domingo, abril 29, 2007

SUNSHINE

No puede ser de otra forma.

Como todas las últimas fronteras a las que el hombre se enfrenta, un viaje al interior del espacio se convierte en un viaje al corazón de las sombras, de las suyas propias como individuo y como especie en general.

Una prueba que pone a prueba a sus protagonistas tal y como reflejaba el genial Joseph Conrad en su imprescindible "Heart of darkness".

Mucho se ha escrito sobre la poca originalidad de la historia que Danny Boyle, su director, y Alex Garland, su guionista, ponen en imágenes y estoy de acuerdo en que en aquella confluyen elementos reconocibles de precedentes obras de ciencia ficción cinematográficas, pero en todos esos escritos me falta la referencia a la obra de Conrad, de la que la historia es -a mi entender- principal deudora.

En este sentido, y aunque los protagonistas de "Sunshine" viajan hacia la arrasadora luz del sol (y algunos tendrán la ocasión de comprobarlo en sus propias carnes), en realidad se encaminan hacia las tinieblas de sus propias contradicciones como seres humanos.

La historia es la narración de un viaje desesperado y suicida en el que la incertidumbre está presente en cada segundo, no en vano el nombre de la nave es Icaro: personaje mitológico cuya vida termina al aproximarse demasiado al sol.

Así, la chispa dramática que orienta y desencadena el final es el cambio de rumbo que los tripulantes deciden imprimir a la nave al encontrar la señal de socorro de una nave precedente con su bomba activadora del sol. Dos esperanzas son siempre mejor que una comenta el protagonista como justificación de su decisión de asumir el riesgo de alterar el rumbo de la nave.

En definitiva, no hay nada nuevo bajo el tremendo y calcinante sol que ilumina cada segundo cinematográfico de Sunshine, pero me gusta volver a escuchar la historia de ese viaje hacia las sombras en el que son reconocibles influencias de grandes clásicos de ciencia ficción como Alien o 2001, convertidas -utilizando conceptos kantianos- en espacios a priori para la percepción de la historia que Boyle y Garland nos cuentan.

Mención aparte para la maravillosa e hipnótica música de Underworld... memorable la secuencia en que los tripulantes contemplan el tránsito de Mercurio convertido en una pequeña sombra negra sobre el ardiente sol...




Así, y pese a la escasa originalidad de su argumento y lo previsible de algunas de sus situaciones, "Sunshine" tiene -para mi- un indudable atractivo procedente no sólo de las fuentes de las que bebe sino también por si misma especialmente en las escenas en que el sol y el espacio están presentes, pura opera espacial.

Por último destacar el guiño que supone el hecho de que una misión suicida como ésta sea comandada por un capitán japonés.
Estoy de acuerdo.
Entre otras cosas, Japón es la tierra del extremo sentimiento de responsabilidad. Un japonés siempre hará lo posible para llegar hasta el final en el cumplimiento de su obligación.

sábado, abril 28, 2007

SÁBADO, POR LA MAÑANA

Portishead... Roads...

viernes, abril 27, 2007

Verdades sobre Chuck Norris...

"El camino más rápido para llegar al corazón de un hombre es el puño de Chuck Norris. "

"Una señal de aparcamiento para minusválidos no significa que ese sitio esté reservado para minusválidos. En realidad, es una advertencia de que el sitio pertenece a Chuck Norris, y que te quedarás minusválido si aparcas ahí."

"Chuck Norris once had a heart attack; his heart lost."

¡jajajajjajjaaj!

