Vuelvo a leer "Crimen y castigo".
No es la primera vez que pienso que tras Raskolnikoff, tras su atormentada duda moral, se encuentra el propio autor.
Dostoyevsky era un jugador empedernido y, después de todo, el plan del protagonista de su novela más esencial no es otra cosa que una enorme, terrible y definitiva apuesta a favor de él mismo y en contra de su propio destino.
Siempre que me enfrentó a esta novela tengo la impresión de que para Dostoievsky la vida es un juego y nuestros planes, grandes o pequeños, son las jugadas que desarrollamos en el tablero espacio-temporal de la vida.
Lo único que hace terrible a este juego de vivir es lo que uno puede llegar a perder si la jugada sale mal, tan terrible que hasta nos ponemos serios, trascendentes y nos resistimos a pensar que simplemente se trate de un juego... Y es al revés. No hay nada más serio que un juego, que apostarlo todo a una sola jugada, que se lo digan a Raskolnikoff.
La eternidad trascendente del instante despertando una marejada de primeras y últimas consecuencias.
La vida misma.
miércoles, noviembre 30, 2005
viernes, noviembre 25, 2005
"Adventures in the screen trade" es un buen libro.
Da gusto leerlo.
El mundo del cine desde la perspectiva de un guionista, una perspectiva dependiente y sufrida... La conclusión tras cerrar el libro no puede ser otra... Incluso uno tiene la impresión de que no se trata de un buen trabajo, de que asiste a la historia del circo contada por el último mono: los cambios, los despidos inesperados, los directores que quieren una misma escena narrada desde todos los ángulos posibles (Paul Mazursky es el miserable en cuestión), los dislogos de última hora, las reuniones tensas mantenidas entre personas que quieren cosas diferentes o que, simplemente, no tienen ni pajolera idea de lo que quieren... Y a todo eso se añade los problemas propios de la escritura: las inseguridades, el folio en blanco, los miedos.
Un panorama estremecedor que William Goldman cuenta con un relativamente amargo sentido del humor que resulta muy adecuado al contenido general de la historia.
El libro está escrito en 1982. Por aquel entonces Goldman era un reputado guionista responsable de textos como "Marathon man" o "Dos hombres y un destino" o "Todos los hombres del presidente" o una joya olvidada llamada "Hot Rock" .... Y todavía no había escrito "La princesa prometida".
Estaba en condiciones de hablar con conocimiento de causa y, desde luego, lo hace.
A lo largo de sus más de 300 páginas, Goldman da un repaso a los principales oficios y cargos de la industria, mostrando al mismo tiempo las complejidades que conlleva el proceso de generación de un producto cinematográfico y trufando el recorrido con divertidas anécdotas que hacen aún más placentero el viaje.
Especialmente recomendable es la parte desdicada al proceso de escritura de un guión que Goldman concibe como estructuras de ingeniería narrativa que funcionan y en los que la literatura es lo último que entra en liza.
El sentido práctico aplicado a este tipo de escritura, la justa visión descarnada de epopeyas propia del profesional, resultará sorprendente para quienes todavía piensan que el guionista es sólo un escritor.
Retrato nada complaciente de un mundo complacido y nada plácido.
Lectura imprescindible para aquellos que quieren saber un poco más, esos que como yo no se conforman con ver salir al conejo de la chistera y quieren saber cómo.
Da gusto leerlo.
El mundo del cine desde la perspectiva de un guionista, una perspectiva dependiente y sufrida... La conclusión tras cerrar el libro no puede ser otra... Incluso uno tiene la impresión de que no se trata de un buen trabajo, de que asiste a la historia del circo contada por el último mono: los cambios, los despidos inesperados, los directores que quieren una misma escena narrada desde todos los ángulos posibles (Paul Mazursky es el miserable en cuestión), los dislogos de última hora, las reuniones tensas mantenidas entre personas que quieren cosas diferentes o que, simplemente, no tienen ni pajolera idea de lo que quieren... Y a todo eso se añade los problemas propios de la escritura: las inseguridades, el folio en blanco, los miedos.
Un panorama estremecedor que William Goldman cuenta con un relativamente amargo sentido del humor que resulta muy adecuado al contenido general de la historia.
El libro está escrito en 1982. Por aquel entonces Goldman era un reputado guionista responsable de textos como "Marathon man" o "Dos hombres y un destino" o "Todos los hombres del presidente" o una joya olvidada llamada "Hot Rock" .... Y todavía no había escrito "La princesa prometida".
