miércoles, septiembre 12, 2007

LOS McCANN

Me dan mucho miedo los dos.

La absoluta ausencia de evidentes señales de dolor tanto en su ser como en su estar me parece inexplicable, incomprensible, siniestra

Ya han pasado más de tres meses y ambos siguen sin saber qué ha sucedido con su hija, si estará viva o si estará muerta.

La incertidumbre hace mucho año, destroza los rostros y revienta las almas. Antropológicamente estamos hechos para saber, para conocer, para preguntarnos por todo lo que sucede en nuestro entorno e intentar controlarlo con la finalidad de sobrevivir. Y el no saber nos mata. Es superior a nuestras fuerzas, porque por encima de todo queremos siempre conocer.

El tiempo pasa.

Desgasta.

Son ya cuatro meses de no saber, de no poder dormir, de no poder pensar... Supongo.

Y en este sentido, no me cabe en la cabeza que los McCann estén tan enteros, que no se tropiecen con las puertas, que confundan las horas o los días, que se olviden de ponerse el reloj o los pendientes, que dejen de plancharse algún día la ropa o que no quieran vestirse, peinarse o lavarse, porque en realidad lo único que desean es que todo se resuelva bien para poder abrazar a su hija, bien para empezar a olvidarla.

Como si en realidad ellos supieran perfectamente lo que ha sucedido con su hija y no sintieran esa incertidumbre picándoles interminablemente las carnes del alma.

Del mismo modo que no se puede mentir a todo el mundo todo el tiempo, uno no puede mentirse a sí mismo e ignorar la tristeza y la rabia que anidan como una arañas negras en el alma.
Cada vez más grandes, cada vez más densas.
Creciendo y creciendo hasta que, por más que queremos ocultarlo, todos pueden verlas.

Y si las sientes, por qué ocultarlas.
Ni un llanto, ni un desmayo, ni un mal momento... Como los Beckham de la tragedia sucediendo impasibles ante nuestros ojos, gestionando con quirúrjica profesionalidad deshumanizada su propia desgracia.

Todos los demás, los espectadores, somos humanos y no esperamos ver otra cosa en una madre y un padre que de pronto, una noche de verano, perdieron a una hija y aún siguen sin saber qué ha sido de ella.

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