Más verdades.
Más verdades (en inglés)

jueves, abril 26, 2007

"Pero eso no es lo peor, lo peor es que ambos nos prometen cosas imposibles: el paraíso y la comprensión total de si mismo, o sea la felicidad eterna. El ser humano no puede comprenderse totalmente a si mismo porque justamente la calidad de lo humano está basada en esa ambigüedad de no saber qué está bien ni qué está mal. Son dos conceptos relativos, que varían con las circunstancias y con la moda. Justamente Adán y Eva vivían en el paraíso porque no sabían nada del bien ni del mal. En cuanto lo supieron se tuvieron que mudar.... Eso es una quimera, no existe, las contradicciones son una parte inherente de nuestra humanidad y si casualmente solucionamos un problema la vida nos enfrente inmediatamente con tres problemas nuevos. Por suerte, porque la peor muerte es morirse de aburrimiento. En un cuento jasídico Dios suprimió el pecado por 24 horas a pedido de un grupo grande de sabios cabalistas y, ¿qué pasó? Todos los estudiantes de la Cabalá, del Talmud y de la Torá se quedaron dormidos con la cabeza reclinada en sus libros sagrados."

Más.

Amén.
ÉPICA

"¿Alcanzaron o no Mallory y Sandy Irvine la cumbre del Everest antes de morir? Algunos reputados especialistas consideraban que era imposible. Otros, como Geoffrey Winthrop Young, excelso alpinista y profesor de Mallory, jamás lo pusieron en duda. Cuando le preguntaban al anciana Young cómo estaba tan seguro de que su pupilo había llegado al techo del mundo, contestaba... Porque Mallory era Mallory."

("Porque está ahí", David Torres. Artículo publicado en la revista Siete Leguas, Número XXI)

miércoles, abril 25, 2007


EL BUEN PASTOR



El silencioso y eficaz Smiley de John le Carré tiene un homólogo en los servicios secretos norteamericanos.

Y Robert de Niro nos cuenta su historia con un estupendo pulso narrativo.
En este sentido lo mejor que se puede decir de esta película es que dura casi tres horas y el tiempo se pasa volando... Lo cual no es decir poco.

Lo más interesante que -creo- se puede decir sobre El buen pastor es que en su final uno no termina de tener claro la posición moral de De Niro con respecto a la vida y milagros de su protagonista.
El tono es frio y descriptivo. Igual tratamiento reciben los éxitos y los fracasos, los daños infringidos y los beneficios recibidos y el resultado final es la soledad.

No tengo muy claro que de Niro no esté haciendo un extraño homenaje a esos individuos que cierto día, y casi sin saberlo, deciden jugar ese Gran Juego mencionado por Kipling en su "Kim de la India".
Al final uno siente cierta compasión por ese personaje solitario caminando el pasillo y cambiando de oficina, pero no puede dejar de sentir cierta admiración por la inflexible voluntad de continuar adelante, un gesto que le conduce a una culminante soledad que el propio plano destila por los cuatro costados.

Me pregunto si es esa la intención de un director, parte integrante de un mundo -el de Scorsese- que siempre se ha movido en la cuerda floja de la moral en muchas de sus historias. Y como los gangsters de "Uno de los nuestros", el protagonista de "El Buen Pastor" se mece no muy plácidamente en el confuso territorio de la doble moral, en las apestosas cloacas que sustentan todos nuestros paraísos artificiales.

Unos, los gangsters suministrándo diversión y buscando el éxito del ascenso social por la via rápida y otro, los agentes secretos de la CIA, proporcionando seguridad contra los enemigos externos de un sistema por el que los gangsters se desplazan con mayor o menor tranquilidad. Ambos son habitantes de ese sombrío territorio de la ambigüedad moral, un territorio donde las cosas tienen por lo menos dos nombres y que quizá De Niro quiera mostrar en toda su intensidad y con la frialdad expositiva de un cirujano.

Quizá, la mirada del director vaya por ahí.
No estoy seguro.

En cualquier caso, "El Buen pastor" es un texto que encierra segundas y terceras lecturas -a mi entender- bastante heterodoxas y tan interesantes como la primera, superficial y más evidente. Un texto tan retorcido y perverso como cualquiera de los personajes que De Niro ha interpretado para Scorsese.