Estaba en condiciones de hablar con conocimiento de causa y, desde luego, lo hace.
A lo largo de sus más de 300 páginas, Goldman da un repaso a los principales oficios y cargos de la industria, mostrando al mismo tiempo las complejidades que conlleva el proceso de generación de un producto cinematográfico y trufando el recorrido con divertidas anécdotas que hacen aún más placentero el viaje.
Especialmente recomendable es la parte desdicada al proceso de escritura de un guión que Goldman concibe como estructuras de ingeniería narrativa que funcionan y en los que la literatura es lo último que entra en liza.
El sentido práctico aplicado a este tipo de escritura, la justa visión descarnada de epopeyas propia del profesional, resultará sorprendente para quienes todavía piensan que el guionista es sólo un escritor.
Retrato nada complaciente de un mundo complacido y nada plácido.
Lectura imprescindible para aquellos que quieren saber un poco más, esos que como yo no se conforman con ver salir al conejo de la chistera y quieren saber cómo.
jueves, noviembre 24, 2005
EL OJO DEL HURACÁN
No le sobra tiempo.
El reloj le quema en la muñeca.
No le queda tiempo, pero decide detenerse. Decide mirar.
A su alrededor, el espectáculo del propio movimiento.
el hormiguero, la colmena,
sucede como un interminable vórtice de carne y aire.
Se imagina a si mismo llendo y viniendo,
teniendo prisa,
entrando y saliendo.
No puede ser mucho más distinto que alguno de ellos.
Se imagina saliendo,
tumbándose en el suelo,
descansando al borde de un abismo de instantes que no le pertenecen
porque cobra por ellos.
Se recuerda de pronto,
pequeño y sin tiempo.
Apresuradamente se viste la prisa.
Todos los trenes están ya partiendo.
No le sobra tiempo.
El reloj le quema en la muñeca.
No le queda tiempo, pero decide detenerse. Decide mirar.
A su alrededor, el espectáculo del propio movimiento.
el hormiguero, la colmena,
sucede como un interminable vórtice de carne y aire.
Se imagina a si mismo llendo y viniendo,
teniendo prisa,
entrando y saliendo.
No puede ser mucho más distinto que alguno de ellos.
Se imagina saliendo,
tumbándose en el suelo,
descansando al borde de un abismo de instantes que no le pertenecen
porque cobra por ellos.
Se recuerda de pronto,
pequeño y sin tiempo.
Apresuradamente se viste la prisa.
Todos los trenes están ya partiendo.
miércoles, noviembre 16, 2005
No me resisto a transcribir una maravillosa anécdota que he leído en el libro de William Goldman: "Adventures in the screen trade. A personal view of Hollywood".
El protagonista es Harry Cohn, responsable de la Columbia en la época dorada de Hollywood.
En un funeral un conocido se le acercó y le comentó su asombro ante la gran cantidad de personas que habían acudido a despedir al muerto.
La contestación de Cohn fue la siguiente: "Da a la gente lo que quiere y acudirá".
Puro humor negro.
El protagonista es Harry Cohn, responsable de la Columbia en la época dorada de Hollywood.
En un funeral un conocido se le acercó y le comentó su asombro ante la gran cantidad de personas que habían acudido a despedir al muerto.
La contestación de Cohn fue la siguiente: "Da a la gente lo que quiere y acudirá".
Puro humor negro.
martes, noviembre 15, 2005
jueves, noviembre 10, 2005
Dos películas absolutamente recomendables:
- "La novia cadaver" de Tim Burton.
Un relato con aspiraciones de cuento que se mueve entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
Pasmosa envoltura de fantásticas marionetas y decorados para un fondo amable y bienintencionado que busca a toda costa emocionar al espectador recurriendo a mecanismos narrativos pertenecientes al ámbito de la fábula y el cuento: sublimación del amor, crueldad de la realidad (bodas obligadas) frente a la sensibilidad de una aspiración (bodas soñadas), final feliz... Nada que no haya intentado hacernos llorar antes, nada que no nos haga llorar cuando menos lo esperemos.
Personalmente disfruté mucho con el encuentro de los vivos con los muertos y con ese maravilloso perro muerto, siempre fiel a su dueño.
- "Match point" de Woody Allen.
Es la primera película de Allen que realmente me interesa en mucho tiempo.
La historia de un arribista sin escrupulos. Patricia Hisgmith pasada por el tamiz de las vivisecciones emocionales sin conceciones que tan adicto a practicar está volviéndose Ingmar Bergman en sus últimos trabajos (que no es otro que el Bergman de "Persona" mucho más concentrado y viejo).
