miércoles, abril 25, 2007


EL BUEN PASTOR



El silencioso y eficaz Smiley de John le Carré tiene un homólogo en los servicios secretos norteamericanos.

Y Robert de Niro nos cuenta su historia con un estupendo pulso narrativo.
En este sentido lo mejor que se puede decir de esta película es que dura casi tres horas y el tiempo se pasa volando... Lo cual no es decir poco.

Lo más interesante que -creo- se puede decir sobre El buen pastor es que en su final uno no termina de tener claro la posición moral de De Niro con respecto a la vida y milagros de su protagonista.
El tono es frio y descriptivo. Igual tratamiento reciben los éxitos y los fracasos, los daños infringidos y los beneficios recibidos y el resultado final es la soledad.

No tengo muy claro que de Niro no esté haciendo un extraño homenaje a esos individuos que cierto día, y casi sin saberlo, deciden jugar ese Gran Juego mencionado por Kipling en su "Kim de la India".
Al final uno siente cierta compasión por ese personaje solitario caminando el pasillo y cambiando de oficina, pero no puede dejar de sentir cierta admiración por la inflexible voluntad de continuar adelante, un gesto que le conduce a una culminante soledad que el propio plano destila por los cuatro costados.

Me pregunto si es esa la intención de un director, parte integrante de un mundo -el de Scorsese- que siempre se ha movido en la cuerda floja de la moral en muchas de sus historias. Y como los gangsters de "Uno de los nuestros", el protagonista de "El Buen Pastor" se mece no muy plácidamente en el confuso territorio de la doble moral, en las apestosas cloacas que sustentan todos nuestros paraísos artificiales.

Unos, los gangsters suministrándo diversión y buscando el éxito del ascenso social por la via rápida y otro, los agentes secretos de la CIA, proporcionando seguridad contra los enemigos externos de un sistema por el que los gangsters se desplazan con mayor o menor tranquilidad. Ambos son habitantes de ese sombrío territorio de la ambigüedad moral, un territorio donde las cosas tienen por lo menos dos nombres y que quizá De Niro quiera mostrar en toda su intensidad y con la frialdad expositiva de un cirujano.

Quizá, la mirada del director vaya por ahí.
No estoy seguro.

En cualquier caso, "El Buen pastor" es un texto que encierra segundas y terceras lecturas -a mi entender- bastante heterodoxas y tan interesantes como la primera, superficial y más evidente. Un texto tan retorcido y perverso como cualquiera de los personajes que De Niro ha interpretado para Scorsese.



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