él, no me impidió sentarme ante esos dos delitos futbolísticos de primer grado.
Debe doler preparar el partido durante toda la semana y luego salir al campo y que pasen esas cosas tan inexplicables: errores defensivos, expulsiones, penalties no forzados... Imagino que no lo harán a propósito.
Seguramente, en el vestuario del atleti, ese que desde la época de Jesus Gil sigue triturando grandes futbolistas y convirtiéndoles en mediocres, hay un polo energético de magia negra o algo así que ejerce su negativo influjo sobre el entendimiento de los futbolistas que lo habitan.
No se me ocurre otra explicación irracional plausible.
Si algo he aprendido es que lo racional no tiene cabida en el "sentimiento atlético". Cada partido es como una carga de la brigada ligera contra un destino que se empeña en poner las cosas difíciles cuando precisamente parece que se han puesto mejor... Por ejemplo, el equipo está jugando bien, figura en puestos de Copa de Europa y de pronto desaparece.
Una experiencia sadomasoquista en primer grado.
No team for old men.
Seguiré intentándolo.