Escenas de un matrimonio, escenas de un adulterio.
Magníficamente interpretada.
Soberbiamente filmada.
Una obra de madurez que coloca a Allen en una dimensión cercana a la del maestro sueco, aunque siempre salvando la distancia que siempre existirá entre ambos, una distancia que en mi opinión se cifra en intensidad de descarnada ética protestante.
- "La novia cadaver" de Tim Burton.
Un relato con aspiraciones de cuento que se mueve entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
Pasmosa envoltura de fantásticas marionetas y decorados para un fondo amable y bienintencionado que busca a toda costa emocionar al espectador recurriendo a mecanismos narrativos pertenecientes al ámbito de la fábula y el cuento: sublimación del amor, crueldad de la realidad (bodas obligadas) frente a la sensibilidad de una aspiración (bodas soñadas), final feliz... Nada que no haya intentado hacernos llorar antes, nada que no nos haga llorar cuando menos lo esperemos.
Personalmente disfruté mucho con el encuentro de los vivos con los muertos y con ese maravilloso perro muerto, siempre fiel a su dueño.
- "Match point" de Woody Allen.
Es la primera película de Allen que realmente me interesa en mucho tiempo.
La historia de un arribista sin escrupulos. Patricia Hisgmith pasada por el tamiz de las vivisecciones emocionales sin conceciones que tan adicto a practicar está volviéndose Ingmar Bergman en sus últimos trabajos (que no es otro que el Bergman de "Persona" mucho más concentrado y viejo).
Escenas de un matrimonio, escenas de un adulterio.
Magníficamente interpretada.
Soberbiamente filmada.
Una obra de madurez que coloca a Allen en una dimensión cercana a la del maestro sueco, aunque siempre salvando la distancia que siempre existirá entre ambos, una distancia que en mi opinión se cifra en intensidad de descarnada ética protestante.
"Hay algo terrible en la realidad y no se qué es"
(Giulianna en "El desierto rojo" de Michelangelo Antonioni)
Pues tiene donde elegir: el fracaso, el éxito, la decepción, la alegría, los demás, uno mismo, el pasado, el presente, el futuro, el más allá, el más acá... y en general todos los vaivenes del destino a los que se ve sometida esa nuestra levedad del ser que a Milan Kundera le parecía tan insoportable.
Todo cambia y nada es para siempre.
La eternidad no es otra cosa que un presente vivido intensamente, como si jamás fuera a terminarse.
Todo lo demás pertenece al imaginario ámbito de los dioses, la proyección reificada de nuestras limitaciones: A ellos nos confiamos y cuando lo hacemos en realidad no hacemos otra cosa que entregarnos al fantasma de nuestras incapacidades, imposibilidades y contradicciones... Otra cosa bastante inquietante, por cierto.
En general, somos absoluta y totalmente incapaces de vernos tal y como somos.
Nuestro lado inteligente y racional no puede soportarlo.
La desnudez de la carne y la sangre.
El incierto silencio entre latido y latido.
Las voraces dentelladas del tiempo.
El exacto número de los días que tenemos.
La neurosis nos constituye.
Sedientos, bebemos y bebemos.
Es la primera costumbre de nuestro sentir.
No es un defecto.
(Giulianna en "El desierto rojo" de Michelangelo Antonioni)
Pues tiene donde elegir: el fracaso, el éxito, la decepción, la alegría, los demás, uno mismo, el pasado, el presente, el futuro, el más allá, el más acá... y en general todos los vaivenes del destino a los que se ve sometida esa nuestra levedad del ser que a Milan Kundera le parecía tan insoportable.
Todo cambia y nada es para siempre.
La eternidad no es otra cosa que un presente vivido intensamente, como si jamás fuera a terminarse.
Todo lo demás pertenece al imaginario ámbito de los dioses, la proyección reificada de nuestras limitaciones: A ellos nos confiamos y cuando lo hacemos en realidad no hacemos otra cosa que entregarnos al fantasma de nuestras incapacidades, imposibilidades y contradicciones... Otra cosa bastante inquietante, por cierto.
En general, somos absoluta y totalmente incapaces de vernos tal y como somos.
Nuestro lado inteligente y racional no puede soportarlo.
La desnudez de la carne y la sangre.
El incierto silencio entre latido y latido.
Las voraces dentelladas del tiempo.
El exacto número de los días que tenemos.
La neurosis nos constituye.
Sedientos, bebemos y bebemos.
Es la primera costumbre de nuestro sentir.
No es un defecto.
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