"Una de las parálisis reales de un escritor se produce cuando está escribiendo una cosa verdadera y medita sobre la evidencia de que dentro de poco, cuando se publique, ya no será suya. A mí me pasa, lo prometo. Escribo algo que quiero y me cuesta, y enseguida me viene a la cabeza la posibilidad de un tipo miserable leyéndola, con su aliento y sus dedazos. Iba yo a correr el riesgo, si no fuera por dinero. De qué, negros."
(Arcadi Espada)

Los Bartlebys son aquellos escritores que en un nomento determinado de su vida dejan de escribir. De pronto, su voz se silencia para siempre sin que exista alguna explicación clara que no implique andar varios cientos de kilómetros dentro de sus propios mocasines.
Recuerdo, por ejemplo, a Juan Rulfo o a Juan Carlos Onetti.

Es como si ya no hubiera nada más que decir.

Siempre me han fascinado y recomiendo la lectura del libro de Vila-Matas escrito para profundizar en el tema, "Bartleby y cia".

Su presencia es fascinante para mi por constituir un elemento anacrónico dentro de un mundo en el que todo el mundo habla, en el que cada persona tiene una opinión junto a la falta de pudor para hacerla pública.
Como decía Clint Eastwood por boca de su Harry el Sucio: "Todo el mundo tiene una opinión, todo el mundo tiene un culo".

Me fascinan aquellos que tienen la virtud de callar, que con tranquilidad soportan la apropiación del silencio por parte los otros. Quizá callan porque no es el momento de hablar o quizá lo hacen porque no hay nada más que decir.

Y esa sequedad del antaño incesante manantial de hermosas y resonantes palabras puede deberse a muchas razones. Una de ellas, se me ocurre, puede tenga que ver con el espiritu que late tras las palabras entrecomilladas de Arcadi Espada al principio de esta entrada.

El desecanto.
La pérdida de la confianza en la raza humana.
La imagen terrible de la propia verdad ofrecida como un corazón palpitante a unos seres de manos sucias.

Voz en el desierto que no existe porque nadie la escucha.

Otra variante de la soledad profunda y metafísica traducida en el silencio dandy del último superviviente de una vieja raza... la propia.

domingo, abril 15, 2007

DOMINGO, TARDE

Turning japanese, The vapors.

sábado, abril 14, 2007















STOICHKOV
Mi amigo G. tiene razón. El búlgaro era un gran futbolista.

(Aún recuerdo sus fulgurantes carreras, la precisa potencia de sus lanzamientos a portería, sus centros medidos al área...)

Su único problema era que los arboles de su imposible carácter barriobajero no dejaban ver el bosque de su futbol veloz y preciso, rebosante de agresividad y gol... Especialmente, para los aficionados de los equipos que se enfrentaban contra su Barcelona.

(Tampoco he olvidado sus "ijoputa" pronunciados rápidamente, sin ache, como un escupitajo y en una sola palabra. Sus pisotones y entradas chungas. Sus declaraciones directas y mamporreras ...)


Ahora y unos cuantos años después Stoitchkov regresa al futbol español como entrenador. Su objetivo será salvar al Celta de Vigo del descenso.


No se cuál será su -como diría Jorge Valdano- propuesta futbolística. Lo único cierto es que ya le ha faltado tiempo para hacerse una foto con un aficionado y una bufanda que incluía un texto agresivo hacia el gran rival del equipo vigués: el Deportivo de la Coruña.

Como diría el Billy "El Niño" de Sam Peckinpah: "Los tiempos cambian, pero yo no".

La sonrisa del aficionado lo dice todo.

Christo acabará siendo un tipo entrañable. Dadle tiempo.

lunes, abril 09, 2007

TRISTRAM SHANDY: A COCK AND BULL STORY

Si tengo que decidirme, y quiero hacerlo para comenzar esta reseña, diría que me gusta el cine del británico Michael Winterbottom: Wonderland, 24 hour party people, ...

Dejando de lado la mayor o menor perfección de todas sus películas, lo que encuentro muy atractivo en ellas es la inteligencia que -a mi entender- denotan y este interesante -y a ratos divertido- Tristram Shandy no desmerece la comparación con ninguno de sus precedentes.

