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miércoles, enero 07, 2009

GAZA

Estoy de acuerdo con Martin Varsavsky, desde hace algún tiempo Israel está respondiendo de forma desproporcionada a la real y verdadera amenaza que para su seguridad suponen los diferentes grupos terrorristas islamistas que acampan a lo largo de alguna de sus fronteras.

Las imágenes de niños muertos son un arma muy poderosa y, si bien es cierto que los milicianos usan a victimas inocentes como escudo y en la mayoría de los casos son tan culpables de su muerte que los propios israelitas, no es menos verdad que este tipo de respuestas masivas terminan dañando la imagen del pueblo israelita como nación. 

Vivimos en un mundo de imágenes que se suceden vertiginosamente las unas a las otras en rápidos instantes de impresión. No hay lugar para la memoria ni para los discursos elaborados y complejos. En este sentido, el efecto de verdad es casi tan importante como la propia verdad misma (suponiendo que exista) y esa verdad extrae toda su energía movilizadora de sí misma, de su propia potencia denotativa y connotativa.

En este sentido, y a estas alturas de la película, es muy difícil competir con las desgarradoras imágenes de los más débiles (ancianos, mujeres y niños) surgiendo ensangrentados de entre el polvo de lo que antes fue un hogar en el mundo de los medios donde hoy en día se dilucida la batalla de la opinión pública.

El discurso de los escudos humanos es desagradecido y difícil de defender. Es demasiado elaborado, implica el cálculo y en un debate siempre tendrá todas las de perder frente a una sentida arenga conmovida por el dolor de los inocentes... y, sin embargo, los dos son igual de reales.

Israel, que antaño se caracterizara por la inteligencia a la hora de producirse tanto en los despachos como en las cloacas, demuestra una sorprendente falta de cintura. Ahora, más bien, parece un ogro brutal dispuesto a aplastar indiscriminadamente todo aquello que le importuna.

Hoy en día la tecnología permite un importante refinamiento en la selección de los objetivos. Las capacidades para explotar el mundo en busca de datos son mayores y es perfectamente posible seleccionar concretos objetivos y eliminarlos. Hacer una guerra inteligente y, por extraño que parezca, civilizada cuando es necesario hacerla, y sólo cuando es necesario. Quizá se cometan errores, pero no es lo mismo la presencia del error en la táctica que en el espacio más relevante de la estrategia.

Y además, la realidad de Gaza está ahí, a sus puertas como un enemigo que el propio Israel se ha generado. Un inmenso lugar de pobreza y marginación, de cuya existencia es también responsable el ineficaz y corrupto gobierno palestino, que sirve de perfecto caldo de cultivo para toda suerte de desesperados movimientos islamistas mesiánicos.

El problema de Gaza requiere inteligencia, asunción limitada de costes y no el argumento brutal de la fuerza empleado siempre bajo la alargada sombra del primo de zumosol norteamericano... Y además, este aspecto quizá también esté cambiando y esa alargada sombra empiece a no serlo tanto.

En cualquier caso, el problema de Gaza no se resolverá de esta forma y el coste en imagen exterior de Israel debe ser considerado porque, y de entre todas las cosas terribles que pueden suceder, una de las peores a mi entender es que, a los ojos de los otros, uno acabe convirtiéndose en el monstruo que lo ha estado persiguiendo durante años.



viernes, agosto 17, 2007

"Rove ha acumulado todos los sobrenombres posibles que reflejan su inmenso poder: “Cerebro”, “Arquitecto”, “Niño Genio”… y también “Príncipe de las Tinieblas”, “El hombre detrás de la cortina”, o “Rey Karl”. Pero ninguno es tan ilustrativo como “El hombre que tiene un plan”, como le llama Bush, para comprender hasta que punto Rove ha sido el estratega decisivo, el auténtico “co-presidente” de los Estados Unidos."

Es... El cerebro de Bush

lunes, octubre 23, 2006

HISTORIAS

I
El que desarrolla Wim Wenders es un interesante punto de vista acerca de las historias y el poder hipnótico que desde el principio de los tiempos aquellas ejercen sobre nosotros, los seres humanos:

"Pero, por supuesto, las historias tienen su interés. Son poderosas e importantes para la humanidad. Proporcionan a la gente lo que buscan y lo hacen en un nivel muy profundo -son mucho más que entretenimiento, acción y suspense. Uno de las necesidades principales de la gente es que cierta cantidad de coherencia les sea proporcionada de alguna forma y las historias proporcionan a quienes las escuchan el sentimiento de que existe un sentido. Al final y en el fondo existe un orden por debajo de la increíble y caótica confusión de las sensaciones y los fenómenos que les rodea y ese orden es lo que la gente necesita más que ninguna otra cosa. Casi diría que el concepto de orden y de historia está directamente relacionado con la idea de Dios. Las historias la substituyen o se tratan de otra forma de llamar a la misma cosa.

(...)

Las historias son mentiras. Pero son increiblemente importantes para nuestra superviviencia. Sus estructuras artificales nos yudan a superar nuestros peores miedos: la ausencia de un Dios, la idea de que no somos nada más que un conjunto de pequeñas partículas vibrantes dotadas de percepción y conciencia, pero perdidas en un universo que en su mayor medida permenece más allá de nuestra comprensión. Produciendo coherencia, las historias hacen que la vida sea soportable y combaten nuestros miedos. Esa es la razón que lleva a los niños a querer escuchar un cuento antes de dormir y también que hace de la Biblia una historia muy larga y también la razón que explica el final feliz de casi todas ellas."
(Historias imposibles, Wim Wenders)

III
Necesitamos constantemente escuchar historias.
Su mentira encierra una poderosa verdad que nos permite, a su vez, sustentar en ellas nuestra propia certeza.

La capacidad de generar un sentido, un mundo, puesta por obra ante nuestros ojos.