Por encima de todo Pier Paolo Pasolini fue un libre pensador que nunca se casó con nadie y bastante adelantado a su tiempo.
Desde una posición contestataria tuvo palabras de críticas para la sociedad burguesa y capitalista, pero también tuvo tiempo para hacer una crítica bastante poco entendida en su tiempo a una izquierda que ya empezaba a no entender la realidad y a dejarse ganar la partida por el paraíso de la sociedad de consumo.
En este sentido, Pasolini es un buen referente para lo movimientos populistas y contestatarios que en nuestro presente quieren reinventar la izquierda.
En cualquier caso, Paolini fue una voz incómoda para todo el entramado político que ya empezaba a cristalizar en las democracias de consumo de nuestro hoy en día.
Y buena parte de su crítica hacia la sociedad de consumo está construida desde la contemplación de los efectos que el aburguesamiento de la clase obrera empezaba a producir sobre las clases populares que estaban en su corazón.
Pasolini denuncia una pérdida de entidad, de personalidad, una homogeneización de los estilos de vida de acuerdo con las claves de la sociedad de consumo, la adopción del aspiracional estilo de vida americano que para siempre terminó con lo que el llamaba la manera campesina de entender la vida y el mundo.
Es en este contexto donde para mi gusto hay que entender "Mamma Roma", su segunda película tras la brillante "Accatone".
De todo modo la película escenifica esa tragedia.
Obsesionada con dar a su hijo una vida mejor, Mamma Roma (encarnada por la maravillosa Anna Magnani) abocará a su hijo a un destino fatal.
Queriendo una vida mejor para sí misma y su hijo, y sin contar con los medios adecuados para conseguirlo, la protagonista confunde realidad con deseo en una interminable vida de trabajo y sacrificio. Persiguiendo ese sueño arrancará a Ettore, su hijo, de la tranquila vida de su paese y lo llevará con ella a la ciudad donde, consumido por la interminable espera de la nada sufrirá una lenta descomposición anímica y moral que resultará invisible a los ojos de su madre.
En "Mamma Roma" tan importante es lo que se cuenta como el lugar donde se cuenta y ese lugar es el suburbio, espacio fronterizo entre la ciudad y el campo donde el asfalto se confunde con la tierra y los bloques de edificios componen un litoral sinuoso de asfalto ante un campo desnaturalizado, convertido en descampado, tierra vacía a la espera de ser construida.
Es en ese escenario donde el campo muere y la ciudad nace, pero para Pasolini en esa frontera muere algo más, un algo que simboliza el pueblerino Ettore convertido en un inerte Cristo de Mantegna en los últimos momentos de la película.
"Mamma Roma" es el inteligente y brillante relato de una locura que conduce al fin del futuro.
Tanto Mamma Roma como Ettore son personajes arquetípicos que escenifican la tragedia de una irreparable pérdida cuyos ecos llegan hasta nuestros días.
Incomprendido por todos y desde la propia izquierda en primer lugar, Pasolini adivinaba una pérdida irreparable donde otros veían la posibilidad de una vida mejor.
Obra maestra.
Desde una posición contestataria tuvo palabras de críticas para la sociedad burguesa y capitalista, pero también tuvo tiempo para hacer una crítica bastante poco entendida en su tiempo a una izquierda que ya empezaba a no entender la realidad y a dejarse ganar la partida por el paraíso de la sociedad de consumo.
En este sentido, Pasolini es un buen referente para lo movimientos populistas y contestatarios que en nuestro presente quieren reinventar la izquierda.
En cualquier caso, Paolini fue una voz incómoda para todo el entramado político que ya empezaba a cristalizar en las democracias de consumo de nuestro hoy en día.
Y buena parte de su crítica hacia la sociedad de consumo está construida desde la contemplación de los efectos que el aburguesamiento de la clase obrera empezaba a producir sobre las clases populares que estaban en su corazón.
Pasolini denuncia una pérdida de entidad, de personalidad, una homogeneización de los estilos de vida de acuerdo con las claves de la sociedad de consumo, la adopción del aspiracional estilo de vida americano que para siempre terminó con lo que el llamaba la manera campesina de entender la vida y el mundo.
Es en este contexto donde para mi gusto hay que entender "Mamma Roma", su segunda película tras la brillante "Accatone".
De todo modo la película escenifica esa tragedia.
Obsesionada con dar a su hijo una vida mejor, Mamma Roma (encarnada por la maravillosa Anna Magnani) abocará a su hijo a un destino fatal.
Queriendo una vida mejor para sí misma y su hijo, y sin contar con los medios adecuados para conseguirlo, la protagonista confunde realidad con deseo en una interminable vida de trabajo y sacrificio. Persiguiendo ese sueño arrancará a Ettore, su hijo, de la tranquila vida de su paese y lo llevará con ella a la ciudad donde, consumido por la interminable espera de la nada sufrirá una lenta descomposición anímica y moral que resultará invisible a los ojos de su madre.
En "Mamma Roma" tan importante es lo que se cuenta como el lugar donde se cuenta y ese lugar es el suburbio, espacio fronterizo entre la ciudad y el campo donde el asfalto se confunde con la tierra y los bloques de edificios componen un litoral sinuoso de asfalto ante un campo desnaturalizado, convertido en descampado, tierra vacía a la espera de ser construida.
Es en ese escenario donde el campo muere y la ciudad nace, pero para Pasolini en esa frontera muere algo más, un algo que simboliza el pueblerino Ettore convertido en un inerte Cristo de Mantegna en los últimos momentos de la película.
"Mamma Roma" es el inteligente y brillante relato de una locura que conduce al fin del futuro.
Tanto Mamma Roma como Ettore son personajes arquetípicos que escenifican la tragedia de una irreparable pérdida cuyos ecos llegan hasta nuestros días.
Incomprendido por todos y desde la propia izquierda en primer lugar, Pasolini adivinaba una pérdida irreparable donde otros veían la posibilidad de una vida mejor.
Obra maestra.