Basado en una novela del siglo XVIII cuya existencia me resultaba desconocida y que, por lo tanto, no he podido leer... aunque quizá en el loco mundo de Shandy lo opuesto sea posible y pueda leerse una novela que no se conoce...

Como escribía... Basado en un relato escrito hace más de de dos siglos por Laurence Sterne que no es otra cosa que una autobiografía que su protagonista y autor no puede nunca contar, la película de Winterbottom cuenta la historia del rodaje de una película -basada en este libro- en la que su protagonista -como su alter ego literario- ve constantemente comprometido su protagonismo por los incesantes avatares que azotan un difícil rodaje.

Y esto es sólo una parte, porque Tristram Shandy también cuenta cómo es el cine por dentro. Así, y de una forma inteligente, la historia pasa de lo que sucede delante de las cámara a lo que ocurre detrás para regresar a la historia, en un nuevo día de rodaje... Eso si... Manteniendo el raccord.

El resultado es una caja china en la que la ficción-ficción y la ficción-realidad se suceden contando con un inmejorable maestro de ceremonias en el estupendo "estar" de Steve Coogan. Su inteligente talento es capaz de cargar con el peso de la película con la misma calidad y pericia que ya exhibiera en su anterior colaboración con Winterbottom: "24 hour party people".

En pocas palabras: Muy recomendable.
No tenemos tiempo.
Pasamos como bólidos ante la belleza,
con los ojos de dentro cerrados por la velocidad
de la incesante exigencia de la hora en punto.

Olvidado, a lo lejos, descansa el mar
y junto a él, a sus olas constantemente tendidas como abrazos,
la olvidada copa de vino
de las miradas y sonrisas abiertas de par en par
al esquivo abismo de nuestros mas profundos y palpitantes secretos.

El violinista entre la multitud.

jueves, abril 05, 2007

¿Quién dijo que John Wayne no cantaba?



¡jajajaajjajaja!

Delicioso.

Mención aparte el comentario del principio, ese en el que Wayne se alegra de ver al dipsómano Martin en pie... en cualquier lugar.


















MR BEAN

"Me parece una película muy divertida y de nervios por lo que le pasa pero se pasa un buen rato.

El único inconveniente es que la mayor parte de la peícula se pasa leyendo.

Tambien es un poco asquerosa por algunas cosas: por ejemplo que estaba en un restaurante y como no le gustaba lo que había pedido y no entendía al francés hacía que se lo comía pero no, al final acaba por echársela al bolso de una señora. Tambien se encuentra con un niño que se ha perdido en la estación y MR BEAN esta con él hasta el final."

(Ronda)

Gracias por tu comentario, Ronda.
No puedo estar más de acuerdo.

martes, abril 03, 2007

300

Visualmente resulta pasmosa.
Prácticamente, cada plano resulta pictórico y lleno de interés.

Y está contada con el ritmo adecuado de una buena película de acción.

El resto lo pone la historia, una vieja historia de sacrificio y muerte en el campo de batalla que quizá ya no conmueva tanto a los hombres de ahora... que no estamos dispuestos a morir por nada, quizá porque ya nada nos importa lo suficiente.

Dejando a parte peligrosas disquisiciones contrarias al paraíso de lo políticamente correcto en el que vegetamos como pastantes vacas, 300 ofrece al espectador un espectáculo puro de acción en la mejor línea del cine de aventuras de un sábado por la tarde.

Absolutamente recomendable.
Soy fan de Morgan Freeman.
Me parece un gran actor. Sus interpretaciones siempre están cargadas de una profunda autenticidad... entran primero por los ojos.

Sobre gustos no hay nada escrito.
Cada uno tiene los suyos y este es uno de los míos.

Por lo visto, Freeman acaba de rodar una película con Paz Vega.... nuestra Santa Teresa de Jesús de Stradivarius y Berschka.
Le escucho decir lo gran actriz que es la señorita Vega y me lo creo.

Es un gran actor.